Los Deltonos, «Fuego»

Son Los Deltonos de Hendrik Röver una de las bandas más respetadas de nuestro país. Y es que los cántabros llevan una trayectoria que abarca más de tres décadas, periodo en el que les ha pasado de todo. Los Deltonos, desde la independencia y la autoedición, con un Röver que atesora también una amplia carrera en solitario y como productor, marcaron un cambio de rumbo en 2005 con un fantástico disco de raíces americanas, GT, que tendremos tiempo de recuperar en su décimo aniversario. Desde entonces, sonidos del Rock, el Blues con leves pinceladas de Country y Folk, han marcado una discografía que alumbrado otra media docena de discos. El último, Fuego, un urgente trabajo guitarrero, muy rockero y con letras también urgentes. A Röver le acompañan Pablo_Z al bajo, Fernando Macaya a las guitarras y Javi Arias a la batería, junto con los teclados de Mikel Azpiroz. La contundencia se observa ya desde los primeros acordes del disco, y no irá descendiendo en ningún momento.

Comienzan con la brutal «Fuego» que da título al disco, una canción muy directa y rockera con una letra muy atractiva. «Águila» sigue con esa potencia a través de la competición entre las guitarras y la sección rítmica y «Correcto» es una canción más melódica con algún ribete de Country Rock pero eléctrico. «Apagando» tiene una de las letras más interesantes, un Blues Rock que no deja indiferente. Y con «Ahora» llegamos posiblemente a mi canción favorita de todo el disco, contrastando la voz de Röver, un tanto nostálgica, con la celeridad de la música y con un sonido más rockero que por momentos recuerda a Petty y sus Heartbreakers. En «Cazador» no se salen del esquema rockero del disco y en «Doctor» aparece el sonido del órgano como contrapunto a la contundencia y fortaleza de la canción.

La segunda parte comienza con «Majestad», de nuevo con la mezcla del Blues y el Rock, con un sonido un tanto más pesado. En «Vergüenza» encontramos uno de los pocos momentos en los que se salen del guión, es una canción más de raíces norteamericanas que nos muestra la habilidad de Los Deltonos en esas lides. En «Rutina» se van más hacia el Rock & Roll, las guitarras adquieren un protagonismo mayor si cabe. Por su parte, «Limpio» es una canción que también se sale de la línea general del disco, el piano está muy presente y el comienzo de la misma tiene ribetes setenteros. «Escabeche» retorna a los sonidos más potentes del conjunto del disco en un tema instrumental y el cierre es para «Sinceramente», más pausada con un Röver cantando por detrás de la base instrumental.

Los Deltonos no decepcionan, al contrario, nos traen discos notables como el que nos ocupa, discos que muestran la honestidad de una formación que sigue a lo suyo, sin mirar a modas. Por cierto, que Los Deltonos estarán en el Ezcaray Fest el viernes 19 de julio. Nosotros no nos lo pensamos perder.

Ezcaray Fest 2018 convence en la siempre difícil segunda edición mientras sigue el debate sobre los festivales

Ezcaray (La Rioja), 19 al 22 de julio de 2018

Ezcaray volvió a acoger el Ezcaray Fest tras su convincente debut de 2017. La localidad serrana se convertía durante unos días en el epicentro musical de la región con un cartel que, como siempre, generaba el debate de turno aunque, en nuestra opinión, era bastante equilibrado y con artistas y bandas para descubrir. Mientras tanto, el debate ha seguido centrando en esta semana en torno al Mad Cool y a la situación de los festivales, cuestión inevitable al parecer con multitud artículos, polémicas en las Redes Sociales y hasta conversaciones de barra de bar. El debate está muy abierto y las líneas son muy amplias, nosotros ya señalamos que no es nuestro modelo de festival favorito y que la evolución de los tiempos está llevando a esta situación, con muchos «peros». Sin embargo, los festivales han colonizado la geografía española y eso es una realidad. Mientras tanto, Ezcaray Fest ha vuelto a demostrar una gran capacidad organizativa. Como en 2017, los promotores se han volcado en una organización a la que no cabe ponerle ningún «pero». Un esfuerzo que, como en otros casos, seguramente merece una mejor suerte, pero la competencia es cada vez mayor. Obviamente, no vamos a comparar Ezcaray Fest con los festivales abonados al gigantismo, sería absurdo. El final de la semana comenzaba con previsiones de lluvias, lo cual podría dar lugar a deslucir el evento, estando presentes durante algunos momentos, y situación solventada por la organización que puso una carpa en el centro del recinto. Pero el festival ya calentaba motores y el previo corrió a cargo de Isaac Miguel y la presentación de su nuevo disco en el Teatro Real de Ezcaray el jueves 19 por la tarde, trabajo que estará en la calle en breve. Fue un buen aperitivo para un fin de semana en el que no se paró.

Aciertos para la tarde – noche del viernes (Viernes, 20 de julio)

Agoraphobia abrió el vermú rockero del viernes 20. En la Plaza del Quiosco sonaron con fuerza las guitarras del joven grupo gallego en un clima desapacible pero también superado. Ya por la tarde, el recinto del festival iba llenándose de gente para escuchar a The Soul Jacket, otro sexteto gallego al que teníamos muchas ganas de ver. The Soul Jacket hacen ese rock sureño que tanto nos gusta, las influencias de la Creedence Clearwater Revival, The Black Crowes, etc., están muy presentes y fueron uno de los grandes descubrimientos del festival para el público que se acercó a primera hora, recordándonos por momentos a los canadienses The Sheepdogs. Y también nos quedamos con esa misma sensación con la fuerza Soul y Blues de The Southern Avenue, desconocidos en estos lares pero que conquistaron a la gente con una fuerza y garra fuera de toda, con temas propios y ajenos, incluida una fantástica «Superstition» de Stevie Wonder. Uno de los grandes aciertos de esta segunda edición del festival fue la presencia de DJs entre las actuaciones, en el espacio de El Naturalista se turnaron brillantemente Edu Anmu y Asier Gilgo que pusieron a bailar a buena parte del público. El final de la noche era para dos apuestas seguras, Ángel Stanich y La M.O.D.A., los dos girando con sus discos del último tramo de 2017. Fueron los burgaleses los que congregaron a un mayor volumen de público, consolidados como están con su sonido Folk con reminiscencias Punk, mientras que Stanich mostraba unos sonidos más eléctricos que en sus discos acompañado de una potente banda.

Nat Simons conquista el mediodía y Rosendo no admite discusión (Sábado, 21 de julio)

En rojo habíamos marcado el vermú en la coqueta Plaza de la Verdura y es que allí actuaba de inicio la fantástica Nat Simons. Su último trabajo, Lights, ya ha sido reseñado en este blog y fue producido por Gary Louris. Simons y su banda convencieron a propios, pocos, y extraños, la gran mayoría. Su sonido Country-Folk y del «Americana» alumbró un mediodía con personal versión del «Learning to Fly» del añorado Tom Petty incluida. A continuación, los riojanos Vuelo 505 cerraron un vermú rockero cuando en Ezcaray se veían ya muchas camisetas de Rosendo y Leño. Y es que la tarde, que comenzó también con la amenaza de lluvia, y que hizo acto de presencia levemente, prometía. Mientras que iba acercándose la gente al recinto del festival, Rufus T. Firefly presentaban su psicodélica propuesta aunque es cierto que en directo transmiten más energía, demostrando las razones por las que son una de las bandas del momento. Por su parte, Mi Capitán demostraron que no es el divertimento de integrantes de otras bandas (Love Of Lesbian, Egon Soda, etc.) y desafiaron a la lluvia con su sonido guitarrero, versión incluida de «Alta Suciedad» de Andrés Calamaro. Teníamos muchas ganas de ver también a Mi Capitán y tampoco defraudaron. Pero el plato fuerte de la noche, dando lugar a una gran imagen del festival, era Rosendo. El veteranísimo icono de la escena rockera nacional apareció con la sobriedad habitual y acompañado de Rafa J. Vegas al bajo y Mariano Montero a la batería realizaron un concierto impecable y con el público entregado y coreando las canciones. Sencillez y la ya señalada sobriedad, no hacía falta más, con los grandes clásicos de Rosendo y Leño sonando a todo trapo en la noche de Ezcaray, siendo difícil destacar algunos temas pero hay que insistir en la fiesta que se montó con «Agradecido» y «Maneras de vivir».  Exhaustos nos quedamos con Rosendo mientras que los DJs seguían haciendo las delicias de una buena parte del público que se quedó para ver a Juanito Makandé, que cerró el festival.

El domingo hubo tiempo para un nuevo vermú rockero con los bilbaínos Mäbu en la Plaza del Quiosco, terminando una segunda edición del Ezcaray Fest que tendrá su continuidad en el mismo fin de semana del 2019. Mientras tanto, esperaremos con ganas el cartel y los debates sobre los festivales irán a más. Debates complicados y retos difíciles para los de tamaño medio, grandes esfuerzos que dan rabia que no alcancen un mayor reconocimiento, por ejemplo en las primeras actuaciones. Ezcaray Fest busca consolidarse y está haciendo una gran labor, las segundas ediciones siempre son complicadas y la han pasado con una nota muy elevada. Queda por ver la dirección que toman en cuestiones como el cartel, el debate de siempre que tiene que ver más con los gustos personales, pero no cabe duda que es un festival que cuenta con muchos atractivos. Que no nos falten estos espacios para disfrutar de la música, todos y cada uno de los festivales de nuestra región.

Ezcaray Fest o un arranque de altura

Ezcaray Fest 2017, Ezcaray (La Rioja), 21 al 23 de julio de 2017

El Ezcaray Fest se sumaba a la lista de festivales veraniegos de la región con una apuesta potente en varios sentidos. Primero, el cartel, diverso pero buscando a diferentes públicos. Segundo, con la intención de hacerse un hueco en la apretada agenda de esta clase de citas, superando la dimensión regional y de la zona de influencia de La Rioja, especialmente Rioja Alta. Y, tercero, una vez allí pudimos comprobar la producción del festival, sin duda uno de los puntos más destacados de una organización y promotores, Rock in Trio, que decidieron salir con fuerza. Obviamente, los primeros pasos suelen ser los más complicados pero las valoraciones son positivas de cara a su consolidación y a una segunda edición que ya está en marcha. Ezcaray, además, es una de esas localidades que dan juego para un evento de esta naturaleza, aunque también hay que destacar que hubo muchos visitantes de fuera, no solamente el público veraneante en la misma o del entorno.

El viernes 21 al mediodía comenzó el festival con un ‘Vermú Rockero’ en la coqueta Plaza de la Verduda, con las propuestas de Serendeep y El Cuarto Verde que congregaron en las terrazas de los alrededores a un público entre expectante y curioso. Para entonces, ya se veían por Ezcaray camisetas de uno de los platos fuertes de la noche, Berri Txarrak. La tarde nos traería un espacio principal en las traseras del Ayuntamiento, un recinto que impresionaba con un escenario que ya hemos visto en Azkena. Los riojanos Tobogán fueron los encargados de comenzar con la fuerza de sus canciones de su EP de debut, Vértigo (2016), destacando la actitud de Daniel Pérez a la voz y del resto de la formación, con Samuel Ayuso a la guitarra, Rubén Domínguez ‘Boogy’ al bajo, y Jorge Sánchez a la batería, versión de Nirvana incluida. El tiempo de espera para la salida de uno de las apuestas más destacadas del festival fue corto, León Benavente aparecieron para hacer un concierto impecable. Y es que no cabe duda que son una de las principales bandas de la escena nacional, con dos discos tremendos, y con un Abraham Boba brutal, una sección rítmica, Eduardo Baos al bajo y César Verdú a la batería a gran altura, y con los sonidos de la guitara de Luis Rodríguez que componen su personalidad. Inapelables en interpretaciones como ‘El Rey Ricardo’, ‘Ser brigada’, ‘La palabra’, ‘Las ruinas’, ‘California’, ‘Tipo D’, ‘La Ribera’, ‘Celebración (Siempre hacia adelante)’ o una de mis favoritas como es ‘Habitación 615’. El público se entregó a unos León Benavente que demostraron que juegan hace tiempo en otra liga. Como decíamos, Berri Txarrak era una de las apuestas fuertes del festival, y congregaron a no pocos seguidores y seguidoras. No estamos familiarizados con su sonido pero desplegaron una tormenta eléctrica y épica que tampoco dejó a nadie indiferente. Ya estábamos metidos de lleno en el día 22 para el cierre de la primera jornada con Marky Ramone, el batería más longevo de los Ramones, sobre el que caía el interrogante de cómo se enfrentaría al legado de esa eterna banda. Pero nos encontramos con un concierto intensísimo y acelerado, no podía ser de otra manera, en el que cayeron la mayoría de los clásicos de los Ramones y con un cantante que cumplió con creces para enfrentarse a una leyenda como Joey Ramone. El público disfrutó de lo lindo con unos temas que no necesitan presentación y la prueba más evidente es que de allí no se movió casi nadie tras Berri Txarrak y eso que se superaron las dos y media de una ya fría madrugada, pero la gente se fue con un gran sabor de boca.

El sábado el ‘Vermú Rockero’ se trasladaba a la icónica Plaza del Quiosco con Chelsea Boots y Funny Roman Numbers, en un ambiente de sábado con los bares de la plaza a rebosar. La tarde nos llevaría con otra de las grandes apuestas del festival, Belako. De nuevo muchos seguidores de los de Mungia se concentraron para ver a una de nuestras bandas favoritas. Y cumplieron con creces demostrando que van a más y que, lejos de acomodarse, asumen riesgos y evolucionan dentro de ese sonido mezcla Post Punk y New Wave, junto con esos toques electrónicos. Cristina Lizarraga volvió a encandilarnos, y Josu Billalabeitia a la guitarra y Lander Zalakain a la batería siguen destacando. Pero mención aparte merece la bajista Lore Billalaneitia, crucial en el sonido de Belako y que no deja de sorprendernos. Allí sonaron ‘Haunted House’, la celebrada ‘Sea of Confusión’, ‘Stop Contradictions’, ‘Zaldi Baltza’, ‘Key’, ‘Guk Emanez’, ‘Fire Alarm’ y temas de su inminente y esperadísimo tercer trabajo, que sonaron todavía más eléctricos, como por ejemplo ‘Render Me Numb’. Poco que decir de The BellRays, una banda de autenticidad declarada y que tendrían que haber tenido más suerte en su trayectoria en la que mezclan el Soul, el Garage y el Punk. Lisa Kekaula es una fuerza de la naturaleza y su voz no te puede dejar indiferente. A su lado, Bob Vennum a la guitarra electrifica una propuesta que siempre convence. Temas directos, sin concesiones, y versiones de los Ramones y del ‘Johnny B. Goode’ de Chuck Berry que encendieron a un público que no se perdió un detalle del concierto. Fue uno de los mejores momentos del festival, sin duda alguna. El final del mismo estaba destinado para los cubanos Orishas, que tuvieron su momento y, aunque no es la propuesta con la que uno se identifique más, lo cierto es que dieron un concierto profesional y entregado, con una banda detrás que construyó un sonido que convenció a la mayor parte de un público que no paró de bailar, pese al sirimiri que nos acompañó durante un rato. El cierre del escenario grande fue para La Raíz, la formación valenciana con esa mezcla de Reggae, Ska, Rock, Rap, etc., con guitarras y sección de viento como elementos destacados, y que llevó a la mayor parte del público joven presente en el Ezcaray Fest. En la línea de La Pegatina o La Regadera, con letras combativas y reivindicativas, los diez integrantes de La Raíz tenían a buena parte del público entregado.

El Ezcaray Fest se cerró con un evento familiar como fue ‘Rock en familia’ el domingo al mediodía. No cabe duda que la apuesta de los promotores ha sido muy fuerte y que habrá tiempo de mejoras y ajustes, que seguro que los debates (como en todos los festivales) sobre el cartel seguirán, y que el decidirse por el eclecticismo tiene sus puntos fuertes y débiles, aunque la combinación de públicos no salió mal en esta ocasión. Pero hay que destacar que el nivel de los conciertos fue muy alto en general, con independencia de los gustos de cada uno, y que la organización fue impecable. Ezcaray Fest ha sumado bastantes puntos a su capital simbólico con su primera edición y hay que celebrar y congratularse de que la región vaya contando con estas propuestas musicales. Ya estamos impacientes esperando la edición de 2018.