«No Code» o la cuarta entrega de unos Pearl Jam más exigidos que nunca

Volvemos a 1996 en los aniversarios de Los Restos del Concierto. Y lo hacemos con Pearl Jam, no podían faltar. Este año hay unas cuantas efemérides pero 1996 es un punto de inflexión para nuestra banda favorita. Las circunstancias no estaban muy a favor de los de Seattle. Primero, el Grunge ya estaba fuera de juego con el suicidio de Kurt Cobain pero también con la llegada del BritPop y del Punk Rock de Green Day y Offspring. Como vimos hace unas semanas, Alice in Chains iban de retirada y también Soundgarden, a los que retornaremos. Pearl Jam eran la gran banda superviviente, habían pasado menos de cinco años desde su debut, pero tenían que enfrentarse a su propio legado: Ten (1991), Vs. (1993)Vitalogy (1994). Había pelos en la gatera con las tensiones internas fruto de las discrepancias de Vedder con el núcleo fundador, especialmente Ament, así como la baja del batería Dave Abbruzzese en 1994, sustituido por Jack Irons. En el camino, fue clave que la banda grabase con Neil Young Mirror Ball (1995), donde no aparecen acreditados, para superar esas tensiones internas. Además, estaba el desgaste de la batalla por el precio de las entradas que era y es Ticketmaster, y que perdieron. Es decir, todo era muy complicado y rápido para una banda que tenía que coger la antorcha generacional pero que también había entrado en sus dudas existenciales así como las relacionadas con su posición en la industria musical. Recordemos que no grababan vídeos. Por eso, la llegada de No Code sorprendió a los que esperaban (esperábamos) una continuación de la serie anterior. No, no fue un Vitalogy II pero es que tampoco lo pretendían, en aras de su autenticidad. También fue un disco en el que la pulsión artística estaba más presente, desde esa portada y todas las polaroids que venían en el interior. Vedder lleva el peso de la composición, se hace cargo de prácticamente la totalidad de las letras, en un disco que va de más a menos.

«Sometimes» (Vedder) ya es una muestra de ese tono más pausado, una perspectiva más ambiental con los teclados y el piano con un protagonismo mucho más grande. Con «Hail, Hail» retornan al Rock con un punto más Punk, es una canción de Ament, Gossard y McCready. Es puro Pearl Jam con esa garra y fuerza que mantienen intacta, una canción que será muy interpretada en directo. El primer single del disco fue «Who You Are» de Gossard e Irons, una canción que tenía un tono más ensimismado y que generó esa sorpresa para los que esperábamos, la mayoría, un «Spin the Black Circle» otra vez. La canción va creciendo y con el tiempo ganó, destacando el sonido de la percusión. «In My Tree» incorpora a Vedder a la dupla anterior de compositores, también más acompasada en su comienzo y con un tono más progresivo, aunque luego crece en intensidad. «Smile» (Ament) es una canción poderosa, un tanto escondida en el disco, esas guitarras ye se tono más pesado que recuerda a Neil Young, recordemos que venían de grabar con él. Sin duda alguna, una de las canciones más importantes de todo el largo. «Off He Goes» (Vedder) es una de las canciones más conocidas del disco, también muy interpretada en directo, un tono introspectivo de nuevo que será repetido en las siguientes dos décadas y media, una canción que mece y es más sutil, yéndose más allá de los seis minutos. Vedder también aporta la más Punk Rock «Habit», tira de voz más ronca para un tema muy convencional que no deja mucha huella.

La segunda parte comienza con la épica y crepuscular «Red Mosquito» que firma toda la banda, una canción de nuevo en la línea de Neil Young que también será recurrente en el futuro, siendo una de las escondidas del disco que gana con los años. En poco más de un minuto despachan «Lukin» (Vedder), una canción de garra Punk, aceleración y guitarras, con un Vedder fraseando. McCready firma «Present Tense» que se va a los casi seis minutos, una canción que comienza con un tono crepuscular, que es el que domina el tempo, aunque también hay espacio para el Rock de guitarras. Gossard firma letra y música, y canta, «Mankind», un tema Power Pop que le queda resultón y poco más, comenzando el descenso de nivel de un tramo final con «I’m Open», de Irons y Vedder, de tono más experimental y ambiental, como de letanía por momentos, aunque luego se va también a lo expansivo. Cierran con «Around the Bend», una canción de Vedder que también será una tendencia de futuro, cadencia pausada y un tanto pesada para otra canción que, siendo de las menos logradas, gana con el tiempo.

Como decíamos anteriormente, hay que entender el disco en el contexto del tiempo y de la banda, en todo lo que les había pasado y hasta la cima que habían subido en poco más de un lustro. Con este disco, Pearl Jam quisieron dar un paso o dos atrás para consolidar su posición. No lo entendimos mucha gente pero luego hemos valorado No Code con la justicia que merece. Ciertamente, luego presentarían el más logrado Yield (1998), del que ya hablamos en su momento. Veinticinco años de No Code, ¡cómo pasa el tiempo!

«After the Gold Rush» o un Neil Young lanzado

Aniversario grande, muy grande, el cincuenta aniversario del tercer disco de Neil Young, el excelso After the Gold Rush, seguramente uno de los cinco mejores discos de la extensísima discografía de un Young que tiene plaza fija en Los Restos del Concierto. Nos encontramos ante, seguramente, el primer gran punto de inflexión del canadiense, corroborado en 1972 con Harvest y consolidado en 1974 con On the Beach y en 1975 con Tonight’s the Night, ese mismo año también publicaría Zuma. Pero, hasta entonces, Young iba cimentando su carrera paso a paso. Establecido en Los Ángeles, de 1966 a 1969 había publicado tres discos con Buffalo Springfield, donde había coincidido con Stephen Stills, aunque ya estaba fuera de la formación en 1968. En 1970 se había incorporado a Crosby, Stills & Nash, ahora Crosby, Stills, Nash & Young, y publicado el seminal Déjà Vu, con el que cosecharon un gran éxito. Pero, su carrera en solitario había comenzado de forma tímida con un debut en solitario en 1968, Neil Young, aunque ya con su segundo disco, Everybody Knows This Is Nowhere (1969) ya incorporaba a Crazy Horse, firmando como Neil Young with Crazy Horse. Allí estaban el primer guitarrista, Danny Whitten que fallecería pocos años después, Billy Talbot y Ralph Molina. Y también la producción de David Briggs. El disco es una barbaridad con canciones clásicas como «Cinnamon Girl», «Down by the River», «Cowgirl in the Sand» o la que le da título al disco. Canciones algunas de ellas largas, como grandes «canciones ríos» en los que la banda ha formado siempre una serie de atmósferas inconfundibles. Pero será After the Gold Rush el que suponga un giro, aupado también por el triunfo junto a Crosby, Stills y Nash con el disco publicado medio año antes. Ese hecho no desmerece, ni muchísimo menos, la calidad de una obra impecable. Aunque no acreditado a Crazy Horse, en el mismo aparecen los tres integrantes de la banda, a la vez que hace su aparición Nils Lofgren; Jack Nitzsche no produce, vuelve a realizarla Briggs junto a Kendall Pacios, pero toca el piano; invitados son Stephen Stills a las voces y el bajista Greg Reeves que grabó el Dèjá Vu. 

El resultado, uno de esos discos impecables, como decíamos que se basa en sonidos acústicos del Folk con retazos Country y que no se va hacia las «canciones río» que hizo con Crazy Horse en el anterior trabajo. Solo la gran «Southern Man» supera los cinco minutos, el resto se quedan en algunos casos por debajo de dos y tres minutos. Con este disco también nos pasa, y este es un tono más nostálgico, que es uno de tantos de aquellos que veíamos durante años en las series medias, que tenían incluso aquellas etiquetas amarillas con el signo de exclamación de los discos del sello Warner y que, con los años, adquirimos, aunque en mi caso en una caja en la que venían los cuatro primeros discos en solitario de Young.

Comienza el disco con la solemne «Tell Me Why», icónica y característica del Folk de Young con ese tono acústico y con esas voces y coros maravillosos. «After the Gold Rush» se va hacia una melancolía mayor con el contrapunto de los sonidos de viento y con un Young que incide en su voz aguda. Sigue la fiesta la brutal «Only Love Can Break Your Heart», unos toques Country en la que juega de nuevo en el ámbito de lo acústico y con esos coros característicos. Y el nivel sigue en lo más alto con «Southern Man» (sí, la de la polémica con Lynyrd Skynyrd y la respuesta de «Sweet Home Alabama»), una canción que es la que más se ajusta a su trabajo con Crazy Horse. En «Till the Morning Comes» es una canción corta que cambia el tono, tiene un punto de Music Hall juguetón con el piano y el viento.

La segunda parte comienza con la Country crepuscular que es la versión de «Oh, Lonesome Me» de Don Gibson, un tema en el que tiene un protagonismo especial la armónica de Young. «Don’t Let It Bring You Down» ahonda en el tono crepuscular con el regreso a sonidos más acústicos pero incide en el sonido que va construyendo Young. «Birds» es una canción emocionante, emotiva, minimalista con el piano y con su voz. En «When You Dance I Can Really Love» aparecen, casi por primera vez, los sonidos más eléctricos con un tono de nuevo a lo Crazy Horse que te va llevando por la canción. «I Believe In You» es un medio tiempo ascendente precioso con esa presencia de las guitarras tan identificadas. Y el cierre es para «Cripple Creek Ferry», una canción corta de poco más de un minuto y medio que incide en el Folk acústico, con piano incorporado, y también coral.

Como decíamos, el tercer disco de Neil Young fue un punto de inflexión claro en su carrera, la cual ya venía de forma ascendente. Un trabajo soberbio, uno de los grandes discos de la música popular y de lo mejor de Young, junto a los ya señalados Harvest Tonight’s the Night, y se me antoja difícil poner algún disco por delante o a la par de estos tres, aunque hay candidatos. Una barbaridad.

 

 

 

Neil Young, «Homegrown»

Ya sabemos que Neil Young es inabarcable y que sigue sin parar, año tras año va lanzando novedades, como su último disco de estudio con Crazy Horse, el Colorado de 2019, que ya comentamos aquí. El caso es que en este 2020, Young ha sacado del archivo uno de sus «discos perdidos», aunque parte de sus canciones ya habían salido en otros e incluso interpretadas por otros artistas. Homegrown fue grabado entre el final de 1974 y el comienzo de 1975 y las letras hacen referencia a su separación con Carrie Snodgress. Young ha argumentado que el dolor que le producía la temática del mismo le impidió sacarlo en su día. Ahora, cuarenta y cinco años después, llega un gran disco de Neil Young en el que encontramos a un artista inspirado, estamos hablando de unos años intensos, y con la colaboración de habituales como Ben Keith o Tim Drummond pero también con Levon Helm, Robbie Robertson y Emmylou Harris, entre otros. Un disco que nos muestra el Folk de Neil Young, reminiscencias Blues y el sonido de Laurel Canyon de los setenta. Exceptuando «Florida», claro, de la que luego hablamos.

«Separate Ways» es un comienzo con el sonido canónico del Young de la época, ese tono Folk mecido por la armónica, un medio tiempo melancólico en el que también brilla el pedal steel a cargo del siempre eficiente Ben Keith, y aquí con la batería de Helm. El mismo Helm repite en «Try», con Emmylou Harris a los coros aunque no muy presentes, una canción de luminosidad triste y de tono más Country. En menos de dos minutos, Young se pone todavía más intimista en «Mexico», acompañado por el piano y dándole a la canción una dirección de Pop más triste. «Love Is a Rose» se lanza al Country Folk con una guitarra en tono Blues y con la armónica de nuevo siendo protagonista, una canción que sacó en Decade (1977) y que también popularizó Linda Ronstadt. «Homegrown» es una canción también tremenda en la que se lanza más todavía al Rock Blues, aunque comienza de nuevo con el Country Folk. Y cierra la primera parte con «Florida», una «marcianada» experimental y electrónica.

La segunda parte comienza con «Kansas», canción intimista y acústica de nuevo, tono melancólico en el que la armónica vuelve a ser protagonista. «We Don’t Smoke It No More» es un Blues intenso y enérgico, casi es una jam session y prácticamente es un instrumental. «White Line» está muy bien, con Robertson a la guitarra, presenta una canción Folk, minimalista y acústica que salió con más fuerza en el recientemente recuperado aquí Ragged Glory (1990). Más enérgica y eléctrica es «Vacancy» mientras que el cierre del disco es para dos canciones que recuperan el tono más intimista. Por un lado, «Little Wing», Young con su guitarra y armónica en solitario, y «Star of Bethlehem» en la que Emmylou Harris vuelve a los coros, un sonido Country Rock más ambiental.

Un disco tremendo, dedicado a Carrie Snodgress, madre de Zeke, uno de los hijos de Young. Un disco que se enclava en un periodo entre On the Beach (1974) y Tonight’s the Night Zuma, ambos de 1975. Un Young imbatible.