Broken Bells: «After the Disco»

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Parece que se consolida el proyecto de estos dos músicos privilegiados que con este segundo disco vienen a confirmar los provechosos frutos que da su asociación. Como no podía ser de otra forma Brian Burton (más conocido como Danger Mouse) se reserva las labores de producción y la voz la pone James Mercer (líder de The Shins) mientras que ambos comparten las de composición y la interpretación de todos los instrumentos. El resultado es un disco de pop luminoso y contenido en el que la electrónica tiene un papel destacado al igual que la música negra y los sonidos ochenteros.

El arranque está protagonizado por los sintetizadores tanto en la electrónica ascendente de Perfect World como en las programaciones sencillas y animadas de After the Disco para ir reduciendo su presencia en el resto del disco a partir de Holding on for Life, más acústica y encabezada por un resonante bajo. Leave it Alone es uno de los puntos álgidos, influenciada por la música negra incluidos los coros acompañando a la suave guitarra. En los dos temas siguientes suben las pulsaciones; The Changing Lights gana en ritmo con respecto a las anteriores de nuevo con ágiles coros y Control  tiene un animado estribillo así como un final de lo más bailable. Lazy Wonderland suena moderna con sus arreglos clásicos, una de las señas de identidad de las producciones de Burton y sus composiciones neo-soul. Los ochentas reaparecen en Medicine con un sonido brit en la distancia de sus guitarras y sintetizadores, electrónica que también es protagonista en No Matter What You´re Told.  The Angel and the Fool suena a acertado ejercicio de trip-hop para cerrar la fiesta con los animados coros de The Remains of Rock & Roll  junto al solo de guitarra que pone el punto final.

Siempre es un placer escuchar los trabajos en los que interviene Danger Mouse (The Black Keys, Gnarls Barkley, Beck o el próximo lanzamiento de U2 entre otros) con su renovadora forma de interpretar sonidos rescatados de un pasado amenudo reciente, que en sus manos suenan relucientes y actuales. A su lado Mercer, una de las voces más características y menos americanas del actual pop-rock americano, interpreta con maestría la serie de once temas sin apenas desperdicio que ambos han compuesto con mayor acierto si cabe que en su primer trabajo juntos.

 

La Habitación Roja, «La moneda en el aire»

La-moneda-en-el-aire-La-Habitación-RojaEn 2012, el grupo valenciano La Habitación Roja publicaba «Fue eléctrico», un trabajo que les reportó un reconocimiento sin precedentes en su larga carrera. Situados en esa extraña categoría llamada «indie español», y contando entre sus credenciales con el apoyo de la crítica y haber grabado con Steve Albini, La Habitación Roja siempre parecía estar a punto de dar el salto a la primera línea de esa etiqueta. Con «Fue eléctrico» lo consiguieron, un disco sobresaliente, muy duro en sus letras, con grandes canciones. La continuación llega con «La moneda en el aire», un trabajo que se sitúa un peldaño por debajo de «Fue eléctrico» y su predecesor, «Universal» (2010).

«La moneda al aire» crece con las escuchas y, a lo largo del mismo, de nuevo las letras de Jorge Martí van ganando consistencia. Martí profundiza en determinadas temáticas que abordaba en trabajos anteriores, como el amor y el desamor, las relaciones de pareja, las rupturas, la melancolía, las esperanzas o el mirar hacia atrás, pero también gana en optimismo y vitalidad, así como en una mirada a la actualidad, ya presente en sus otros discos. Como compositor y letrista, Martí debería tener un mayor reconocimiento del que posee en la actualidad. También aparecen elementos electrónicos, que en algunos casos convencen menos, así como una mayor producción, aunque sin perder sus señas de identidad basadas en esas potentes guitarras.

Comienza el disco con «La moneda en el aire», un tema melancólico, de guitarras, pero ya con un toque sutil electrónico, y con una letra acertada de Martí. En «De cine» ahondan en la parte más electrónica y con «Tanto por hacer» alcanzan una de las mejores canciones del disco, con una gran letra. «Si tú te vas» es un baladón tremendo, con buena producción. También hay que destacar la más acelerada «No quiero ser como tú», donde destaca la combinación entre guitarras acústicas y eléctricas.

«La casa del silencio» escora de nueva hacia la electrónica, pero te gana con una acertadísima letra sobre el momento que estamos viviendo como sociedad. «Donde no exista el miedo» sigue el patrón habitual de La Habitación Roja y «Quedas tú» es un medio tiempo correcto. «Carlos y Esther» es la canción que más nos gusta de todo el disco, una letra también sobre la actualidad con una base de pop épico, que no te deja indiferente. Termina el disco con la más guitarrera «En busca del tiempo perdido» y con la intimista y acústica «A dos metros bajo tierra».

La Habitación Roja demuestran con su nuevo disco que siguen en forma y que avanzan hacia nuevos horizontes, algunos nos convencen más y otros menos, pero de lo que no cabe duda es que son una de las bandas más importantes de la escena musical española. Ah, y atentos a las letras, que siguen atrapándonos.

La melancolía de Glen Hansard

índiceTeníamos ganas en este blog de hablar de Glen Hansard, un hombre que tiene una historia más que curiosa e interesante, y una muy buena colección de canciones. Para la grandísima mayoría, el bueno de Glen es un absoluto desconocido, pero su trayectoria merece una revisión y una reivindicación. Hansard tuvo su momento de gloria en febrero de 2008, cuando ganó junto a Marketá Irglová el Óscar a la «Mejor Canción Original» por la tremenda canción «Falling Slowly» de la película «Once». Pero, ¿qué película era «Once»? y ¿quién era Glen Hansard? Luego regresaremos a «Once», pero Glen era un músico irlandés prácticamente desconocido, líder de un grupo llamado The Frames y que había formado un dúo de raíces folk con Irglová en 2005 llamado The Swell Season.

Sin embargo, Alan Parker «The Commitments». Esta maravillosa película, que tendrá su lugar en nuestra sección dedicada al cine y la música, contaba la historia de la formación de un grupo de soul en Dublín, y el reparto estaba integrado en su mayor parte por músicos y actores no profesionales.

Commitments_posterAllí estaban algunos nombres que serían posteriormente más conocidos como Colm Meany y, en papeles muy secundarios, todos los hermanos Corr de The Corrs. Y allí se encontraba también Glen Hansard, en el papel de Oupstan Foster, el guitarrista de la banda y uno de los secundarios principales de la película, con un look muy diferente al que luce en la actualidad. En el cartel de la película lo podéis ver con el pelo largo y rizado, inconfundible.

«The Commitments» no sacó a la mayor parte de sus integrantes del anonimato. Ya en 1991, Hansard había formado The Frames, y allí se quedó hasta 2006. Su música no obtuvo mucha repercusión más allá de su Irlanda natal, donde llegaron a cosechar algunos números 1 en una carrera que contempló ocho discos. Era una banda más dura, pero ya con sus elementos característicos, que lo que luego desarrollaría Hansard en compañía de Irglová y en solitario. Hansard había conocido a Marketá unos años antes, en un festival folk celebrado en la República Checa, de donde procede Irglová. Ella era muy joven todavía, pero el contacto se mantuvo y en 2005 formaron el proyecto The Swell Season, más escorado al folk. En 2006 firman el disco homónimo, que ya recogerá algunos de los temas de «Once», incluido «Falling Slowly».

Sin mucho éxito tampoco, algo llamó la atención del también desconocido director de cine John Carney. Así, con una escasez de medios y con la fuerza de un guión soberbio, escrito por el propio Carney, construyeron una bella, romántica y melancólica historia, apoyada en la fuerza de las canciones de Hansard e Inglová. Y eso supuso un punto de inflexión en la carrera de estos dos últimos, para los cuales nada sería igual. La película se convirtió en uno de los fenómenos indies de la época, cosechando el reconocimiento de la crítica.

La complicidad y química entre Glen y Marketá era tan evidente que de allí surgió una relación sentimental. El siguiente disco llegaría en 2009 con «Strict Joy», pero para entonces la relación ya estaba finalizando. Y ese proceso se vería en el desgarrador y tremendo documental «The Swell Season», impresionante trabajo de tres directores que, inicialmente, iban a registrar la gira post «Once» pero que convivieron con ellos durante dos años. Dos años que dieron para mucho y que terminaron con esta bella historia de amor.

Hansard, ya situado en otro estatus, había alcanzado un reconocimiento que se le había negado tiempo atrás, acompañó a Eddie Vedder de Pearl Jam en su gira en solitario del disco «Ukulele Songs» (2011) y estuvo presente ese mismo año en la celebración de vigésimo aniversario de la banda, el «Pearl Jam Twenty»; así como apariciones estelares con figuras de la talla de Bruce Springsteen. En 2012 publicó su primer disco en solitario, «Rhythm and Repose», un trabajo donde abunda en la línea de «Once», con canciones melódicas, algunas que desgarran, pero donde también hay espacio para toques más pop, y que logró buenas críticas y ventas. Un disco muy recomendable también, unas canciones que nos muestran de nuevo un alma romántica y nostálgica, también torturada, y para muestra este «Maybe Not Tonight», canción que no deja de recordanos a su historia con Marketá, tema que pone los pelos de punta: