Paul Weller, ‘Saturns Pattern’

2015PaulWeller_SaturnsPattern110215Paul Weller acude a su cita puntual de los últimos años, un hombre que ya es un clásico, que tiene una carrera de esas que se convierten en incuestionables a lo largo de las décadas, con The Jam, The Style Council y en solitario. Un Weller que ha navegado contra viento y marea durante mucho tiempo y que fue redescubierto para el mundo del Pop y el Rock por el Brit Pop de los 90, a través de Oasis fundamentalmente. Pero la huella del Modfather se hacían notar en muchas bandas, un artista que fue trazando un legado que iba del Punk al Mod, del Rock al Soul, y que se acercaba a otras tendencias como la electrónica, la New Wave o el Krautrock. Saturns Pattern es el décimo segundo disco en solitario de Weller, un disco que sucede al más flojo y experimental, orientado al ya mencionado Krautrock que fue Sonik Kicks (2012), que sucedía a su vez al aclamado Wake Up The Nation (2010) y al sobresaliente 22 Dreams (2008). Y es que Weller siempre ha sido de dar giros a su carrera, algunos no le han salido tan bien. En este caso, Saturns Pattern se presenta como la continuación de la línea iniciada por Wake Up The Nation y desarrollada en Sonik Kicks, pero no, el disco tiene su parte experimental si se quiere, pero están presentes las melodías pop, sus sonidos más reconocibles y la fuerza y fiereza que Weller nunca deja de lado, junto a la clase y la elegancia. Y sí,  este disco es un buen disco de Paul Weller, no una obra maestra, pero sí un trabajo que va ganando con las escuchas.

En Saturns Pattern Weller asume una gran parte de los instrumentos, así como participa en la producción. En el disco también aparecen colaboradores habituales como Steve Cradock (Ocean Colour Scene), en un papel más secundario que otros discos anteriores, o los más electrónicos Amorphous Androgynous, dúo que firma con numerosos alias y cuya mano también se aprecia en la producción. Pero, como decíamos, el disco se acerca más a las obras clásicas de Weller, especialmente en la segunda parte. El comienzo es demoledor con la furia y la fuerza de ‘White Sky’, con la voz de Weller distorsionada y esas guitarras. En ‘Saturns Pattern’ ya se acerca a la melodía, ese inicio con el piano y ese estribillo, para continuar con un medio tiempo creciente como es ‘Going My Way’, que gana en intensidad a medida que avanza. Muy urgente, y breve ya que dura poco más de dos minutos, es la ruidosa y más electrónica, ‘Long Time’. Y sigue experimentando, y tomando algo prestado del Funk, en la menos conseguida ‘Pick It Up’.

La segunda parte nos lleva al Weller más clásico, con esas melodías y ese Pop marca de la casa, con elegancia y mucho estilo. Con algún guiño acústico llega una canción como ‘I’m Where I Should Be’, maravillosa, creciendo la apuesta con ‘Phoenix’, una de las mejores canciones del disco que nos remite a 22 Dreams o a lo que hizo en su disco de versiones Studio 150 (2004). Promete más de lo que ofrece en su inicio ‘In the Car…’, una pena, pero el disco termina con la tremenda ‘These City Streets’, un tema más ambiental, de gran clase y elegancia, con ese final instrumental que te deja un gran sabor de boca.

Paul Weller sigue en forma, y nosotros lo celebramos. Su disco va a estar entre lo que más escuchamos durante bastante tiempo y pronto habrá que dedicarle un extenso artículo a su figura y carrera. Weller puede experimentar lo que quiera, pero en esta ocasión no ha sido para tanto y le ha salido un disco más personal.

El poderío de Muse y la clase de Ben Harper en Lisboa

11209445_10152821948066517_5868840962296687371_nPaseo Marítimo de Algés, Lisboa, NOS Alive, 9 de julio de 2015

Llegábamos a Lisboa a participar en un congreso de Sociología de la Educación y, por esas cosas, nos vimos en el Festival NOS Alive de la capital portuguesa, un evento con un cartel prácticamente parejo al BBK Live bilbaíno. Con la entrada del 9 de julio cogida hace bastantes semanas, no en vano se agotaron, lo que más me motivaba del festival no eran los grandes cabezas de cartel, Muse, sino ver a Ben Harper & The Innocent Criminals, además de disfrutar de unas horas de buena música. El NOS Alive es otro gran festival con decenas de miles de personas en la desembocadura del Tajo, un festival que, como tantos otros, en los que parece que la música queda en un lugar secundario. Acontecimiento social más que otra cosa, la liturgia asociada al mundo del Rock & Roll se va quedando atrás, y mas cuando entre los cabezas de cartel está un grupo tan masivo como Muse, de los que luego hablaré.

Llegar al NOS Alive en un típico tranvía lisboeta es algo delicioso, pero angustiante si estás mirando el reloj para alcanzar a ver a Ben Harper. Afortunadamente, y en un festival muy bien organizado, alcanzamos el recinto justo a tiempo para ver a Ben & Innocent Criminals. Viniendo como veníamos de las altas temperaturas españolas, se agradecía la brisa y el viento en el NOS, lo que hizo que en menos de cinco minutos ya nos hubiésemos puesto un jersey. A pesar de llegar justo, pudimos avanzar bastante para ver de cerca a Ben Harper, lo que nos indica a lo que estaba bastante gente. Harper, un hombre al que admiramos aquí, ha reunido de nuevo a su banda más mítica, The Innocent Criminals, con los que está grabando nuevo material, cosa que no hacía desde Lifeline (07). Harper tiene una gran colección de canciones, algunas muy destacables, pero no era el lugar para algunas de ellas, especialmente las más íntimas. Y eso que su inicio no podía ser otro que la contundente ‘Glory & Consequence’, una explosión como muestra en el sobresaliente directo Life From Mars (01). Luego, Harper y su banda fueron desgranando canciones de sus discos de los 90 y de los publicados en solitario, especialmente el más exitoso Diamonds on the Inside (03). Por allí cayeron la potente ‘Ground on Down’, la simpática ‘Steal My Kisses’, la celebrada ‘Diamonds on the Inside’, la reggae y muy coreada ‘With My Own Two Hands’, la espiritual ‘Amen Omen’, ‘Burn One Down’ en la que se lució el percusionista Leon Mobley, y sonando impactante cerraron con ‘Better Way’. Un buen concierto que supo a muy poco, en un escenario muy limitado, mientras que un poco comunicativo Harper hacía gala de guitarras, como el slide y el lap steel guitar, que le han dado a su sonido de siempre un matiz característico. Convencieron Ben Harper & The Innocent Criminals, no esperábamos menos de ellos, pero se echaron en falta otros temas más contundentes como ‘Faded’, ‘Excuse me Mr.’, etc.

El NOS Alive carecía de un gran segundo escenario, por lo que los grandes nombres se concentraban en el principal. En una carpa siguieron a Harper un grupo electrónico de New Wave, Metronomy, que contaban con seguidores, aunque la gran mayoría del público estaba haciendo cola para cenar. Luego llegó otro plato fuerte del día, los británicos Alt-J, una de las bandas mimadas por la crítica, pero que no nos convencieron con su propuesta atmosférica-ambiental, con toques electrónicos y de art rock. Nos dejaron muy fríos y nos fuimos a dar una vuelta por el festival donde ya se detectaban los nervios por lo que tenía que venir.

Muse es una de las bandas más grandes de la última década, eso no lo ponemos en duda. Desde el destacado Absolution (03), han ido ganando en popularidad con discos en los que han potenciado la épica y el barroquismo, en algunos casos hasta límites insospechados. Esto los ha colocado en una posición de privilegio, convirtiéndose en los sucesores de U2 como grandes iconos del Rock de estadios, superando a unos erráticos y perdidos Coldplay, con unos montajes galácticos. Con su nuevo disco, Drones, dicen haber vuelto a sus orígenes como banda de Rock, quitándose capas de electricidad, aunque el disco ha dividido a la crítica. Dicho todo esto, yo no soy fan de Muse, tenía curiosidad por verlos, pero si no hubiese tocado Ben Harper dudo mucho de mi presencia en un concierto de Muse. No les quito mérito, y sé que algunos amigos se sorprenden de que no me apasionen Muse, pero es que desde Absolution…Eso sí, el raro era yo, porque allí había muchísima gente entregadísima, y eso me daba envidia sana.

Y no vamos a negar la pericia de Matthew Bellamy a la guitarra, y el poderío de Christopher Wostenholme al bajo y de Dominic Howard en la batería, apoyados por un músico más, y con una puesta en escena más austera que la de las anteriores giras. Ni su musculatura ni su actitud, porque darlo, lo dieron todo, con Bellamy corriendo de lado a lado y sacando esos sonidos a su guitarra que, a mí, me ponen un poco nervioso. Y eso que la cosa comenzó bien con su nuevo single ‘Psycho’, muy rockero, el clásico ‘Supermassive Black Hole’, y la nueva ‘The Handler’, donde Bellamy tiraba de falsete, una constante, para llegar al ‘Plug in Baby’ de sus inicios. El público ya estaba en éxtasis y totalmente entregado. Luego la cosa fue cayendo un poco, a pesar de ‘Hysteria’ que sonó brutal, y tuvimos una amplia jam de bajo y batería, casi nada, mientras Bellamy iba a recuperarse de tanto falsete y tanta carrera. Con referencias más electrónicas procedentes de The 2nd Law (12), muy coreada ‘Madness’, me fui quedando más frío, mientras desparramaban con ‘Supremacy’. Luego siguieron, entre otras, ‘Starlight’, ‘Time Is Running Out’, ‘Uprising’ y cerraron con ‘Knights of Cydonia’, pero para ese momento estábamos en un taxi camino del hotel, un taxista que nos llevó en menos de siete minutos casi al centro de Lisboa a una velocidad de 140 kilómetros por hora por momentos donde marcaba a 80, y no huyendo de Muse, que ofrecieron lo que se esperaba de ellos, épica y barroquismo a partes iguales, para un público entregado, pero que a mí me agotó.

Dawes, ‘All Your Favorite Bands’

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Son muchas las bandas que en los últimos años han engrosado la lista de nuevos intérpretes de folk-rock de raíces norteamericano. Hay razones para pensar que son demasiadas, fruto de una moda que no hace distinción entre quienes la practican como forma natural de expresión y quienes lo hacen animados por el auge de la imagen y la actitud que parece comportar; pero lo cierto es que tropezar con una de las primeras produce un enorme placer que justifica su auge actual y cuestiona a quienes puedan afirmar que se trata de algo pasajero.

En 2009 los californianos Dawes lanzaban su primer disco y seis años después presentan el cuarto; cuatro enormes trabajos en los que no han necesitado de ningún volantazo estilístico ni renovación forzada por el agotamiento de un sonido que sigue sonando necesario y que hace de cada canción una pieza reconocible y distinta. Firma y canta las canciones Taylor Goldsmith, reciente componente de la superbanda creada para reinterpretar algunas canciones recuperadas de Dylan en The New Basement Tapes, y su voz aporta elegancia a una producción limpia y sencilla que no varía el concepto inagotado de sus anteriores trabajos a pesar de estrenar productor.

Sus canciones siguen sonando nostálgicas sin remedio y parecen compuestas para interpretar en la intimidad; la voz de Goldsmith recuerda a la de un joven Jackson Browne y en sus guitarras, especialmente los solos, a veces resuena un Neil Young desatado, referencias clásicas que han llevado a muchos a identificarles con un revivalismo setentero que no termina de gustarles.

El disco lo abre a lo grande Things Happen, pieza de rock frágil con algo más de energía de lo habitual. Más tranquilas son el sencillo country de Somewhere Along The Way, la contenida Don’t Send Me Away con su destacada base eléctrica o la limpia I Can’t Think About It Now. La canción que da título al disco es una bellísima combinación de piano, guitarra y voz y To Be Completely Honest es otro magnífico ejemplo de un medio tiempo redondo. Waiting For Your Call es una balada clásica interpretada con intensidad antes de un nuevo ejercicio de potencia sin excesos en Right On Time para terminar con los iniciales aires soul de Now It’s Too Late, Maria que cierran mano a mano el piano y la guitarra.

No sabemos por cuanto tiempo les aguantará la modestia a estos chicos de Los Ángeles, pero sus méritos ya dan para ser reconocidos como una banda consolidada entre lo mejor del nuevo folk americano. Ojalá que, como ellos mismos dicen en la letra de All Your Favorite Bands, permanezcan juntos durante mucho tiempo y nos sigan brindando discos maravillosos como han hecho hasta ahora.