091 o el valor de un regreso

cartel-A3-091-logo-RiffAlhambraCuando se anunció el retorno de la banda granadina 091 hubo un clamor en el mundo del Rock & Roll español y en el periodismo musical. Sin duda, la vuelta de 091 era una de las noticias del año y no esperada. 091 regresaron a los escenarios el 3 de enero de 2016 en Actual, como contamos aquí hace unos meses, dando comienzo a una exitosa gira que en la actualidad abarca también a algunos de los festivales más importantes del país. Muchos de los que peinamos canas recordamos en aquellos lejanos 80 vagamente a 091. En mi caso, se circunscribe a algunos vídeos en aquellos programas de TVE, pero 091 no eran ni mucho menos un grupo masivo. De hecho, algunos nos habíamos acercado más a la trayectoria de José Ignacio Lapido, especialmente con sus últimos discos como los sobresalientes De sombras y sueños (2010) y Formas de matar el tiempo (2013), donde Lapido mostraba una capacidad compositiva de gran altura y con unas letras soberbias. Pero Lapido también estaba en un lugar secundario del panorama musical español. 091, por lo tanto, permanecían para muchos y muchas como algo que les sonaba, aunque los granadinos contaban con una base más numerosa de lo que se intuía de seguidores y seguidoras que demandan su retorno. Y no parecía que se iba a producir, como decíamos al principio, pero llegó. 

Una de las consecuencias positivas de este retorno no es otro que la recuperación de la mayor parte de la obra de 091, que estaba dispersa entre varias discográficas y que era imposible de localizar, estando descatalogada y siendo la única reseña accesible el directo de despedida de 1996 Último concierto. Afortunadamente, la reedición de seis de sus siete discos es una ocasión para acercarnos a la música de esta banda que facturaron un Rock & Roll de altura y casi sin precedentes en nuestro país. Además, descubrir buena parte de estas canciones también es un auténtico lujo y certifica a José Ignacio Lapido como un letrista de altura. Finalmente, la evolución de la banda también se deja sentir en este proceso, vas viendo cómo maduran y alcanzan a medida que pasan los discos nuevas cotas. Pero también es cierto que algunos de sus primeros trabajos están claramente influidos por ese contexto de la década de los 80 y algunas producciones no acaban de funcionar. Afortunadamente, los discos han sido remasterizados y han incorporado en algunos casos nuevos temas.

Se ha quedado fuera de estas reediciones el debut con DRO Cementerio de automóviles (1984), que salió en vinilo en 2015, y no así el último disco Todo lo que vendrá después (1995), publicado con la independiente Big Bang, y que tenemos ya apuntado para el futuro. Los cuatro primero discos de las reediciones aparecen en una imprescindible caja de Sony, Este es nuestro tiempo: 1986-1991, y son los que sacaron con Zafiro, en una muestra de unas producciones y derivas que eran marca de la época, y de las que esta discográfica debía ser especialista. Sin embargo, los 091 van puliendo su estilo y avanzando en los discos subiendo la apuesta. El quinto trabajo reeditado es Tormentas imaginarias (1993), publicado por Polydor en su día y recuperado ahora por Universal. Y escuchándolo no acabas de entender qué hacías tú en 1993 para no haber dado con este disco. En fin.

Más de cien lobos (1986) nos muestra una banda que parece estar probándose. Allí la voz de su cantante José Antonio García suena más histriónica por momentos, y percibes que la producción no fue la que quería la banda, obviándose la que participó Joe Strummer (The Clash). En la remasterización se ha recuperado parte de la misma y hay canciones que suenan potentes y contundentes, como por ejemplo ‘Escenas de guerra’, ‘Cuando pierdo el equilibrio’, ‘Escupir contra el viento’, etc. José Ignacio Lapido ya se mostraba como un gran letrista y la sección rítmica de Tacho González a la batería y Antonio Arias al bajo daban una gran consistencia a estos temas.

El libreto de la reedición, a cargo de Eduardo Ranedo en los cuatro discos de la caja, indica que más dura fue la experiencia en Debajo de las piedras, sin la presencia de Arias, y en la que la producción se impuso por Zarifo. Se observa una distancia con el anterior, con un sonido más edulcorado, más Pop y con la presencia de un cierto toque más ‘castizo’ que no le favorece. Temas como ‘Un día de lluvia’, ‘Debajo de las piedras’ hubiesen merecido mejor suerte, y se observa lo que podrían haber dado de sí con ‘Sólo tú (Haces que me sienta bien)’.

Pero el salto se da en Doce canciones sin piedad (1989), un trabajo en el que regresó Antonio Arias, y que marcaría el devenir de la banda. Las letras de Lapido crecían por momentos y sus canciones mantienen su vigencia, con una apuesta mayor por la melodía que se observa en el toque Pop del inicio con ‘Cartas en la manga’, aunque luego giran a sonidos más potentes con la imponente ‘Confusión’. También hay espacio para la acústica ‘Nadie encuentra lo que busca’, para la rabiosa ‘Qué fue del siglo XX’ o para ese cierre que es ‘Carne cruda’. Un disco que dejo su huella y que los situó algunos pasos por delante de lo que se hacía en España en eses momentos.

Superar el disco anterior, y con la baja de nuevo de Arias, era complicado, pero El baile de la desesperación (1991) lo consiguen, desde el inicio con esos riffs de ‘La vida que mala es’, un clásico que ya marca la dirección de un disco con un sonido más rockero con temas como ‘Este es nuestro tiempo’, ‘La canción del espantapájaros’, ‘El baile de la desesperación’, ‘El lado oscuro de las cosas’, ‘Un camino equivocado’ o la conclusión con la adictiva ‘Atrás’. Otro trabajo sobresaliente que, de los cuatro presentados en la caja, es mi favorito.

El cierre sigue la línea ascendente con Tormentas imaginarias, donde incorporan a Víctor García Lapido a la guitarra y a Jacinto Ríos al bajo. El disco es tremendo, con un sonido potente y guitarrero consolidado, con una personalidad asentada. Ya el inicio también te deja clavado, brillante la letra de ‘La calle del viento’, y a partir de ahí se suceden canciones tan redondas como la rabiosa ‘Huellas’, las acústicas ‘Todo comienza a girar’ y ‘Sin raíces’, la fuerza de ‘Cayendo’ o ‘Para impresionarte’, el medio tiempo de ‘Otros como yo’, por señalar algunas de ellas, porque el conjunto del disco no tiene desperdicio.

091 han regresado, y van a grabar también un disco en directo. Y sí, piensas que no tuvieron suerte en su tiempo, que podían haber tenido un éxito mayor porque canciones no les faltaban como demuestran tanto sus conciertos como estas reediciones. Una gran oportunidad para conocer a una banda imprescindible que en su vuelta a los escenarios dos décadas después está cosechando elogios unánimes. Nos los perdimos en los 80 y primeros 90, ahora no va a pasar.

PJ Harvey, ‘The Hope Six Demolition Project’

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Cinco años después del básico y afilado ‘Let England Shake’ y del reconocimiento general que este originó, PJ Harvey presenta lo que se podría considerar una continuación de aquel ideario sonoro y también lírico. Consolidada como referencia del rock independiente y tras una carrera llena de variados y exitosos ejercicios de estilo a la vera del rock y el folk, en este último trabajo retoma el ancho concepto artístico inaugurado en su anterior trabajo.

El origen del disco está en los viajes que la cantante realizó junto al fotógrafo irlandés Seamus Murphy por Kosovo, Afganistán y Washington DC entre los años 2011 y 2014, y que también dieron lugar a su libro de poemas ‘The Hollow Of The Hand’. Si bien el sonido de ‘The Hope Six Demolition Project’ no es novedoso sí que lo fue su método de grabación, llevada a cabo en sesiones abiertas al público como parte de una instalación en un museo londinense a principios de 2015.

El disco, producido de nuevo por John Parish y Flood, suena árido y primario y en su mayor parte poblado de abundantes instrumentos y coros. El piano guía la potente apertura con ‘The Community Of Hope’ a la que sigue el folk endurecido de la brillante ‘The Ministry Of Defence’. La percusión protagoniza la más ligera ‘A Line In The Sand’ antes de la grave y oscura ‘The Chain Of Keys’, de lo mejor del disco. Un rumor de gospel abre la desnudez de la voz en ‘River Anacostia’ mientras que los violines y el acordeón son el principal abrigo de ‘Near The Memorials To Vietnam And Lincoln’ antes de que las voces en la bonita ‘The Orange Monkey’ asciendan sin abandonar la suavidad. El saxo y la percusión recuperan protagonismo en ‘Medicinals’ a la que sigue ‘The Ministry Of Social Affairs’, rotunda partiendo de un blues añejo. En ‘The Wheel’ recupera con brillantez el clasicismo de su rock y ‘Dollar, Dollar’ supone un delicado y emotivo cierre, especialmente el precioso y solitario saxo final.

Alejada de modas y tendencias la cantautora inglesa sigue diseñando su propio camino, despistando y borrando sus huellas en una inteligente trayectoria a la que en sus últimos trabajos ha añadido una activa y valiente conciencia social. Y en este fantástico noveno trabajo de estudio vuelve a distinguirse con la inmediatez y crudeza de estas once canciones en las que pesan por igual la verdad de la realidad y de la música.

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Ben Harper & The Innocent Criminals, ‘Call It What It Is’

  descargaBen Harper es uno de los favoritos de este blog, hace mucho tiempo que seguimos al californiano en sus diferentes versiones y numerosos proyectos, tanto en solitario, como cuando ha grabado con Ellen Harper, su madre; con artistas veteranos como Charlie Musselwhite y The Blind Boys of Alabama; con grupos formados por amigos como Relentless7; y especialmente con su banda más relevante como son The Innocent Criminals. Harper, al que le debemos un post en este blog analizando su carrera, siempre se ha movido entre una paleta de sonidos como el Folk que bebió en sus orígenes familiares, el Rock, el Blues, el Reggae, etc., es decir, casi nos podríamos fijar en los palos que Ben Harper no ha tocado. La recuperación de The Innocent Criminals ha sido una de las noticias deseadas por los seguidores de Harper que se ha hecho realidad, el año pasado ya estaban de gira y nosotros los pudimos ver en Lisboa. Hay que recordar que el último disco con The Innocent Criminals fue el pausado Lifeline (2007), que ponía un punto y aparte en su trayectoria. Regresa Harper con el bajista Juan Nelson, el percusionista Leon Moble, ambos en el impactante y celebrado directo Life from Mars (2001), el batería Oliver Charles, junto al organista Jason Yates y el guitarrista Michael Ward, con un disco que tampoco destaca especialmente especialmente dentro de la trayectoria de Harper. Precisamente, ese es uno de los peros que se le puede poner, que su música es muy reiterativa, y te quedas a veces con la sensación de haberlo escuchado antes. Es un buen disco, no cabe duda y especialmente para sus seguidores, pero irregular, donde Harper pone en juego sus influencias, pero no pasará más allá.

Comienza el disco con ‘When Sex Was Dirty’, un tema ruidoso y fiero que parece que nos va a acercar a un disco más enérgico, pero en Haper lo habitual es que se queden en esas pinceladas y de paso a temas como el notable ‘Deeper and Deeper’. ‘Call It What It Is’ es un Blues duro y crudo de lo mejor del disco, pero la irregularidad comienza con ‘How Dark Is Gone’, que comienza con un buen inicio acústico y esa percusión de Moble, aunque se pierde el tema en la producción. A veces también cae en un cierto ‘buen rollo’, como con ‘Shine’, que se deja escuchar muy bien, aunque le queda menos lograda la plegaria de ‘All That Has Grown’, una canción más desnuda.

Parece querer acelerar con ‘Pink Ballon’, más cañero y estimulante, para dar paso a un Reggae marca de la casa como es ‘Finding Our Way’, que funciona sin más. ‘Bones’ también es un tema típico de Harper, y también parece quedarse como a medias. El final sigue esa senda, con dos temas menores en el disco como son ‘Dance Like Fire’, una especie de medio tiempo que se va diluyendo, y cierra con otro tema desnudo y espiritual, ‘Goodbye to You’.

Aunque Harper no ha facturado un disco sobresaliente, analizaremos su carrera en breve, sigue manteniendo un nivel aceptable aunque a veces da la sensación que instalado en una especie de ‘zona de confort’. La vuelta con The Innocent Criminals es una gran noticia, en directo siguen funcionando como pudimos ver, pero nos queda la espina de que este disco podría haber dado algo más de sí, especialmente si explora vías más ruidistas, aunque esa es una impresión mía subjetiva, claro está.