Y el ‘Americana’ se encarnó en Ryan Adams

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Se anuncia para principios de noviembre un nuevo disco de Ryan Adams, y sería el décimoquinto desde el año 2000, cuando debutó en solitario, casi nada. Sin duda, nos encontramos ante uno de nuestros artistas favoritos y representante de toda aquella etiqueta que se llamó el ‘Americana’, hasta el punto de encarnarla si se quiere convirtiéndose en una especie del añorado Gram Parsons en el siglo XXI. Por lo tanto, toca volver a Ryan Adams, un artista tan productivo como inconsistente en ocasiones, un tipo que se estaba en el momento y en el lugar adecuado. Y es que hay que regresar, una vez más, al momento en el que se institucionaliza esa etiqueta ahora denostada que no es otra cosa que la ya conocida unión del Folk, el Country y el Rock & Roll. No era una novedad pero, a finales del siglo XX y comienzos del XXI, la fragmentación de la música popular era un hecho y las modas iban y venían, y el que peor parado quedó de todo aquello fue el propio Rock & Roll, sostenido cada vez más por unas generaciones nostálgicas que se afanaban en mantener una llama mientras que las nuevas le iban dando la espalda. No era posible esperar una banda tipo Guns N’ Roses o un movimiento como el ‘Grunge’ para agrupar una serie de grupos, ni siquiera un BritPop. Todo eso era pasado, sus herederos no alcanzarían ni de lejos su repercusión, y eso que ahí quedan de Wilco a Arcade Fire, pasando por The White Stripes, The Black Keys, Artic Monkeys, The National…Pero volvamos a los inicios, el ‘Americana’ se convirtió en una etiqueta emergente y dominante en los primeros años del siglo XXI porque transmitía una autenticidad desaparecida en la posmodernidad. Guitarras acústicas, melodías, una estética que luego derivaría en otra cosa (ahí, esas barbas de Fleet Foxes…), y la puesta en valor de las raíces y lo comunitario. Algunos habían llegado tarde, ya lo hemos comentado para The Jayhawks, Uncle Tupelo o los primeros años de Wilco, pero Adams no.

Adams había nacido en Jacksonville (Carolina del Norte) en 1974 y ya se convirtió pronto en una figura a seguir. De 1994 a 2000 lideró Whiskeytown, una banda con un sonido donde estaban los mimbres de ese ‘Americana’ futuro. Whiskeytown alcanzaron buenas críticas, pero no el éxito, a través de tres discos como eran Faithless Street (1995), Strangers Almanac (1997) y su obra más reconocible, Pneumonia (2001), que fue grabado en 1999 pero no salió a la luz hasta que el grupo se hubo disuelto. Pero a Adams la banda se le quedaba corta y pronto, muy pronto, iniciaría una carrera en solitario que ha ensombrecido el legado de Whiskeytown. La aparición de Ryan Adams en solitario fue con el soberbio Heartbreaker (2000), un trabajo que todavía bebía de los sonidos más tradicionales y en el que el de Jacksonville sentaba las bases de su sonido. La crítica se rindió y Adams cogió la bandea del ‘Americana’ y casi ya no la soltó.

El siguiente paso le daría más notoriedad con el más comercial Gold (2001), donde estaba ‘New York, New York’ cuyo vídeo fue grabado unos días antes de 11S. Adams comenzaba una serie de discos que culminarían con la explosión de 2005. Sólo un año después, en 2002, llegaba el Demolition (2002), más oscuro y melancólico si cabe debido a una separación sentimental. Y luego llegaría como vuelta de tuerca a su sonido, en un trabajo de homenaje a grupos más duros, garajeros y rockeros, el Rock N Roll (2003), peor valorado por la crítica y donde aparece por primera vez mi canción favorita de Adams, siendo un disco al que le tengo cariño: ‘Anybody Wanna Take Me Home’. Haciendo lo que quería y con un cierto aura de malditismo, acelera con el desgarrador Love Is Hell (2004), un trabajo fascinante donde ahonda en su vertiente melancólica, versión del ‘Wonderwall’ de Oasis incluida. Y llega septiembre de 2004, nosotros ya abrazados al ‘Americana’ nos vamos a Azkena a ver a Ryan Adams y, lo que pasó allí, ya lo hemos contado más de una vez, pero Adams estuvo terrible, pidiendo años después disculpas por el concierto y el espectáculo lamentable que ofreció.

En 2005 Adams se desbocó publicando tres discos, ahí queda eso, en unos pocos meses. Con Cold Roses, un trabajo doble donde daba entrada como banda de acompañamiento a The Cardinals, mostraba su lado más Country; Jacksonville City Nights, de nuevo con The Cardinals, era más ecléctico, y contaba con la colaboración de Norah Jones; y cerraba ese periodo tan fecundo con 29, durante mucho tiempo mi favorito de los tres aunque han ido ganando en valoración los otros dos, siendo un disco más acústico y melancólico, aunque el tema que daba inicio al título engañaba con un toque Blues,pero a continuación ‘Strawberry Wine’ ponía la cosas en su sitio. Pero ya era el momento en el que el ‘Americana’ iba de retirada aunque Adams había consolidado una gran reputación y todo el mundo estaba impaciente por ver cuál era su siguiente paso, normal para un tipo que había publicado en seis años ocho discos.

Ryan Adams se tomaría un descanso, regresando en 2007 con Easy Tiger donde endurecía su sonido dando más protagonismo a The Cardinals, un trabajo notable que tendría continuidad en el menor Cardinology (2008). Adams sorprendería a propios y extraños en 2010 con Orion, un disco conceptual de Heavy Metal en formato trío, mientras entregaba el último trabajo con The Cardinals en ese mismo año, III/IV. Rompiendo la formación, Adams volvería a sus sonidos del inicio con el más acústico e irregular Ashes & Fire (2011) que dio lugar a un descanso de tres años hasta que llegó su mejor trabajo de los últimos años, un fantástico Ryan Adams (2014), donde volvía a combinar la faceta más ‘Americana’ si se quiere retomar la etiqueta con sonidos más rockeros como atestigua el single de presentación, ‘Gimme Something Good’.

Pero las sorpresas de Ryan Adams no acabarían ahí, y es que antes de esta nueva entrega anunciada para noviembre tuvo tiempo de hacer algo que volvió a sorprender a unos y otros. Adams cogió el disco 1989 (2014) de una estrella Pop como Taylor Swift y lo grabó entero por completo con su estilo. Las reacciones fueron desde la alabanza por la osadía y el resultado hasta las críticas menos comprensivas, considerándose como un capricho. Más allá de todas esas valoraciones, no cabe duda que Adams es un tipo curioso y a seguir, un gran talento y un cantautor de primer nivel a pesar de algunos altibajos, un referente para muchos y muchas, y un creador de canciones tan maravillosas ‘English Girls Approximately’:

Dawes, ‘We’re All Gonna Die’

dawes_-_were_all_gonna_dieTras ser anunciado inesperadamente y con apenas un mes de antelación, llegó en septiembre a nuestras manos el segundo disco de Dawes en catorce meses. Puede apreciarse en él un ligero cambio de sonido de la mano de Blake Mills, quien fuera miembro de su formación seminal (Simon Dawes, 2005-07) y ahora convertido en exitoso productor. Además de la recuperación de este ilustre colaborador, que también participa en la composición e interpretación de la mayoría de los temas, también han incorporado a Lee Pardini en sustitución del hasta ahora teclista Tay Strathairn.

La principal novedad de este quinto disco de los de Los Ángeles es el mayor protagonismo de su sección rítmica, situándoles en un terreno más cercano al pop a la vez que conservan su sonido genuino, aunque lo alcanzan por vías diferentes. Repleto de importantes colaboraciones como Jim James, Brittany Howard o Will Oldham entre otras, las canciones nos conducen por un sonido a veces más negro, a veces más pop, otras más bailable, sonidos que antes nunca habían transitado, y lo vuelven a hacer con humor y su habitual destreza en lo melódico.

La apertura del álbum es toda una declaración de intenciones; en One Of Us dejan atrás parte de su habitual melancolía para asimilarse a un pop-rock rítmico y contundente. A continuación llega We’re All Gonna Die, preciosa y contenida muestra de soul con la voz de Jim James (My Morning Jacket) incorporada, y el destacado ejercicio eléctrico en el medio tiempo que es Roll With The Punches. Llena de ritmo, en Picture Of A Man destacan por encima de todo los logrados coros del estribillo y Less Than Five Miles Away nos los devuelve más acústicos en una maravilla que crece sobre la efectiva línea de bajo. La canción más pausada del disco es la balada Roll Tide, a la que sigue el single de lanzamiento When The Tequila Runs Out, pieza funky y bailable, para la que cuentan de nuevo con Jim James además de Brittany Howard (Alabama Shakes) y Will Oldham (Bonnie Prince Billy) en los coros. En la ligera y melódica For No Good Reason retoman su sonido clásico antes de acelerar de nuevo el ritmo en Quitter y cerrar con la más tradicional As If By Design, un blues al piano con trompeta incluida.

Decíamos hace poco tiempo que Dawes se habían convertido, a pesar de su juventud, en una de las bandas más fiables del nuevo rock norteamericano, y con este disco vuelven a demostrarlo. Con más ritmo que nunca y una producción más notoria, vuelven a clavar unas melodías pulidas hasta la sencillez a la vez que, sin renunciar a la raíz de su música, aciertan al ampliar su abanico sonoro.

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Drive-By Truckers, ‘American Band’

drive-by-truckers-american-band-album-cover-artHace unos días escribíamos un largo artículo sobre la trayectoria de una de las mejores bandas actuales de Rock americano como son Drive-By Truckers, un grupo que creemos que no ha alcanzado el reconocimiento merecido por su calidad. Drive-By Truckers han regresado con un nuevo trabajo, American Band, que les devuelve a la actualidad en plena forma. Es, bajo mi punto de vista, su mejor disco desde la cumbre que supuso Brighter Than Creation’s Dark (2008), y está muy por encima de su última entrega, el más plano English Oceans (2014). Lo primero que destaca de su onceavo disco es la portada, una preciosa fotografía que rompe con lo que era otra de sus señas de identidad, esos dibujos realizados por Wes Freed desde Southern Rock Opera (2001), aunque hay dibujo de Freed en el libreto y demás. Por lo demás, la banda liderada por esa dupla que conforman Paterson Hood y Mike Cooley sigue apostando por ese sonido del Southern Rock, esas guitarras que se empastan a la perfección, esos muros de sonido que se te clavan y te transportan, esos toques sutiles de Country, la presencia del Hammond, etc.

Bendecido unánimamente por la crítica, nos encontramos ante un disco que deja poso, un disco que ya se va convirtiendo en uno de mis favoritos del año. Un trabajo de contenido muy político en el que se tratan cuestiones relacionadas con la violencia, las armas o los conflictos raciales. Drive-By Truckers no responden al estereotipo sureño pero musicalmente son pura esencia de esa zona de Estados Unidos. Las tareas compositivas están prácticamente divididas al 50% entre Hood y Cooley, secundados por los habituales Brad Morgan a la batería y el multinstrumentista Jay González y el más reciente fichaje de Matt Patton al bajo. El inicio es brutal, cuatro canciones que son tremendas y que se muestran en una línea de continuidad sin descanso. Cooley firma la espectacular ‘Ramon Casiano’, un inicio con esa guitarra que se te va clavando, esa voz de Hood y esos riffs. Todavía estás noqueado cuando llega ‘Darkness Flags on the Cusp of Down’, sin perder el ritmo, las guitarras se muestran más pesadas pero la canción va creciendo hacia un estribillo fascinante. Y la tercera toma es para ‘Surrender Under Protest’, Rock americano del bueno, con la voz de Cooley, sin bajar el pistón y que recuerda a un Petty y sus Heartbreakers enfurecidos. Y cuando piensas que ya, que por favor que no puedes, en ‘Guns of Umpqua’ se ralentiza levemente con esas guitarras acústicas del inicio, pero no, no frenan. El cielo se ha caído sobre nuestras cabezas y ‘Filthy and Fried’, interpretada por Cooley, muestra algún toque más Country debido a su voz grave, aunque no le falta un punto épico y el Hammond gana protagonismo. En ‘Sun Don’t Shine’ van abandonado esa energía inicial, que no la calidad, por un medio tiempo con la voz de Hood en primer plano y con un piano que encaja a la perfección, uno de los temas que ganan con las escuchas.

‘Kinky Hypocrite’ nos devuelve a Cooley a la voz, es un tema más del Rock & Roll clásico de los 50, que inicia una segunda parte del disco que es notable pero que cuenta con la mejor canción del disco. Con ‘Ever South’ realizan una pequeña ruptura del sonido, con ese inicio lento y esa batería tan diferente, pero es un tema al que luego le incorporan las guitarras y que está muy bien construido. Y llega el momento cumbre, ‘What It Means’, más de seis minutos de una canción increíble que tiene un comienzo acústico y al que luego incorporan las guitarras eléctricas, el Hammond y todo lo demás, hasta crear un medio tiempo que se inserta en la tradición del Rock & Roll norteamericano, con ese punto de épica melancólica que decíamos antes. El final es para la menor y nostálgica ‘Once They Banned Imagine’ y el cierre es para el más sureño ‘Baggage’, un tema más endurecido que funciona a la perfección como colofón.

Encantados estamos con este American Band de Drive-By Truckes, un disco que alcanza casi el sobresaliente y que pensamos que puede ser otra de las cimas de unos de los representantes por antonomasia del rock sureño y de todo aquello que se llamó ‘Americana’.