‘Fin de un viaje infinito’ o la penúltima entrega de Deluxe

Xoel López es uno de los músicos más respetados del país que el próximo 17 de noviembre publicará su nuevo trabajo, Sueños y pan, continuación del exitoso Paramales (2015) y del no menos reconocido Atlántico (2012). Xoel López ha ido creando una carrera en solitario en donde ha adoptado un cierto mestizaje, con influencia de sonidos latinos, así como ha mantenido un grandísimo nivel como letrista. Pero López venía de su proyecto Deluxe, que se convirtió en uno de aquellos grupos referentes de todo lo que era el denominado ‘indie’ de la primera década del siglo XXI. Si sus dos primeros discos fueron en inglés, No What You Had Thought (2001) e If Things Where to Go Wrong (2003), se pasó al castellano con Los jóvenes mueren antes de tiempo (2005), con el que alcanzó un mayor reconocimiento. El 2007 llegaría Fin de un viaje infinito, su primer disco para Virgin, y en 2008 Reconstrucción, un trabajo con una tirada limitada. En 2009, Xoel cerraría Deluxe y se trasladaría a vivir a Buenos Aires, donde tomaría un nuevo camino que se plasmaría en su trayectoria en solitario. Pero merece la pena detenerse en las composiciones de López con Deluxe, y concretamente en Fin de un viaje infinito del que se cumplen diez años. En este trabajo demostró una capacidad para componer himnos Pop, melodías increíbles, y unas letras que no he dejado de olvidar.

No sé la relación que Xoel López mantendrá con este trabajo, pero creo que es una obra maestra, un disco que no tiene una canción mala y en el que la mayoría rayan a gran altura con letras muy destacadas. ‘Colillas en el suelo’ comienza como una maravilla Pop en el que destaca el piano y su letra. En ‘Gigante’ adopta un tono más electrónico, que será una excepción, que da paso a ‘Tendremos que esperar’, una de las cumbres del disco, una canción melancólica a más no poder y con una sección de viento poderosísima. En ‘No es mi primera vez’ sobresalen las guitarras y de nuevo la letra. ‘Rostro de actriz’ es una canción preciosa, un comienzo acústico que va creciendo, destacando el sonido de la trompa a cargo de Julián López. Y en ‘Ver en la oscuridad’ adopta un tono más festivo y alegre.

‘Réquiem (No fui yo)’ es una canción también potente pero el tramo final está entre lo mejor del disco. Primero con esa maravilla que es ‘De tanto callar’, un tema de melancolía profunda, con una letra soberbia y que va increscendo. ‘Simone’ recupera el pulso más dinámico con una sección de vientos que se impone y ‘El amor valiente’ se convierte en otra de las cimas del disco, una melodía brutal, una letra para enmarcar, y el contrapunto que suponen la armónica y el saxofón. ‘A un metro de distancia’ es un tema de Pop bailable con Rubia haciendo los coros. Y el final es para, en cierto punto, una amarga ‘Fin de un viaje infinito’, una letra más críptica, unas guitarras eléctricas más presentes.

Fin de un viaje infinito es un gran trabajo, un disco en el que se intuye un poco esa evolución que culminará con la carrera en solitario de Xoel López, un disco donde funciona ya más como un cantautor que como una banda. Recordar a Deluxe no está de más y volver a escuchar estas canciones nos devuelve una sonrisa, aunque cargada de melancolía.

Nick Mulvey, ‘Wake Up Now’

Con poco más de veinte años este joven londinense ya recibía multitud de elogios por su debut (2007) con su primera banda, el proyecto instrumental Portico Quartet. Estudioso de las músicas étnicas, en 2011 abandonó la banda para poner en práctica lo aprendido en una carrera en solitario que inauguraría en 2013 con el muy recomendable ‘First Mind’. Este septiembre acaba de presentar su segundo largo en el que continúa su exótico recorrido por territorios afro-latinos, sin apartarse de la tradición anglosajona, del que resulta una suerte de folk-fusión lo más entretenida sin descuidar el mensaje.

Por las vías abiertas hace tiempo por Paul Simon o Peter Gabriel (en cuyos estudios ‘Real World’ no es de extrañar que haya grabado este disco) y producido con exquisito cuidado de las cuerdas por el prestigioso Ethan Jones, Mulvey vuelve a acertar en el contenido de este ‘Wake up Now’, sencillo y delicado pero también lleno de groove. El conjunto deja una sensación animada y colorista sin obviar una faceta espiritual y concienciadora que no olvida la actual crisis de refugiados, a la que hace referencia en distintas ocasiones.

Unconditional, es el cálido primer sencillo que abre el disco con un bello rasgueo de guitarra para luego añadir vientos y coros, al igual que hará en otras canciones. Su habitual deje vocal cobra protagonismo, al igual que el ritmo, en Transform your Game (We Remain) e Imogen se abre en una íntima desnudez acústica, con una bella línea de guitarra a la que también se van añadiendo con tino la sección rítmica y los coros. Su alegato más directo en favor de los refugiados está contenido en Myela, pieza no exenta de emoción, especialmente en su parte más tribal al corear el nombre de la protagonista. Una belleza más calmada suena en We Are Never Apart, canción de amor y desgarro que repite personaje (Myela) y cierra con delicadeza un piano.

En Remembering suenan ritmos africanos más evidentes y Mountain to Move introduce el ukelele y acierta en el contagioso estribillo. When the Body Is Gone suena suave y cargada de espiritualidad y, tras el bello interludio de Lullaby, llega In Your Hands, preciosa pieza que integra con fluidez cuerdas y juegos vocales. El relajante punto final de Inifinite Trees quiere recordar a las composiciones del argentino Gustavo Santaolalla.

Nuevas canciones para seguir aumentando el prestigio de este experimentado joven que vuelve a demostrar una sensibilidad especial para fusionar los ritmos étnicos con sonidos folk e incluso pop. Un disco variado que tiene muy claras las coordenadas en que desenvolverse y las fuentes de las que beber para culminar una apuesta musical tan personal como accesible, tan particular como cercana.

Pearl Jam, ‘Let’s Play Two’

Bienvenidos a un caso de libro en el que el sentimiento supera a la razón, y no será porque no hubo pelea, algo…El caso es que en el calendario, un calendario horrible por la cantidad de novedades que hemos comentado, estaba apuntado el lanzamiento de Let’s Play Two, directo de Pearl Jam que, realmente, poco aporta más allá de que son Pearl Jam. Y allí estaba yo, tratando de convencerme de que no, que había muchas más novedades que caer en un nuevo directo de Pearl Jam, que ya teníamos el Live on Two Legs (1998), el intimista Live at Benaroya Hall (2004) y el Live on Ten Legs (2011). Y que Pearl Jam siempre han sido muy generosos con sus Bootlegs, ¿cómo olvidar el Azkena de 2006 del que tantas veces hemos hablado? Bueno, lo dicho, que allí estaba yo, pensando y diciéndome a mí mismo que tenía que ser racional, que no, que Let’s Play Two no aportaba nada y que, desde un punto de vista racional, tenía que guardarme los euros para otra novedad. Lo que pasó al segundo siguiente fue que el primer CD que cogí fue el Let’s Play Two y el sentimiento barrió a la razón lo que costó verlo en la hilera de novedades. Sí, se impuso la vena completista.

Let’s Play Two viene a ser parte de los dos conciertos que Pearl Jam dieron en mítico estadio de béisbol de los Chicago Cubs, el Wrigley Field, en agosto de 2016, una temporada que acabaron ganando los de Illinois en noviembre. La vinculación de Pearl Jam con los Cubs viene a través de Eddie Vedder, natural de una localidad del área metropolitana de Chicago, habiéndose gestado una especie de unión que se ha visto manifestado en la película del mismo nombre dirigida por Danny Clinch, que se estrenó en algunos cines de España pero no en nuestra ciudad. La veremos con emoción cuando toque el momento, aunque esperemos que no caiga en una visión hagiográfica, aunque las imágenes y adelantos que nos han llegado parecen ir más por ese camino, sin olvidar la relación con los Cubs y la ciudad de Chicago.

¿Y el disco?, bueno, digamos que no se han comido mucho la cabeza, ¿para qué? Caen muchos de sus Hits, que son coreados con ganas por un público entregado (¡lo que hubiésemos dado por estar ahí, los dos días!). Comienzan suaves con ‘Low Light’ del Yield (1998) para impactar con las grandísimas ‘Better Man’ y ‘Elderly Woman Behind the Counter in a Small Twon’. Pero luego ya se lanzan con la tralla, ‘Last Exit’ imperial, ‘Lightning Ball’ que se convierte en su única referencia de su último disco de 2013 y del mismo título (¡qué lejos queda!), y se agradece una enérgica ‘Black Red Yellow’, grabada en las sesiones del No Code (1996) y que se publicó en el disco de caras b Lost Dogs (2003). Llega el turno para el éxtasis del público con ‘Black’ y una extendida ‘Corduroy’. Sin más dilación enlazan con ‘Given to Fly’, abonándose a la épica, y con ‘Jeremy’. ‘Inside Job’ del Pearl Jam (2006) precede a ‘Go’ y destaca que incluyan también la versión del ‘Crazy Mary’ de Vanessa Williams, con el diálogo entre la guitarra de Mike McCready y el órgano de Boom Gaspar. La emotividad de ‘Release’ y la furia de ‘Alive’ dan paso al cierre con ‘All the Way’, la canción homenaje de Vedder a los Cubs, y para la versión del ‘I’ve Got a Feeling’ de The Beatles, tema que se encontraba en el Let It Be (1970), y que supone un gran final de fiesta.

Ament, Cameron, Gaspar, Gossard, McCready y Vedder vuelven a emocionarnos, una vez más. Y me mantengo en mis argumentos del comienzo pero son Pearl Jam. Vale, el Lightning Ball es de 2013 y, desde entonces, no han dejado de girar y se echa de menos material nuevo, pero la verdad es que tampoco creo que tengan que jugársela si no tienen nada que ofrecer, a diferencia de otras bandas o artistas que publican discos muy menores. Tampoco les podemos pedir a estas alturas que saquen una obra maestra, ya las han hecho. En 2o18 se cumple el vigésimo aniversario del Yield por lo que seguro que habrá edición conmemorativa. Y esperemos que regresen este verano a España, aunque sea a alguno de los festivales de turno, porque ya comentamos que la última vez que los vimos fue en 2010.