Christina Rosenvinge, ‘Un hombre rubio’

Octava referencia en solitario de Christina Rosenvinge, más de treinta años entre diferentes proyectos y colaboraciones de una carrera en la que prestigio y popularidad no siempre han ido de la mano. Y es que, si nos limitamos a su carrera en solitario, siempre ha mantenido un gran nivel hasta consagrarse como una figura indiscutible de la música alternativa de este país y una garantía de calidad, una cantautora que controla las riendas y sitúa por encima de todo la propuesta artística, sin reparar en modas ni corrientes.

En este ‘Un hombre rubio’ (título referido a su padre fallecido hace 26 años pero también a ella misma en la concepción neutra de la palabra «hombre») predominan los protagonistas y el punto de vista masculino y vuelve a cobrar especial relevancia un discurso que destaca por el cuidado y la brillantez de las letras. Musicalmente la propia autora se ha encargado de la producción y su voz suena fantástica rodeada de una banda de nivel (Manuel Cabezali, David T Ginzo y Juan Diego Gosálvez).

Se inicia el disco en lo alto con el rock seco de La flor entre la vía para continuar con el bello y triste Romance de la plata en el que su voz se afina y cuyo final brilla entre sintetizadores y guitarras. El pretendiente es más intensa sobre todo en los pasajes de piano y se relaja en la parte final, le siguen las bonitas guitarras que abren Ana y los pájaros, que se aligera en el estribillo. Pesa la palabra (inspirada en unas palabras de ‘El Cordobés’ hijo) destaca por la belleza de la letra sobre un piano suave, suavidad que conserva de inicio Niña animal para romper con brillantez en el enérgico estribillo antes de que se impongan el ritmo y las guitarras de Berta multiplicada (dedicada a Berta Cáceres, líder social hondureña asesinada en 2016). Una base acelerada de piano sostiene el fraseo de Afónico antes de un estribillo melódico, para cerrar con colores tristes y llenos de añoranza y levedad en La piedra angular.

En total nueve canciones perfectamente engranadas sonoramente en las que la madrileña vuelve a reivindicarse como una artista de primer nivel; un trabajo de calidad que cuida todos los detalles, que transmite fuerza y sensibilidad a partes iguales y que debería convencer a mucha más gente de que seguirla merece la pena.