La visibilidad de Band of Horses con «Infinite Arms»

Suele ocurrir que descubres un artista o un grupo y te impacta, rastreas su discografía, y luego les sigues. Es lo que nos pasó con Band of Horses en el año 2010. Recordemos, es un momento en el que el llamado «Americana» se había «hipsterizado». Son los años en los que Fleet Foxes y Bon Iver están en lo más alto de la crítica, y la estética de las barbas largas se generaliza. Dentro de esa corriente de grupos y sonidos Folk, aparecerán desde una segunda línea Band of Horses, que venían de Seattle y que estaban en el mítico Sub Pop. La banda, encabezada por Ben Bridwell y con una formación que ha ido variando de componentes sin cesar, había publicado con ese sello dos discos, Everything All the Time (2006) y Cease to Begin (2007), que les habían situado en el mapa con canciones como «The Funeral», «The Great Salt Lake» o la arrebatadora «No One’s Gonna Love You», que es la canción con la que yo les conocí. Con un sonido muy claro, la voz de Bridwell como elemento destacado y unas melodías que te ganaban, Band of Horses estaban en el lugar y en el momento adecuado. Consolidando su formación más duradera, habían incorporado a Tyler Ramsey a la guitarra y Ryan Monroe a los teclados, Band of Horses llegaron a Columbia y le tocó el turno a Infinite Arms (2010), un disco que les iba a dar una mayor visibilidad. Sin olvidar sus esencias, el sonido de influencias Folk, iban a apostar más por el Pop orquestal, las cuerdas y las armonías, recordando en alguna ocasión a Crosby, Stills, Nash & Young. Les salió un buen disco, me gustó mucho pero con los años creo que sus predecesores son mejores, aunque sigue conquistando con ese ambiente que genera.

El comienzo es para la muy atmosférica y ampulosa «Factory», una canción orquestal, con vientos,  e intensa donde juegan ya con las voces. «Compliments» tiene un sonido más Pop con el piano como protagonista y con las guitarras ganando terreno. Y llega el turno de «Laredo», una canción nostálgica y crepuscular que es de lo mejor de toda su discografía. En «Blue Beard» tiran de nuevo de orfebrería Pop para seguir en el tono crepuscular y emocionante. En «On My Way Back Home», Bridwell se pasa al falsete aunque es una canción un tanto contenida. Otro de los momentos más especiales del disco es «Infinite Arms», gran producción para un tono minimalista y con Bridwell cantando de maravilla.

La segunda mitad comienza con un regreso a sonidos más Pop en «Dilly» y en «Evening Kitchen» retornan a los lugares más intimistas con una de las piezas más emotivas del disco. De repente, en «Older» se apuntan al Country, Bridwell siempre ha tocado el pedal steel, y aportan otro de los grandes momentos del disco. «For Annabelle» no se baja del intimismo y en «NW Ap.» aceleran, es una de las canciones más guitarreras de todo el disco. El cierre es para una emocionante «Neighbour», con la cual se van a casi seis minutos en una primera mitad que es más espiritual y con una segunda en la que crece de forma épica, con el Hammond como contrapunto destacado.

Con Infinite Arms parecía que Band of Horses lo tenían todo para dar el salto pero su siguiente disco fue fallido, Mirage Rock (2012) carecía de la emoción de los tres discos anteriores. Y eso que se veía que la banda funcionaba porque en Azkena 2011 tuvimos oportunidad de disfrutar de su directo y no nos defraudaron, para nada. En 2016 lograron resarcirse con un mejorado Why Are You OK?, pero lejos de sus tres primeros discos. En 2017, Ramsey y el bajista Bill Reynolds, que también estaba en la banda desde 2007, la dejaron. Hace mucho que no se sabe nada de Band of Horses y les esperamos pensando en que podrían haber llegado más lejos.