«The Great Escape», un buen final para el mejor principio

Después de debutar  con «Leisure» en 1991, un álbum arrastrado por lo que entonces se cocía en Manchester y por el pujante shoegaze, el cuarteto formado en Londres en 1988 por Damon Albarn, Graham Coxon, Alex James y Dave Rowntree se adentraría en su trienio más agitado y productivo. Entre 1993 y 1995 Blur publicarían sus discos mejores y más significativos y alcanzarían el podio de la música británica con su sonido más identificable.

La forja de esta identidad notoriamente british comenzaría en el noventaytrés con «Modern Life Is Rubish» para un año después alcanzar la cima con el fantástico «Parklife», convertido en un símbolo de la efervescencia noventera en el Reino Unido que se conocería como britpop y que duraría apenas un lustro (aunque muy ruidoso). Al año siguiente completarían esta trilogía con el disco que pronto cumplirá veinticinco años, el menos valorado pero también fantástico «The Great Escape».

Era 1995, el britpop estaba en todo su apogeo y en los medios hervía la batalla por su cetro entre Oasis y los propios Blur, que alcanzaría su punto culminante cuando el 14 de agosto ambas bandas presentaran a la par sus nuevos sencillos. En esta ocasión se llevaron el gato al agua los de Londres con un Country House que se imponía a Roll With It, segundo sencillo con el que los de Manchester presentaban un «(What’s The Story) Morning Glory?» que terminaría por imponerse con rotundidad tanto en ventas como en reconocimiento. Sería su primer número uno en las listas de sencillos británicas (solo repetido en 1997 con Beetlebum) y la presentación de un disco que saldría a la venta el 11 de septiembre del mismo año.

Como en todos sus anteriores discos, se hacían acompañar en la producción por Stephen Street (entonces conocido sobre todo por sus trabajos con The Smiths) y entre enero y mayo grababan el que sería colofón de su «trilogía inglesa» y a la postre inicio de nuevas exploraciones sonoras que aún habrían de deparar bastantes alegrías y algunos disgustos. Pero eso es otra historia y en el álbum que nos ocupa, algo desordenado como lo calificaría Albarn años después, había varias enormes canciones que multiplicaban su valor artístico.

Country House era el segundo corte, sonoro y festivo primer sencillo con el bajo de Alex James tomando protagonismo y las omnipresentes guitarras, como en la apertura de Stereotypes donde al bajo se le unen los sintetizadores. Bajan (¿demasiado?) revoluciones y decibelios en Best Days antes de combinar guitarras y piano con energía y eficacia en la más eléctrica Charmless Man. Después llega el vaivén de teclados y trompetas de Fade Away y una Top Man divertida y rítmica.

The Universal sería el segundo sencillo y posiblemente la mejor canción del disco, emocionante e inquietante la omnipresencia de coros y orquesta la embellecen y hacen grande. Con Mr. Robinsons’ Quango recuperaban la frescura brit a base de guitarras y golpeos y en la brumosa He Thought Of Cars perdían parte de esa vitalidad pero mantenían una energía espesa. It Could Be You es de nuevo directa, con un brillante riff que junto a los coros suena fenomenal y Ernold Shame es un corto y depresivo pasaje lleno de significado. Con más agresividad y llena de ritmo se desarrolla Globe Alone y Dan Abnormal avanza a ritmo grave para animarse en el estribillo. Para cerrar otra destacada como Entertain Me, pop directo y en la que brillan el bajo y los sintetizadores, y la distorsionada Yuko and Hiro que pone el extraño punto final.

Puede que su minutaje sea algo irregular (también extenso) y que en él esté contenida alguna pieza sin demasiada sustancia, pero lo compensan con creces sus mejores cortes. Por entonces podían permitirse un disco de esas características y, aún más, podían permitirse lo que estaría por venir; con sus siguientes discos «Blur» y «13» descolocarían a muchos fans con una nueva reinvención a la vez que las primeras desavenencias creativas surgían, sobre todo, entre Albarn y un Coxon que terminaría por abandonar la banda en el 2000.

Su decadencia era evidente hasta que, cuando parecían amortizados después de un largo hiato a partir del decepcionante «Think Tank» de 2003, reaparecieron al completo en 2015 con un más que digno «The Magic Whip» de cuya continuación no parece haber noticias. En cualquier caso con «The Great Escape» culminaron su mejor etapa, unos años pletóricos en los que su presencia era habitual en los tabloides británicos a la vez que componían una parte importante de la banda sonora de una generación.