The Tallest Man On Earth, ‘Dark Bird Is Home’

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Hace mucho tiempo que dejó de ser una sorpresa la calidad de las propuestas musicales llegadas desde Suecia. La cultura y la industria musicales están muy cuidadas y desarrolladas en aquel país y no es extraño que cada cierto tiempo nuevos grupos o solistas surjan con trabajos originales y de calidad. La música pop, el heavy y últimamente la electrónica han sido los estilos más habituales de los producidos en Suecia, por ello The Tallest Man On Earth (Kristian Matsson) resulta una rara avis entre los músicos del país escandinavo con su austera propuesta basada en el folk tradicional americano.

El pasado mayo publicó este Dark Bird Is Home, cuarto disco desde que debutara en 2008, que vuelve a producir e interpretar casi en su totalidad y en el que en general se sirve de un mayor número de colaboradores y recursos, más allá de su inseparable guitarra, para conseguir un sonido compacto y más animoso que en sus intimistas trabajos anteriores. La imperfección de su voz suave y temblorosa al servicio de unas canciones largas y ocupadas por su lírica torrencial es otro de los rasgos particulares de una música cálida que conserva un regusto amargo a pesar de las influencias pop incorporadas.

El conjunto del disco es calmado y homogéneo, presidido por baladas y medios tiempos más producidos que en sus trabajos anteriores, prácticamente acústicos. Como el inicio desnudo de la destacada Fields of Our Home, que visten sintetizadores y coros en su parte final. Darkness of The Dream es otra de las mejores piezas, animosa desde el principio y acertando en la mezcla de pop y folk, al igual que en Slow Dance o Sagres. Singers es delicada hasta prescindir de la percusión, como en la bella Little Nowhere Towns que preside un piano clásico. Más folkie suenan Timothy, con guitarra protagonista y arropado por la banda, y la más colorista y sencilla Beginners. En Seventeen recupera la clara estructura pop antes del precioso cierre grupal de la inicialmente acústica Dark Bird is Home.

Con más acompañamiento del habitual para su voz y su guitarra, a Matsson le ha resultado su trabajo más popero y luminoso. La clara línea de producción, de la que apenas se salen dos canciones, y los medidos arreglos no ocultan la intimista marca habitual de las canciones de Matsson, que sigue siendo su principal rasgo y la sensación más fuerte que transmoten sus canciones.

 

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