U2, ‘Songs of experience’

Es una obviedad y una redundancia (en mayor medida en el caso de U2) afirmar que hubo tiempos mejores y que perseguir su reedición resultaría ingenuo además de inútil. Hace tiempo que el más ilustre cuarteto de Irlanda dejó de perseguir esa quimera, podría decirse que con ‘All That You Can´t Leave Behind’ (2000) iniciaron su renuncia al riesgo artístico para acomodarse en una posición que, si bien no llamaba a las puertas de la historia como habían hecho hasta entonces, sí que les ofrecía la posibilidad de continuar exitosamente su carrera. E inicialmente lo hicieron con buenos resultados; tanto en ATYCLB como en ‘How To Dismantle An Atomic Bomb’ (2004) echaron mano de su experiencia y de lo que se confirmarían como postreros resquicios de inspiración para facturar algunas de sus últimas canciones memorables antes de adentrase en la niebla de ‘No Line On The Horizon’ (2009) para perderse por una temporada que se prolongaría en 2014 con un ‘Songs Of Innocence‘ que quería asomar la cabeza pero no lo hacía lo suficiente para ver la luz.

Y preparado para lo peor, he de reconocer que las primeras escuchas de este ‘Songs Of Experience’ han derribado mis recelos (con un ímpetu moderado eso sí) y han satisfecho mis oídos como hacía años no me ocurría con sus discos, lo que podría parecer carente de mérito vistos los antecedentes inmediatos, pero que no deja de ser una gran noticia para quienes en algún momento nos hemos declarado seguidores suyos. Tras la deficiente planificación de su anterior disco que desembocó en un álbum de irregular sonido, en este caso parecen haberse orientado mejor rodeados de un ilustre equipo de hasta nueve productores que le han dotado de una sorprendente homogeneidad. También parecen haber comedido su ambición, descendido unos escalones de su pedestal para, en manos de los productores antes mencionados, intentar sonar más cercanos y apegados a un pop más arquetípico y actual sin renunciar a las dimensiones a las que están acostumbrados ni rebajar la grandilocuencia de su mensaje (especialmente el de su líder).

Así, con una larga introducción no demasiado alentadora como Love Is All We Have Left, se inicia un disco que enseguida atrapa el ritmo con una de sus piezas clave, Lights Of Home interpretada y compuesta junto a las hermanas Haim, antes de ocupar la pista con la más bailable y enérgica You’re The Best Thing About Me, lograda pieza de pop contemporáneo. Como rebotada de sus aventajados pupilos Coldplay nos llega Get Out Of Your Own Way, de intensidad creciente y reconocibles guitarras hasta la brillante declamación de Kendrick Lamar, que enlaza con el suave y efectivo rock de guitarras de American Soul. Una de las sorpresas del disco es Summer Of Love que, tras un sospechoso tufillo inicial a D.J. de moda, se desliza elegantememnte a través de un precioso desarrollo (coros de Lady Gaga incluidos). Centrada en las guitarras pero con un punto electrónico en el estribillo, Red Flag Day no está mal, seguida por el peaje acústico, con reminiscencias clásicas y sesenteras, que pagan con The Showman (Little More Better). El alma soul se abre paso con lentitud en The Little Things That Give You Away, protagonizada por un The Edge en su salsa, y en una Landlady también lenta y más tierna. The Blackout es rock bailable a merced de la potente sección rítmica y Love Is Bigger Than Anything In Its Way pop colorido y emocionante. La tímida pero efectiva revisitación del Song For Someone que hacen en 13 (There Is A Light) supone sin duda un bello cierre.

Presa fácil para la crítica superficial, un nuevo disco de U2 se presta lógicamente (y como pocos) al examen más exhaustivo: son de los más grandes, cuentan con ilimitados medios de producción y promoción y no deberían fallar como lo venían haciendo, es por ello que siempre han recibido con saña, pero parece igualmente justo (y lógicamente opinable) afirmar que este nuevo trabajo contribuye a enderezar su reciente trayectoria y lo hace con una menor pretenciosidad y un mayor tino que los inmediatos anteriores. Lejos de una época dorada que no tiene sentido añorar, siempre es una buena noticia que el cuarteto de Dublín abandone el insípido terreno en que se venía moviendo últimamente y retome una dirección más clara que de nuevo les aproxima al sonido de una banda con un discurso sonoro sólido y disfrutable.

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