Vetusta Morla, ‘Mismo sitio, distinto lugar’

Mucho se ha hablado del nuevo sonido de Vetusta Morla para este cuarto disco de estudio hasta crear una expectación que visto el resultado parece desmesurada o cuando menos desorientada, no tanto por el nivel de las canciones que vuelve a ser muy alto, sino por una anunciada innovación que no se lleva el protagonismo en este trabajo. Sí lo vuelven a ser la música y las letras y la sobrada fiabilidad de una banda que, de tan marcada personalidad, por más que varíen técnicas y métodos no deja de sonar a sí misma (más allá de los ecos que con tanta maestría han sabido asumir en su sonido).

Grabado en los Hansa Studios de Berlín y de nuevo responsables de la producción (junto a Carlos Campi Campón), han dejado las mezclas y la masterización en manos de ilustres productores internacionales como Dave Fridmann y Greg Calbi y han introducido un tratamiento electrónico que supone la mayor innovación sonora con respecto a sus anteriores trabajos. Las letras, a menudo calificadas de abstrusas en otras entregas, vuelven a contener imágenes brillantes y sugerentes a la vez que, sin renunciar a su latido lírico, se esfuerzan en concretarse y hacerse más reconocibles.

De inicio mantienen su línea en la atinada ‘Deséame suerte’, que junto a las guitarras introduce sintetizadores. El riff que abre ‘El discurso del rey’ es más sorprendente, más tecnológico e innovador hasta culminar en un ritmo apremiante y en ‘Palmeras en La Mancha’, agresiva y acelerada, sobresalen la rabia y la contundencia del bajo. Suaves notas de piano dan entrada a ‘Consejo de sabios’ que va creciendo en intensidad a medida que avanza antes de la suave tradición que representa ’23 de junio’, conjugada acertadamente con una velada tecnología. ‘Guerra civil’ es el resultado de una efectiva combinación de energías, de un nudo dulce con un desenlace cañero, antes de recuperar el ritmo y la intensidad guitarrera en ‘Te lo digo a ti’. La progresión controlada de ‘Punto sin retorno’ no abandona la belleza antes de que ‘La vieja escuela’ se presente con un muro de piano, guitarras y percusiones para dar paso al bonito y rompedor cierre con que ‘Mismo sitio, distinto lugar’ se abre al futuro.

Más de tres años después de «La deriva» y diez después de su impactante irrupción en el escenario nacional, el sexteto madrileño da un paso hacia su reinvención y esquiva el hastío con una obra en la que arriesgan lo necesario para mantener intactos el vigor y la calidad. Fieles a unos referentes de indudable ambición artística (¿quién no ha detectado el rastro de unos Pearl Jam, U2 ó Radiohead en algunas de sus canciones?) han sabido consolidarse en el éxito sin traicionar su apuesta por la independencia y la calidad y convertirse a su vez en referencia de nuevas y exitosas bandas nacionales (léase Izal o Viva Suecia) que a su estela han ido ensanchando ese espacio masivo-alternativo que ellos contribuyeron a construir como el que más y que siguen prestigiando con sus discos.

 

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