Ty Segall, ‘Freedom´s Goblin’

Nueva entrega de la agitada e incontenible trayectoria del joven Ty Segall, tan breve como prolífica (diez discos en solitario en apenas diez años), que supone uno de sus mejores trabajos, ecléctico y torrencial, a la altura de la joya que nos lo descubrió allá por 2014, aquel fantástico ‘Manipulator’. Apenas un año después de su también destacado disco homónimo, regresa con otro derroche de creatividad, un muestrario de selectos referentes del punk, la psicodelia, el metal o el garage sabiamente asumidos e interpretados con crudeza e inmediatez.

Grabado en el Electrical Audio Studio (Chicago) de Steve Albini y consolidando la excelente banda que le acompañó en su anterior trabajo (Ben Boye, Mikal Cronin, Emmett Kelly y Charles Mooothart), el californiano presenta lo que en el pasado hubiéramos considerado un álbum doble de diecinueve canciones en una nueva demostración de efervescencia creativa que sigue sin dar muestras de agotamiento.

De inicio Ty nos descubre una nueva cara en la fantástica apertura de Fanny Dog, potente ejercicio de soul, que se prolonga con suavidad en la eléctrica Rain. A continuación la genial Every 1’s a Winner recupera el ritmo guitarrero antes de endurecer el pop de partida para después ponernos a bailar con el funk setentero de Despoiler of Cadaver. Le sigue When Mommy Kills You que contiene color y elaboradas voces entre una comedida distorsión que también rompe la calidez de voces, guitarras y vientos de la preciosa My Lady’s on Fire. Despista el suave inicio de la excelente Alta, asaltado de inmediato y con dureza por la pericia guitarrera de Ty. A Meaning, cantada por su esposa Denée, le cuesta arrancar para luego sonar ruidosa y potente antes de, en otro volantazo, dar paso a Cry Cry Cry, acústica y con un punto folk.

La segunda mitad comienza con Shoot You Up que de inicio te engancha con la guitarra para luego sujetarte con un duro riff, pura suavidad rock con la marca Segall, después You Say All the Nice Things recupera la calidez de las cuerdas desenchufadas y The Last Waltz, como no podía ser de otra manera, tiene gusto clásico mientras se enreda con brillantez en el folk. El rock duro llega imparable con She y su efectivo riff antes de desfasar en el brillante final. Tras la fugaz Prison llegan la desatada Talkin 3, enredo guiado por el saxo, y el excelente resultado de la fantástica discordancia de The Main Pretender. Las preciosas cuerdas hacen de I’m Free más acogedora y 5 Ft. Tall contiene un efectivo contraste de sonidos llenos de emoción, entre unos acústicos y otros más contundentes que terminan por sonar genial. Mención aparte para la brutalidad del cierre, los doce excelsos minutos llenos de potente calma de And, Goodnight.

Inmensa en su conjunto, esta nueva demostración de Segall le sitúa definitivamente a la cabeza del rock contemporáneo. En una trayectoria variada cuya amplio recorrido empieza a homogeneizarla por lo alto, ya pueden contarse suficientes discos excelentes como para calificarlo de autor grande, y este ‘Freedom’s Goblin’, como el que más, contribuye a esa calificación ya que sin duda está entre lo mejor de su producción.

Nunca hay que dejar de escuchar ‘1972’ de Josh Rouse

Quedan unas pocas semanas para la publicación del nuevo disco de nuestro querido y admirado Josh Rouse, que llevará por título Love in the Modern Age, pero nos toca echar la vista atrás para recordar su mejor disco, el imbatible 1972 (2003) que cumple quince años. Josh Rouse, que con sus dos últimos discos ha demostrado haber recuperado su buena forma, y del que hemos escrito en numerosas ocasiones, la última de su concierto en Logroño a finales de 2015, logró con 1972, que hacía referencia a su año de nacimiento, una revisitación de los sonidos de los setenta, incluida una portada que remitía directamente a ese periodo y por no hablar del libreto del CD. Rouse venía de insertarse en esa corriente denominada ‘Americana’ pero iría puliendo su sonido con toques más Pop y Soul. De hecho, ya en el fantástico Under Cold Blue Stars (2002) había algunas de las claves que explotarían en su cuarto trabajo que, a su vez, contaría con una exquisita producción a cargo de Brad Jones. En el disco cabrían vientos, cuerdas, coros fantásticos y otros elementos, pero el disco contaba con grandísimas canciones, que nos siguen acompañando.

El comienzo era para la canción que daba título al disco, ‘1972’, un gran tema suave y delicado con una gran melodía y con unas cuerdas preciosas. El primer gran golpe venía con ‘Love Vibration’, maravillosa, con ese sonido, esa base rítmica, destacando el bajo, ese estribillo y esos coros, y ese saxofón al final…En fin, caí rendido a esta canción desde el primer momento que la escuché. Con ‘Sunshine (Come on Lady)’ la fiesta no para, con un punto Pop que va creciendo y con un Hammond al final que le da una gran personalidad. Por su parte, en ‘James’ adopta un tono más melancólico con la voz de Rouse en falsete en algunos momentos. Y para finalizar la primera parte, la divertida y animada ‘Slaveship’, donde vuelven a destacar los coros.

‘Comeback (Light Teraphy)’ es otro de los grandes temas del disco, un bajo que marca el ritmo y que nos remite a los setenta en el comienzo de la canción y que luego va derivando a otro terreno, sin olvidar la flauta, las cuerdas, etc. La melancolía y la tristeza regresa con ‘Under Your Charms’, con un Rouse que canta suavemente al comienzo. La calidad se mantiene por todo lo alto con ‘Flight Attendant’, que cuenta con un punto atmosférico al comienzo y al final crece en intensidad gracias fundamentalmente a los vientos. Con ‘Sparrows Over Birmingham’ se inserta en sonidos más Góspel, siendo una canción con un tono más espiritual. Y el cierre es para ‘Rise’, otro tema que te gana por la melancolía y la nostalgia y que cuenta con una gran melodía, acabando por todo lo alto.

Ya han pasado quince años de este 1972, y catorce se van a cumplir de nuestro primer concierto de Josh Rouse en el Azkena de Vitoria, cuando vino a presentar este disco. Nunca hemos dejado de escuchar este disco, un trabajo que nos sigue marcando por más que pasen los años. Un disco que sitúo a Rouse en otra posición, aunque él ha mantenido una carrera posterior de perfil más bajo. Esperamos su nuevo trabajo con ganas.

 

Calexico, ‘The Thread that Keeps Us’

Inconfundibles y sugerentes, los paisajes que pinta Calexico siguen ubicándose en el terreno común de la frontera, un terreno (por desgracia) más presente que nunca en la realidad actual, sobre todo en la norteamericana. Cada vez menos instrumentales y más cercanos a los cánones pop e incluso rock, con las habituales incursiones latinas y jazzeras, Burns y Convertino continúan rodeándose de músicos de primera (entre ellos de nuevo Jairo Zavala ‘Depedro’, que nos visitará en el próximo MUWI) y cuidando al detalle su sonido elegante y diáfano en el que en esta ocasión integran un ligero y premeditado descuido, resultado de una captura más inmediata como ellos mismos han explicado, y una energía en ciertos pasajes que hasta ahora no habían ejercitado demasiado.

Han pasado más de veinte años desde que abandonaran la sección rítmica de Giant Sand para formar un proyecto propio que, en su ya extenso recorrido, ha atravesado diferentes estados de forma y que parece haber consolidado una nueva etapa desde los excelentes ‘Algiers’ (2012) y ‘Edge of the Sun’ (2015). Además de los paisajes melancólicos y aislados que acostumbran a sugerir (el influjo de Edward Hopper está también presente en las ilustraciones del libreto) este trabajo añade una rabia y un romanticismo que lo agitan o, simplemente, lo adaptan a unas nuevas circunstancias tanto personales como sociopolíticas.

La energía de las guitarras y el espíritu rock de End of the World with You abren con brillantez el disco junto a los primeros vientos latinos, llenos de ritmo y sugerencia, de Voices in the Field y la alternancia de la emoción guitarrera y el ritmo urgente en Bridge to Nowhere para completar un excelente terceto inicial. Under the Wheels es un original ska suavizado con ritmos cálidos que precede a The Town & Miss Lorraine, entrañable composición de sabor añejo. Escrita e interpretada junto a Depedro, Flores y Tamales introduce un indudable sabor latino; le siguen Another Space, innovadora pieza a la que teclados y bajo aportan un atractivo groove, y Unconditional Waltz, una escueta caricia en forma de vals, algo ya habitual de sus listados.

Tras Girl in the Forest, canción sencilla que recuerda a sus colaboraciones con Iron & Wine, llega Eyes Wide Awake, rabiosa y desgarradora que rompe la tónica a base de distorsión y un emocionante cierre que, junto a las tinieblas rockeras de Dead in the Water, compone el dúo más eléctrico y ruidoso. Tras el paisaje seco al que evoca Shortboard llegan la suave y sugerente Thrown to the Wild (¿con ecos de Morricone?) y el romántico y emocionante colofón de Music Box.

En este nuevo trabajo, una vez más, la suave voz de Joey Burns y el cuidado sonido (en esta ocasión algo más crudo e inmediato) de la banda de Tucson transmiten una necesaria calma y nos invitan a un baile relajado y placentero, con los sobresaltos justos para esquivar la monotonía y una mayoría de aciertos que prolongan el estado de gracia de sus últimos discos.