Josh Rouse pone la pausa con la delicia de «Nashville»

La historia de Josh Rouse es de sobra conocida para muchos aficionados de la música y para los lectores de este blog. Somos muy de Josh Rouse en Los Resto del Concierto desde que lo descubrimos en un lejano Azkena de 2004. Rouse comenzó a ser etiquetado en ese descubrimiento del Folk de comienzos del siglo XXI, luego incluido en el «Americana», pero Rouse tenía otras miras más Pop como lo demuestra su obra maestra, 1972 (2003), toda una declaración de intenciones. Aquel disco, vitalista y maravilloso, confirmaba su trayectoria ascendente en sus tres discos anteriores. El siguiente paso iba a ser el punto final de una etapa, tanto profesional como vital, sería Nashville (2005), un disco más intimista y pausado, un tono más Folk pero sin dejar de lado el Pop de su disco anterior. Con Nashville, Rouse dejaría su discográfica, Rykodisc, y en lo personal fijaría su residencia en España. Nashville es un disco melancólico, menos expansivo que 1972, pero que te deja un poso igual de poderoso, en el que la producción correría a cargo de nuevo de Brad Jones. Canciones maravillosas que siguen resonando tras quince años.

«It’s the Nighttime» es un comienzo de disco poderoso, tiene un tono Pop ineludible con ribetes Folk y que marca también el tono atmosférico del conjunto. «Winter in the Hamptons» comienza a asomar el tono melancólico aunque sigue en un Pop de tono melódico, pero con un fondo crepuscular. Incide ya de lleno en esa línea en la también fantástica «Streetlights», una canción en la que incorpora el sonido orquestal y los vientos. «Caroliña» retorna al tono del comienzo, Pop más animado aunque no deja de mostrar de fondo una cierta nostalgia. «Middle School Frown» es más acústica, el tono es más del Folk pero sigue latiendo un tono Pop en el fondo.

La segunda parte del disco comienza con «My Love Has Gone», más melancólica si cabe y con un sonido todavía más ambiental. «Saturday» es uno de los grandes momentos del disco, una de esas canciones que se te clavan, la melancolía total para un tema Pop fantástico. Y a su par, «Sad Eyes», otra canción increíble, aquí un Pop más orquestal e igual de sobresaliente. Tras estas dos cimas, Rouse muestra un tono más juguetón en «Why Won’t You Tell Me What», más rockera y con la preeminencia del piano. El cierre es para la minimialista y acústica «Life», una canción preciosa.

Como decíamos, la vida y la carrera de Rouse cambió a partir de ese momento, fue un cierre. Rouse se instaló en España y su sonido se hizo más ecléctico, explorando nuevas vías como los sonidos latinos clásicos, el Jazz, la Bossa Nova, etc. Una carrera más irregular pero siempre igual de interesante y honesta. Rouse, que podría haber ascendido en su carrera a cotas más elevadas porque canciones no le faltan, decidió quedarse en una tercera línea. Y, desde allí, nos sigue regalando interesantes discos y canciones que siempre te dejan grandes momentos.

Josh Rouse, «Love in the Modern Age»

Se está convirtiendo en algo habitual en los últimos años la mirada de muchas bandas y artistas hacia los sonidos Pop de los ochenta. Parece como si, de repente, hubiesen recordado aquellos sonidos muy marcados por los sintetizadores. Esas influencias que podrían haber sonado no hace mucho como una herejía, ahora se reivindican y se adoptan. Puede que el éxito de The War On Drugs tenga algo que ver, también la mirada nostálgica hacia nuestra infancia, adolescencia y juventud, de Stranger Things a la explotación ilimitada del universo Star Wars. Pues bien, nuestro querido Josh Rouse también ha ido en esa dirección, y ha reconocido que motivado por los discos que escuchaba en esos años, con Love in the Modern Age, dejando en parte a un lado los sonidos más Folk y derivando hacia un trabajo que bebe directamente de los grandísimos Prefab Sprout o de Blue Nile, entre otros. El resultado es un disco que se escucha fácilmente, que tiene unas cuantas buenas canciones pero que tampoco estará entre sus trabajos más destacados. Podemos decir casi que es un ejercicio de estilo, de recuerdo y de homenaje, y que funciona pero también se le ve alguna costura.

El comienzo es un tema facilón, que no deja de sonar bien, un «Salton Sea» adocenado con sintetizadores en algunos momentos chirriantes, muy de los ochenta. En «Ordinary People» no deja el «sonidito» de turno que se contrapone a un tema más pausado, muy del Soft Pop. En «Love in the Modern Age» arriesga más, con esa voz susurrante del comienzo, una canción que gana con las escuchas y que tiene un saxofón de contrapunto interesante. Y la joya del disco es un tema que podría haber firmado perfectamente Paddy McAloon (Prefab Sprout), una canción de gran elegancia Pop con un tono melancólico y unos coros maravillosos, y de nuevo ese saxofón del final. Por su parte, en «Women and the Wind» nos encontramos uno de los pocos temas que nos remiten al Josh Rouse más previsible, el del sonido acústico con esos toques elegantes de Pop y Soul, una canción muy convincente.

La segunda parte es más irregular, comenzando por una «Tropic Moon» que no acaba de funcionar, de nuevo vuelta a los ochenta con esos sintetizadores protagonistas y con un tono más ambiental. Retoma su sonido más reconocible de nuevo con una simpática y divertida «I’m Your Man», que también está entre lo mejor del disco. En «Hugs and Kisses» regresa a los sonidos más ochenteros en el comienzo aunque luego quiere llevarlo de nuevo a su terreno, quedándose en una especie de «tierra de nadie». Y el cierre es para «There Was a Time», también caracterizado por su «facilidad» y previsibilidad, cerrando así su homenaje a la década de los ochenta.

Josh Rouse casi nunca defrauda, y Love in the Modern Age, no es una excepción pero también da la impresión de ser un experimento, insisto en el punto de homenaje o recuerdo, que a veces se toma por el camino más fácil. Pero también es verdad que hay algunas canciones muy destacadas y que el tono del disco nunca decae.

 

 

Nunca hay que dejar de escuchar ‘1972’ de Josh Rouse

Quedan unas pocas semanas para la publicación del nuevo disco de nuestro querido y admirado Josh Rouse, que llevará por título Love in the Modern Age, pero nos toca echar la vista atrás para recordar su mejor disco, el imbatible 1972 (2003) que cumple quince años. Josh Rouse, que con sus dos últimos discos ha demostrado haber recuperado su buena forma, y del que hemos escrito en numerosas ocasiones, la última de su concierto en Logroño a finales de 2015, logró con 1972, que hacía referencia a su año de nacimiento, una revisitación de los sonidos de los setenta, incluida una portada que remitía directamente a ese periodo y por no hablar del libreto del CD. Rouse venía de insertarse en esa corriente denominada ‘Americana’ pero iría puliendo su sonido con toques más Pop y Soul. De hecho, ya en el fantástico Under Cold Blue Stars (2002) había algunas de las claves que explotarían en su cuarto trabajo que, a su vez, contaría con una exquisita producción a cargo de Brad Jones. En el disco cabrían vientos, cuerdas, coros fantásticos y otros elementos, pero el disco contaba con grandísimas canciones, que nos siguen acompañando.

El comienzo era para la canción que daba título al disco, ‘1972’, un gran tema suave y delicado con una gran melodía y con unas cuerdas preciosas. El primer gran golpe venía con ‘Love Vibration’, maravillosa, con ese sonido, esa base rítmica, destacando el bajo, ese estribillo y esos coros, y ese saxofón al final…En fin, caí rendido a esta canción desde el primer momento que la escuché. Con ‘Sunshine (Come on Lady)’ la fiesta no para, con un punto Pop que va creciendo y con un Hammond al final que le da una gran personalidad. Por su parte, en ‘James’ adopta un tono más melancólico con la voz de Rouse en falsete en algunos momentos. Y para finalizar la primera parte, la divertida y animada ‘Slaveship’, donde vuelven a destacar los coros.

‘Comeback (Light Teraphy)’ es otro de los grandes temas del disco, un bajo que marca el ritmo y que nos remite a los setenta en el comienzo de la canción y que luego va derivando a otro terreno, sin olvidar la flauta, las cuerdas, etc. La melancolía y la tristeza regresa con ‘Under Your Charms’, con un Rouse que canta suavemente al comienzo. La calidad se mantiene por todo lo alto con ‘Flight Attendant’, que cuenta con un punto atmosférico al comienzo y al final crece en intensidad gracias fundamentalmente a los vientos. Con ‘Sparrows Over Birmingham’ se inserta en sonidos más Góspel, siendo una canción con un tono más espiritual. Y el cierre es para ‘Rise’, otro tema que te gana por la melancolía y la nostalgia y que cuenta con una gran melodía, acabando por todo lo alto.

Ya han pasado quince años de este 1972, y catorce se van a cumplir de nuestro primer concierto de Josh Rouse en el Azkena de Vitoria, cuando vino a presentar este disco. Nunca hemos dejado de escuchar este disco, un trabajo que nos sigue marcando por más que pasen los años. Un disco que sitúo a Rouse en otra posición, aunque él ha mantenido una carrera posterior de perfil más bajo. Esperamos su nuevo trabajo con ganas.