La personalidad de Placebo

15697660_1365138883531576_2358327570287710557_nLas Redes Sociales comenzaron a lanzar la noticia a finales de año, Placebo tocarían en Logroño el 6 de mayo en su gira de veinte aniversario y sería la única cita en el norte de España. En la Península también actuarán en Madrid, Granada y Barcelona pero el impacto del anuncio estaba servido. De la mano de Promociones Iregua, Placebo estarán en el Palacio de los Deportes de La Rioja tocando todos sus hits de estas dos décadas. Para no pocas personas, la noticia era una broma, no daban crédito a la misma, pero no se soltó el 28 de diciembre. Así que es un buen momento para repasar la historia de una banda icónica de todo aquello del Rock alternativo de los noventa y que irrumpió en nuestro país gracias a la película Airbag (1997) donde estaban presentes en la Banda Sonora. En esos momentos, Placebo ya tenían un disco homónimo publicado en 1996 por el entonces trío formado por el andrógino y ambiguo cantante y frontman de la banda Brian Molko, el guitarrista Stefan Olsdal y el batería Robert Schultzberg, que abandonaría la formación en el mismo 1996 siendo sustituido por Steve Hewitt, que sería la tercera cara de Placebo hasta 2007, aunque ya había estado en el grupo en su formación en 1992. Placebo bebían claramente de David Bowie, que también colaboró en algún tema con ellos y que se convirtió en una suerte de padrino al abrir en conciertos para él, y de sonidos más oscuros y guitarreros, sin perder un tono épico que también les llevaba a Joy Division o The Cure, e incluso algunos ambientes de sus medios tiempos remiten a los Pixies, no dejando de lado las guitarras en la línea de Sonic Youth. Aunque estaban en los estertores del BritPop, lo cierto es que Molko y compañía no encajaban en esa etiqueta y tenían una personalidad propia sustentada por el carisma del propio Molko pero también por esas guitarras punzantes de su acelerado debut, cantando a una suerte de angustia existencial juvenil.

Decíamos que su debut fue en 1996 con disco homónimo y esa portada ya era toda una declaración de intenciones, con ese niño de gesto extraño y jersey muchas tallas más grandes. Placebo se situaron en una especie de ‘tierra de nadie’ que era el panorama musical de la música alternativa, finiquitado el BritPop y con el cambio de rumbo de Radiohead, lejos de lo que luego vendría con Coldplay, Travis, etc. La potencia que mostraron con el tema ‘Nancy Boy’, que ni siquiera fue el primer single de disco sino el cuarto, pocas veces la han vuelto a lograr. Esas guitarras pesadas y potentes no han perdido vigencia y la personalísima voz de Molko no podía con ese muro de sonido empujado por la base rítmica. No sonarían tan frescos como en ese disco de debut, con temas como ‘Teenage Angst’, ‘Bruise Pristine’, la muy Pixies ‘I Know’ y esos tonos agudos de Molko, ‘Bruise Pristine’, la ya citada ‘Nancy Boy’ o una de mis favoritas como es ‘Come Home’.

Con un directo muy consolidado y con ese tono oscuro presente en su música, lo que también les enlazaba con los ya citados Joy Division y The Cure, tocaba el turno del segundo disco que se titularía Without You I’m Nothing (1998). Tras ese debut prometedor, la banda profundizó en sus señas de identidad, apostando de nuevo por la ambigüedad de Molko y las guitarras omnipresentes. Temas como ‘Every You Every Me’, la angustiosa ‘Pure Morning’ con ese tempo tan medido, la muy Joy Division en su inicio ‘You Don’t Care About Us’ o la desgarradora ‘Without You I’m Nothing’, uno de los mejores temas de la banda.

El riesgo era anquilosarse y su tercer disco podría tener algo de eso, aunque creo que Black Market Music (2000) es un buen disco que tiene algunos momentos novedosos como el toque Pop de ‘Special K’, el punto más electrónico de ‘Taste in Men’ o la incorporación del fraseo en ‘Spice & Malice’ a cargo de Justin Warfield, pero la contundencia de las guitarras se acentuaban en ‘Days Before You Came’ o en ‘Black Eyed’, entre otras. También es cierto que igual ‘Blue American’ o ‘Slave to the Wage’ no acababan de funcionar tan bien como otras canciones, aunque esta segunda se haya convertido en otro de sus hits. Pero Placebo demostrarían que ese riesgo de acomodarse era superado con su cuarto trabajo, para mí su mejor disco, que supondría su obra de madurez: Sleeping with Ghosts (2003). Aquel álbum funcionaba como una unidad y tenía grandes canciones que conformaban un sonido más propio si cabe. Contaba con dos temas con el potencial de ‘The Bitter End’ y ‘This Picture’, fantásticas canciones de guitarras y entre lo mejor de su repertorio; tiraban de electrónica para dar más angustia a ‘English Summer Rain’; ‘Special Needs’ también está entre sus canciones destacadas; y no hay que olvidar ‘Bulletproof Cupid’ o la impactante ‘Second Sight’. Un gran disco que también tenía algún tema menor, pero que supuso el punto más alto de Placebo.

En 2004 llegó el recopilatorio de turno, One More With Feeling, que incluía una versión de ‘Without You I’m Nothing’ junto a uno de sus grandes referentes, David Bowie. Y en 2006 vendría su quinto disco, Meds, que no estaba a la altura del anterior, aunque contaba con la potencia del tema que daba título al disco y en el que colaboraba la gran Alison Mosshart (The Kills, The Dead Weather), ‘Because I Want You’, o la presencia de Michael Stipe (REM) en ‘Broken Promise’. En 2007, el batería Steve Hewitt dejaba la banda, siendo sustituido por Steve Forrest hasta 2015, volviendo a publicar material nuevo en 2009 con Battle for the Sunun trabajo menor y más en unos tiempos en los que el mundo del Rock & Roll acentuaba su dispersión y disgregación, así como su pérdida de relevancia. Placebo ya eran vistos casi como unos clásicos, pero también como unos ‘dinosaurios’ por sus detractores. Sin embargo, ahí seguían demostrando que su directo funcionaba. Su séptimo disco se publicó en 2013, Loud Like Love, aunque tendría que asumir las mismas cargas que su trabajo anterior. En 2016 sacarían un nuevo y extenso recopilatorio doble, A Place for Us to Dream, que muestra un repertorio que, especialmente en sus primeros dos tercios de carrera, cuenta con canciones imprescindibles. Placebo estarán en Logroño el 6 de mayo, todo un lujo el poder ver a una de las bandas que marcaron especialmente la segunda mitad de los noventa y los primeros años del siglo XXI, y que les generó numerosos seguidores. Seguro que su directo no defrauda, yo no me lo pienso perder.

Arcade Fire, ‘Funeral’

41VB3MY1KALSe anuncia nuevo disco para esta primera mitad de 2017 de los canadienses Arcade Fire y, aprovechando este hecho, recuperamos una sección que tenemos muy abandonada como es la de Discos que nos marcaron. Año 2004, la industria discográfica está iniciando un camino sin retorno que no se detendrá. Internet comienza a ser una realidad muy cotidiana pero nada comparado con lo que vendrá. Son los años de la dispersión de los sonidos del Rock & Roll y de su retirada de la primera plana. El ‘Americana’ ha atrapado a los nostálgicos y las bandas que van surgiendo en esos años no alcanzan la primera plana más allá de las bases de seguidores y los críticos. Wilco son ya un referente pero minoritario, The Strokes no consiguen mantener el nivel de su debut, The White Stripes parecen apuntar más lejos pero no dan un salto, Franz Ferdinand publican un primer disco fantástico pero tampoco, y todavía no han llegado unos chavales de Sheffield para dar un golpe en esa mesa cada vez más reducida que es el Rock & Roll. Sí, por allí están bandas como Foo Fighters, Queens of the Stone Age, etc., que no dejan de dar su impronta. Por lo tanto, cuando aparecen unos tipos desde Montreal (Canadá) haciendo otra cosa suenan todas las alarmas. Porque aquello no sonaba a nada de lo que estaba aconteciendo en aquellos años. Con el uso de instrumentos como el acordeón, violines, etc., y una épica grandilocuencia, Arcade Fire reciben de forma unánime el beneplácito de la crítica, la Pitchfork los encumbra y David Bowie los apadrina. Hay queda eso. Pero, ¿quiénes eran esos Arcade Fire que sorprendían con temas como ‘Neighborhood #3 (Power Out)’:

Encabezados por Win Butler y su esposa Régine Chassagne, junto a su hermano William Butler, el multinstrumentista Richard Reed Parry, el guitarrista y bajista Tim Kingsbury, la violinista Sarah Neufeld y el batería Howard Bilerman, que muy pronto sería sustituido por Jeremy Gaga, Arcade Fire procedían de Canadá, exceptuando los hermanos Butler que procedían de Texas pero que trasladaron a el país vecino donde Win conocería a Chassagne. En 2003 ya tenían un EP autoeditado que llamó la atención y que contaba con una joya como ‘No Cars Go’, que incluirían en el Neon Bible (2007). Con un tono épico y grandilocuente, oscuro y vitalista a la vez, Funeral estaba basado en las pérdidas que habían sufrido los integrantes del grupo en esos años, según recuerdo de las entrevistas y reseñas que salieron en la época. El disco también marcaba una cierta tendencia y unidad que se veía ya en el comienzo de ‘Neighborhood #1 (Tunnels)’, con esa atmósfera que creaba en el tono épico, con esa intensidad y la voz de Win Butler y esas voces del final, junto con un ritmo machacón que volvería en no pocas ocasiones. Pero la continuación todavía crecía más con la muy adictiva ‘Neighborhood #2 (Laika)’, una de las cimas del disco, una canción más ruidosa con una melodía basada en los violinesy con ese acordeón del inicio, fantástico. Y en ‘Une année sans lumière’ bajaban la intensidad pero sólo al comienzo del tema ya que luego regresaban a la grandilocuencia y la épica, que alcanzarían un mayor estatus en ‘Neighborhound #3 (Power Out)’, otro de los momentos fundamentales del debut de los canadienses. En ‘Neighborhound #4 (7 Kettles)’ parecía que, ahora sí, se tomaban un respiro, muy delicada y ambiental, destacando los violines en la segunda parte del tema.

La segunda parte se iniciaba con ‘Crown of Love’, muy clásica en su construcción, con un gran dramatismo en el piano del comienzo, y con la voz de Win Butler infiriendo un cierto lamento. Las cuerdas volvían a dar el toque épico mientras que en el último cuarto de la canción giran el ritmo hacia un plano más discotequero que rompe con el tema. Y llega el tema con mayúsculas de todo el álbum con ‘Wake Up’, integrando todas las características de la banda. Aquí la épica y la grandilocuencia se salen con esa guitarra del inicio, esa batería, incorporando la voz de Chassagne a la mitad del tema para dar paso a otro nuevo quiebro en la canción con un tono más festivo y amable. Los propios U2 elegirían este tema para abrir sus conciertos del Vertigo Tour, pero no creo que a la mayoría de los fans de los irlandeses les impresionase mucho. El final del disco se repartiría entre la diferente y amable ‘Haiti’, interpretada por Chassagne en homenaje a su tierra de origen, con un toque tropical a la manera de Arcade Fire. Luego llegaba otra de sus canciones más recordadas, ‘Rebellion’ (Lies)’, en la que regresan a un ritmo más machacón que tiene sus influencias en el Pop de los ochenta pero sin perder la grandilocuencia. Y terminaban de nuevo con Chassagne tomando el protagonismo en la delicada ‘In the Backseat’.

Así debutaron Arcade Fire, con un disco que sigue vigente, y que se ganaron al público junto con un directo impresionante como pudimos comprobar en Bilbao en 2011. Su punto intelectual y artístico no pasó desapercibido, y se convirtió también en uno de los aspectos más criticados. Un disco sobresaliente, un clásico del que han pasado trece años. Luego llegaría la consolidación con el muy difícil segundo disco pero superado con nota Neon Bible (2007), y el disco homenaje a los orígenes de los Butler The Suburbs (2010), que creció con los años. Su cuarta entrega, que levantó más controversias, Reflektor (2013) era una vuelta de tuerca que funcionaba finalmente. Y nos toca ahora el quinto trabajo. Expectantes estamos ante lo que puedan ofrecernos Arcade Fire, seguro que no nos dejan indiferentes.

A Tribe Called Quest, ‘We Got It From Here…Thank Your For 4 Service’

we_got_it_from_here_thank_you_for_your_serviceNo somos expertos en el Hip Hop aunque en ocasiones nos acercamos a este estilo, aunque menos de lo que seguramente tendríamos que hacerlo porque desde el mismo hay propuestas muy interesantes. Y nos detenemos en uno de los discos más destacados del pasado 2016 como es este We Got It From Here…Thank You For 4 Service de A Tribe Called Quest. Tras casi dos décadas de silencio, una de las bandas más importantes del Hip Hop de los noventa rompía su silencio para publicar el que han anunciado como su último disco. De 1990 a 1998 publicaron cinco trabajos entre los que destacaban The Low End Theory (1991). Procedentes de la costa Este, eran más vanguardistas que otros coetáneos y coqueteaban con el Jazz y otros estilos. Combativos como pocos, Q-Tip, Shaheed Muhammad y Phife Dawg recuperaron a Jarobi White, que abandonó la formación tras su primer disco, pero Dawg fallecería por diabetes en marzo de 2016 antes de ser completado el disco en el que participó en su composición. Un trabajo que no admite discusión, como decíamos de lo mejor del año, sobresaliente y con una lista de colaboradores de impresionar, que iremos diseccionando. Las voces de los intérpretes se van empastando entre bases bien construidas y pasas de tema a tema de forma natural.

El comienzo con ‘The Space Program’ te anuncia lo que va a ocurrir, fortaleza a través de una base rítmica potente que da lugar a la brutal, y con letra en clara dirección a Trump, ‘We the People…’, canción con mayúsculas donde samplean el ‘Behind the Wall of Sleep’ de Black Sabbath. Muy clásica es ‘Whateva Will Be’, que funciona perfectamente, y toca el turno para la colaboración de todo un Elton John al piano y a los coros con la base de ‘Bennie and the Jets’ en ‘Solid Wall of Sound’, otro de los temas más destacados del disco donde también participa Jack White. No bajan el pistón con la más ecléctica ‘Dis Generation’ donde samplean el ‘Halleluwah’ de referentes del Krautkot Can (y lo volverán a hacer posteriormente en ‘Lost Somebody’), muy potente, y ‘Kids…’, más oscura, compuesta con André 3000 (Outkast) que también interviene en el tema. Otra canción sobresaliente es ‘Melatonin’, que se beneficia del toque Soul de Marsha Ambrosius. Y ‘Enough!’ cierra la primera parte del disco de nuevo volviendo a ese punto más cercano al Jazz.

La segunda cara comienza con ‘Mobius’, vanguardista y enfurecida, donde colabora y escribe Consequence, uno de los habituales de este disco. Llega el turno para el inicio curioso de ‘Black Spasmodic’ que tiene un toque más festivo con una guitarra Reggae de fondo. Y de allí pasamos a la más endurecida ‘The Killing Season’ con Kanye West participando en su composición e interpretación y la participación también de Talib Kweli. Maravillosa es ‘Lost Somebody’, con el piano y la voz femenina de Katia Cadet de contrapunto, y que se cierra con una guitarra punzante que da paso a otro de los mejores temas del disco de la mano de otro descubrimiento de este año, Anderson Paak, ‘Movin Backwards’, que le da un toque más sensual. Kendrick Lamark, la figura más emergente del Hip Hop, se suma en la también destacadísima ‘Conrad Tokyo’, con una base también a resaltar. Los dos últimos temas son un no parar, con Jack White aportando su guitarra y virtusismo especialmente la fantástica ‘Ego’ y luego en el cierre ‘The Donald’, un tema más ‘trotón’ que sirve como colofón a un disco para enmarcar.

Número 1 en el Billboard norteamericano, el regreso y despedida de A Tribe Called Quest nos vuelve a llevar a los terrenos del Hip Hop con un disco que estamos disfrutando y escuchando muchísimo en estas semanas. Sobresaliente, talento y colaboraciones de lujo, desfilando no sólo las primeras espadas del Hip Hop sino figuras de la talla de Elton John y Jack White. Casi nada. ‘We the People…’, todo un himno que llama a la acción: