Mavis Staples, ‘If All I Was Was Black’

Mavis Staples y Jeff Tweedy vuelven a juntarse en lo que es su tercer trabajo conjunto. Si Staples regresó al primer plano con el fantástico You Are Not Alone (2010), una maravilla al servicio y talento de Staples, el segundo no le fue a la zaga, One True Vine (2013), aunque no debemos olvidar el We’ll Never Turn Back (2007), producido por Ry Cooder. En 2016, Staples cambió a Tweedy por M. Ward en Livin’ on a High Note , para el que aportaron composiciones Benjamin Booker, Ben Harper, Valerie June, Justin Vernon, Neko Case, Nick Cave, el propio Ward, entre otros, un disco más heterogéneo que los producido por Tweedy. Cuando se conocieron las noticias de una tercera entrega entre ellos y que además iba a tener mayores connotaciones políticas, no en vano el contexto lo demandaba con la elección de Trump como presidente de Estados Unidos, las expectativas crecieron. Y más con una figura como Mavis Staples, una histórica en el mundo de la música en la defensa de los Derechos Civiles desde finales de la década de los cincuenta con The Staple Singers. Sin embargo, las primeras críticas no fueron tan positivas como en las entregas anteriores, y uno trató de sustraerse de las mismas, pero ciertamente este If All I Was Was Black se queda un poco a medias, parece que quiere arrancar en varios momentos pero en otros se diluye. Con todos los temas compuestos por Tweedy, junto con Staples en tres ocasiones, y con una buena producción y una Mavis Staples demostrando que su voz sigue siendo única, parece que les ha faltado impulso.

Y eso que el disco comienza muy bien con una contenida pero mordiente ‘Little Bit’, donde ya aparecen esos coros que van a ser seña de identidad de todo el disco, y ‘If All I Was Was Black’ también es un gran tema, con un punto más Soul, más amable si se quiere. La línea del disco se mantiene con una más enérgica ‘Who Told You What’, con las guitarras y Hammond en primera línea. En ‘Ain’t No Doubt About It’ se une Tweedy a las voces, aunque el tempo del disco desciende y es una canción que entra a las primeras escuchas y en el que el estribillo va hacia el Góspel. Pero a partir de aquí el disco va perdiendo energía, comenzando por ‘Paceful Dream’, tema con menor instrumentación, más minimalista, pero en el que se mantiene claramente el espíritu Góspel.

La segunda parte del disco comienza con una más combativa ‘No Time For Crying’ que tiene reminiscencias sesenteras con una buena sección rítmica y unos coros destacados. ‘Build a Bridge’ funciona en menor medida aunque va ganando con las escuchas, con ese coro en falsete, y en ‘We Go High’ sobresalen de nuevo los coros para un tema más pausado. Las dos canciones que cierran el disco son ‘Try Harder’, en el que parece que quieren ganar en intensidad pero lo acaban de lograr en nuestra opinión, y ‘All Over Again’, un tema más acústico, con la guitarra y la voz de Staples.

No es que nos encontremos ante un mal disco, al contrario, pero no alcanza la cota de las entregas anteriores de la sociedad Staples-Tweedy. Está muy bien trabajos como el que nos ocupa, combativos y reivindicativos, pero hay como una cierta contención. De todas formas, bienvenidos de nuevo.

Black Rebel Motorcycle Club, ‘Wrong Creatures’

Se lo ha tomado con calma el trío californiano antes de reanudar su carrera; cuatro años desde un último disco que no cosechó precisamente halagos pero que contenía, en general, mejores momentos que este ‘Wrong Creatures’. Puede ser suficiente para satisfacer a sus seguidores más fieles, a aquellos incondicionales que solo buscan una ración más de BRMC, pero el sentido crítico enseguida despierta ante esta entrega, demasiado lineal y carente de matices. Aún conservando la potencia y la épica oscuras que les hace reconocibles, no han sabido diferenciar las canciones en su mayoría ni singularizar este trabajo con respecto a una carrera que tristemente sigue sin remontar.

Abren con Spook, destacable la llaneza y sencillez de sus guitarras y su poderoso cierre. Le siguen el macabro synth-rock de King of Bones, de potencia algo fría que puede recordar a NIN y el suave estribillo de Haunt, alargada en un lento crescendo emocional. Echo introduce algún pequeño matiz como un bajo relevante y una épica que aún saben dominar y en la fría Ninth Configuration abandonan a su suerte un brillante riff antes de desatar la potencia al final, al igual que en la también demasiado larga Question of Faith, cuya profunda sección rítmica se pierde en la monotonía. Sin sorpresas en una atmosférica y opresiva Calling Them All Away que quiere remontar al final, antes de acelerar y endurecer el tercio (e introducir una armónica que ya se echaba de menos) con Little Thing Gone Wild. Los teclados distinguen Circus Bazooko, algo más delicada que el conjunto, antes de Carried from the Start, rock clásico y ruidoso en torno a un estribillo a destacar, y se despiden con la emoción también ruidosa y desgarrada que crece sobre el piano de All Rise.

Producido en su mayoría junto a Nick Launay (Arcade Fire, Nick Cave & the Bad Seeds), no hay novedad en el regreso de una banda ya consolidada pero que no renueva sus argumentos; su oscuro atractivo viene languideciendo en sus últimos trabajos y en este disco aparece con cuentagotas. Como otras bandas de su generación, por fortuna acumulan un repertorio suficiente (aunque su meollo cada vez quede más atrás) que, con las justas referencias al presente, puede completar un atractivo directo que esperamos disfrutar en el próximo Mad Cool para luego contarlo por aquí.

La emoción del ‘Rainy Day Music’ de The Jayhawks

Hay discos que a uno le cautivan desde la primera escucha. Hay discos que sabes que te acompañaran siempre. Hay discos que no dejan de rondarte. Y Rainy Day Music es uno de ellos. En Los Restos del Concierto lo hemos contado más de una vez, ni Javier Castro ni un servidor habíamos seguido a The Jayhawks desde sus comienzos, llegamos muy tarde y lo hicimos cuando en el apogeo del denominado ‘Americana’ numerosos artistas y bandas los señalaban en entrevistas como referentes. Y es que The Jayhawks llegaron demasiado pronto, el Hollywood Town Hall (1992) y Tomorrow the Green Grass (1995) son dos clásicos atemporales que Gary Louris y Mark Olson se sacaron de la manga. No fue hasta 2006 y, especialmente, 2007 cuando nosotros nos estudiamos toda la obra de The Jayhawks y en el mes de enero nos impactó un disco que era reciente, 2003, como Rainy Day Music y entonces nos preguntamos ‘¿cómo se nos pudo pasar este disco?’. Y es que para nosotros es una colección de canciones muy especial, un disco que transmite una sensación de conjunto impresionante, una melancolía y unas melodías fascinantes. Parece como si Louris, que ya se había quedado al frente de la formación y tampoco estaba en la misma Karen Grotberg. Tras abandonar Mark Olson la formación, Louris reivindicó un sonido más Pop en notable Sound of Lies (1997). Para Smile (2000), posiblemente su disco más incomprendido, el sonido fue más experimental y aunque lo grabó Grotberg, en las fotos del libreto aparece Jen Gunderman. Pero para el séptimo disco, Louris apostaría por volver a las raíces, esas segundas voces características, y realizó el disco que más recordaba a los The Jayhawks más esencialistas. Secundado por el fiel Marc Perlman y por Tim O’Reagan, junto a Stephen McCarthy, además colaboraron en el disco Ethan Jones, que también ejerció labores de producción, Matthew Sweet, Jacob Dylan, Bernie Leadon, etc., así como también estaba por allí como productor ejecutivo todo un Rick Rubin.

Ya comenzando por esa maravillosa y minimalista portada, que transmite muchísimo, Rainy Day Music te envuelve y te lleva con un sonido puro, muy limpio, melancólico pero con grandes melodías. Ya el comienzo es una sobresaliente ‘Stumbling Through the Dark’, compuesta por Louris y Sweet, una canción brillante, a dos voces y con un banjo fantástico. Pero le sigue ‘Tailspain’, una canción que te gana y de las más enérgicas del disco, con el contrapunto del pedal steel. Y ‘All the Right Seasons’ te transporta a una década antes, un tema delicadísimo. Pero llega a continuación otro de los grandes momentos del disco, la imbatible ‘Save for a Rainy Day’, grandísima melodía y grandísima letra, una de mis favoritas de The Jayhawks de siempre.

Con ‘Eyes of Sarahjane’ se ponen más rockeros y con ‘One’s Man Problem’ retornan a un punto más Pop, aunque es un tema precioso en el que Louris canta de forma sobresaliente y destacan las acústicas. Por su parte, ‘Don’t Let the World Get in Your Way’ adopta un tono mucho más sombrío gracias a las cuerdas y ‘Come to the River’ está más cercana a esa etiqueta de aquellos momentos del ‘Americana’, sonido de los que fueron uno de sus pilares fundamentales antes de su invención como hemos señalado, con esa combinación de acústicas y eléctricas y con un estribillo potente. Y aquí aparece otra de las grandes joyas, ‘Angelyne’, nostálgica y melancólica, fascinante, triste pero con una melodía que invita a la alegría y que pasó a ser otra de mis favoritas de The Jayhawks desde el primer momento.

La recta final se encara con la pausada ‘Madman’, con la melancólica de nuevo ‘You Look So Young’ y que de nuevo nos recuerda a los años clásicos de la banda. Y nos queda la composición fantástica de O’Reagan con la emocionante ‘Tampa to Tulsa’ que también te atrapa. Y también la aportación de Perlman con ‘Will I See You in Heaven’, tema de carácter minimalista. Para cerrar, una repetición más acústica de ‘Stumbling Through the Dark’.

Injustamente, otros muchos y con menos legitimidad se llevaron los honores en aquellos años del ‘Americana’. The Jayhawks echarían el cierre en 2005 y Louris publicaría disco en solitario en 2008, Vagabonds, además de continuar con el supergrupo Golden Smog. Pero los de Minneapolis iban creciendo en prestigio y leyenda. Las esperanzas de su retorno estaban ahí y más cuando Louris y Olson grabaron Ready for the Floor (2008), producido por Chris Robinson. Y hubo gira de reunión de la formación clásica, la del Tomorrow the Green Grass, pero las relación entre Louris y Olson estaban rotas. Su disco Mockingbird Time (2011) fue fallido y Olson dejó la banda por segunda vez en 2012. Louris se quedaba de nuevo al mando en solitario y alcanzaba el notable con el más reciente Paging Mr. Proust (2016).

En fin, quince años que han pasado desde un disco maravilloso como este Rainy Day Music y nunca nos hemos cansado del mismo. Como hemos indicado, Louris quiso volver a esas esencias, aquello que tuvo con Olson y que años después no pudo lograr, pero con este disco nos conquistó.