Jon Spencer, «Spencer Sings the Hits»

Como consecuencia y demostración de la arrolladora personalidad de su líder baste comprobar que la Blues Explosion suena a Jon Spencer y este suena a la Blues Explosion, viniendo a ser lo mismo pero por separado. Rondando los treinta años de recorrido junto sus compañeros Judah Bauer y Russell Simins (cuatro desde su última referencia) el bueno de Spencer decidió el año pasado estrenarse en solitario, para lo que escogió parecidos mimbres pero con diferentes nombres. Con el fin de refrescar su sonido decidió teñirlo con una suave electrónica de la mano de una nueva sección rítmica compuesta por los sintetizadores de Sam Coomes (Quasi) y la batería de M. Sord y el resultado son estas once buenas canciones que funcionan sin diferir en exceso de lo que venía haciendo hasta ahora: enfangado y austero, rítmico y groovy, contagioso y retador.

Superados los cincuenta años sigue recurriendo a la distorsión para oscurecer la atmósfera desde el principio, como con Do the Trash Can, e introduce los sintetizadores a continuación en Fake, siniestra y desnuda desde el riff inicial. Dan un paso adelante las guitarras en Overload, más Blues Explosion, sucia y excitante antes de recuperar los ritmos sintéticos con Time 2 Be Bad. También suena tenebrosa Ghost, al igual que la más directa y acelerada Beetle Boots. Infecciosas y groovies tanto Hornet como Wilderness (más contundente la segunda) antes de dos muestras simples y efectivas como Love Handle y I Got the Hits. Para acabar agita el conjunto con el enredo potente y oscuro de Alien Humidity antes de echar el cierre sin complicaciones y a un buen nivel con el blues Cape.

De inconfundible sello, una vez más Jon Spencer contagia su ritmo y su actitud en un viraje menor de su carrera cuyo resultado vuelve a verse acaparado por su desbordante personalidad interpretativa, tanto a la guitarra como en esos inconfundibles gritos y dicciones. No da lugar a la sorpresa, quien le busca le encuentra y, aunque cambie de nombre y pretenda sonar algo más sintético, sigue exudando ese blues empapado de calle con el que creó escuela en los noventa y que aquí prolonga su recorrido natural bajo parecidas señas.

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