Steve Gorman salda cuentas con los Robinson en «Difíciles de manejar» o la historia de The Black Crowes

Tenía ganas y pereza a partes iguales. Por una parte, ufff, The Black Crowes, una de mis bandas favoritas de todos los tiempos. Todavía recuerdo ese momento, la compra de The Southern Musical and Harmony Companion en un comienzo de agosto de 1992. Fue en el Alcampo de mi ciudad, costó 1.995 pesetas, esa portada…y esa música, todavía en shock por ver el vídeo de «Remedy» unos meses antes en ese Rockopop que echaban en TVE1, y en el recuerdo el de «Hard to Handle» en el verano de 1990. Y luego, todo lo demás. Y todos los subidones y bajones del grupo…Y los directos en Azkena en 2009 y 2013. Y el abrupto final…Y esa gira de vuelta por el trigésimo aniversario de Shake Your Money Maker…con Chris y Rich Robinson con otros músicos, porque ya habían finiquitado a la banda, remodelada tantas veces, y que se canceló por la COVID-19. Ahí, los Robinson, vaya par de hermanos también, como los Gallagher. Quien siempre seguía ahí era Steve Gorman, el batería que comenzó con los Robinson a finales de la década de los ochenta. En un segundo plano, sus memorias las escribe con Steven Hyden del que leí en Estados Unidos un libro maravilloso sobre rivalidades de Rock, Your Favorite Band Is Killing Me, fue en un ya lejano 2016. El caso es que no tenía una opinión formada sobre Gorman, había miembros de los Black Crowes más carismáticos: su bajista Johnny Colt, el virtuoso guitarrista Marc Ford, o el teclista Eddie Harsch. Estos dos últimos, con un historial de consumo de drogas para asustar. Y luego estaba Sven Pipien, un bajista en un segundo plano con momentos también duros en el mismo sentido que los dos anteriores, lo que igualmente le llevó a la expulsión. Lejos quedan nombres que tuvieron menos presencia, bien por falta de carisma, Audley Freed, o ya de la última etapa a pesar de su calidad como Adam MacDougall o Luther Dickinson. Para el recuerdo también, el directo con Jimmy Page, o esa vuelta en 2006 con todos los integrantes clásicos salvo Colt. Y la controversia con sus discos posteriores a la inmaculada dupla del comienzo, o el muy digno final con dos discos como Warpaint (2008) y Before the Frost…Until the Freeze (2009). En fin…The Black Crowes.

Bueno, pues Gorman va a cuchillo. Pero a cuchillo del todo. La verdad es que se nota que se la tiene jurada a los Robinson, y eso que el libro es anterior a esa gira de reunión sin ningún músico anterior, no me quiero imaginar la reacción. Vaya por delante, el libro se lee de un tirón, y tiene momentos muy atractivos. Ciertamente, acabas de los Robinson hasta la coronilla, especialmente de un Chris Robinson que, según la versión de Gorman, va malgastando y dinamitando las posibilidades de la banda, también sometido a una importante situación tóxica así como a una personalidad todavía más tóxica. Pero Rich no se queda atrás, para nada. Y, todo ello, en una competición entre los dos hermanos, que además aparecen como unos avariciosos de armas tomar. Lo tienen todo.

Gorman aparece en no pocas ocasiones como un testigo de lujo. Es contundente pero no hay mucha autocrítica, amenazo con irme pero me quedo porque aparece Jimmy Page, porque me convence Pete Angelus, el manager de la banda y uno de los personajes que mejor salen parados. No sé, hay algo en la actitud de Gorman que me va dejando frío. Vale, entiendo el ajuste de cuentas y el epílogo asume la parte de culpa de la situación, no sin antes en el capítulo final volver a cargar contra un Chris Robinson que, ciertamente, aparece como un personaje poco recomendable. Y, ciertamente, los bandazos y derivas de la banda se entienden muy bien en el proceso que cuenta Gorman, el cual también tira de humildad para señalar que cada uno tendrá su versión de los hechos.

El libro se devora, es apasionante por momentos y cuenta con aspectos muy interesantes como el comienzo de la banda cuando Gorman llega de su Kentucky a Atlanta, conoce a Chris Robinson, se une a Mr. Crowe’s Garden, y comienza esta historia. También es muy desmitificadora de la vida en la carretera y retrata la tensión entre dos hermanos que no pueden el uno con el otro, como tantos otros en la historia de la música popular. Destaca la visión que ofrece de las giras, pero en no pocas ocasiones son repuntes. También creo que la mano de Steven Hyden es clave, obviamente, para poner en orden todos estos recuerdos.

En fin, una historia tremenda la de The Black Crowes, egos desmedidos, excesos y una gestión de los tiempos no muy afortunada. A fin de cuentas, lo tuvieron todo en los primeros años de los 90, no se entendieron (con el libro de Gorman quedan claras ciertas sospechas) los giros hacia sonidos psicodélicos y demás, y no tuvieron suerte con el no valorado By Your SideTambién destaca el poco espacio que le dedica a los últimos años, con el regreso en 2005 y, especialmente, el último tramo, cuando Gorman se presenta más como un asalariado que como una parte integrante del grupo. Gloria a The Black Crowes, una de las mejores bandas de Rock ‘N’ Roll de las últimas décadas.

«Shake Your Money Maker» o el debut para enmarcar de The Black Crowes

Andan embarcados Chris y Rich Robinson en una gira de reunión de The Black Crowes tras unos años parados por las desavenencias entre los dos hermanos. Fue en 2015 cuando dejaron de girar tras unos años sin publicar discos, su última entrega fue el notable Before the Frost…Until the Freeze (2009). Sin embargo, para la ocasión que es el trigésimo aniversario de su debut discográfico, han prescindido de toda la banda que les había acompañado, de forma más o menos estable, en los últimos tiempos y han contado con nuevos integrantes, desconocidos. Allí ya no está el batería Steve Gorman, compañero de fatigas desde 1989; el bajista Sven Pippen, otra figura reconocible en la banda desde finales de los noventa; o el teclista Adam McDougall. Por The Black Crowes han pasado numerosos músicos pero quedaba la esencia, hecho que habrá que ver si se mantiene en esta gira de reunión. De momento, las noticias no son muy halagüeñas. Pero volvamos a 1990. En aquel momento, antes del Grunge y con Guns ‘N’ Roses conquistando el mundo del Rock, el Rock sureño no estaba en primera línea, aunque siempre estaban en la misma los ZZ Top, por ejemplo. Pero, desde Georgia, unos jóvenes Chris y Rich Robinson, especialmente este último, iban a lanzar un trallazo. Con una formación que se completaba con el guitarrista Jeff Cease, que sería sustituido por Marc Ford en 1991; el bajista Johnny Colt que saldría de la banda en 1997; y el batería Steve Gorman, el integrante que más tiempo ha aguantado en los Black Crowes, crearían un sonido poderosísimo en este Shake Your Money Maker. Hay que tener en cuenta que habían fichado por Def American Records de Rick Rubin; que el productor sería George Drakoulias; y que también estaría por allí Brendan O’Brien, en cuyo estudio se grabó el disco. Mención aparte merece la presencia en los teclados de todo un Chuck Leavell, figura reconocida por su gran trayectoria y, especialmente, por ser un clásico de los integrantes de la banda de gira de The Rolling Stons. Leavell saldría de gira con los Black Crowes pero nunca sería un miembro de los mismos. En 1992, Eddie Harsch entraría a los teclados para The Southern Harmony and Musical Companion, su gran clásico de ese mismo año, siendo otro de los grandes músicos que pasaron por los de Georgia, aunque saldría de ella en 2006 (Harsch fallecería en 2016).

Muchos conocimos a The Black Crowes gracias a la poderosa versión del «Hard to Handle» de Otis Redding, una revisitación de un clásico que hicieron suyo, fiel al original pero dándole un tono más rockero que el Soul de Redding. Yo vi ese vídeo en el Rockopop de Beatriz Pécker, era el verano de 1990 y me anoté ese nombre, la revelación llegaría con The Southern Harmony and Musical Companion, aunque no tardaría muchos meses en hacerme con el CD de su primer disco. The Black Crowes debutaron con un disco inmenso, fresco y apabullante, con esas guitarras que son las protagonistas y con un Chris Robinson que mostraba su inmenso talento. La portada, de fondo negro, tenía un punto a las de los primeros discos de The Rolling Stones, otra de sus grandes influencias. Todavía faltaba tiempo para la llegada de sonidos más psicodélicos a la música de The Black Crowes, en Shake Your Money Marker son el Rock sureño y el Hard Rock los que se imponen. Diez canciones, y un epílogo escondido minimalista.

Ya el comienzo te deja sin aliento, «Twice as Hard» es una carta de presentación de Rock puro y duro donde Chris presenta sus credenciales en su forma de cantar. La fiesta sigue con la animadísima «Jealous Again», con los teclados de Leavell desatados y con un sonido más sureño. Una de mis canciones favoritas, y escondidas, es «Sister Luck», hermosa y sutil, una muestra de cómo The Black Crowes también se movían en ese terreno. «Could I’ve Been So Blind» es más rockera, de nuevo Leavell se sale y Chris está inmenso. La primera cara termina con «Seeing Things», balada estupenda que transmite una gran intensidad y que termina con coros gospelianos y espirituales, otra de las influencias claras de los hermanos Robinson, especialmente en sus inicios.

La segunda parte se abre con «Hard to Handle» de Otis Redding que, como hemos señalado, hacen suya, una versión impresionante donde destaca el toque que le dan la batería de Gorman y, otra vez, los teclados de Leavell. «Thick N’ Thin» es otra de las joyas del disco, la batería de Gorman marca el ritmo de forma brillante y la combinación de los teclados y de unas guitarras muy potentes, le coloca en un nivel altísimo. Pero el final no va a decaer, para nada. Primero con la intimista «She Talks to Angels», intensidad en la voz de Chris y deudora del Soul y del Góspel igualmente. «Struttin’ Blues» es una canción también «ocultada» por las más conocidas, pero es otra brutalidad con esas guitarras de Rich y Cease y con un maravillos Hammond para acompañar. Y se cierra el disco con «Stare It Cold», a la que le ocurre lo mismo con un sonido potente y poderoso, muy guitarrera. Como comentábamos, «Live Too Fast Blues/Mercy, Sweet Woman» aparece como «canción escondida», aunque es una breve tonada con Chris cantando de fondo.

En un contexto que no les era favorable, los sonidos de raíces sureñas no iban a cotizar alto en los próximos años, The Black Crowes se alzarían como una de las bandas clave del periodo, aunque también habría algunos intentos de imitarles, Primal Scream incluso harían una gran aproximación en 1994 con Give Out But Don’t Give Up en el que los escoceses también estuvieron producidos, entre otros, por el propio Drakoulias. Ya hemos señalado que luego llegaría su gran clásico, en 1992 aparece The Southern Harmony and Musical Companion, mayúsculo trabajo. La historia posterior de los de Georgia es azarosa, con cambios en los integrantes de formación, paréntesis, enfrentamientos entre Chris y Rich…Para nosotros, The Black Crowes siempre serán imprescindibles, especialmente en sus dos primeros discos.

Gary Louris y su único disco en solitario: «Vagabonds»

Cuando a finales del año 2017 nos planteamos discos que cumplían aniversarios que nos apetecía rescatar en este 2018, uno de los que apareció en primer lugar fue el debut, y único disco en solitario, del gran Gary Louris, publicado en 2008 bajo el título de Vagabonds. Es curioso que un tipo como Louris, con más de tres décadas de carrera y numerosas inquietudes, no se haya prodigado más en solitario. Siempre bajo el paraguas de The Jayhawks, de los que hemos hablado en numerosas ocasiones, con diferentes etapas, en breve analizamos su último trabajo, implicándose en proyectos como el lamentablemente poco conocido Golden Smog, o colaborando con numerosos artistas y bandas, Louris se lanzó en solitario en un momento en el que The Jayhawks estaban en un parón que parecía definitivo. Para entonces, The Jayhawks habían alcanzado el lugar que merecían, aunque no deja de ser uno de esos casos en los que llegaron tarde. A comienzos del siglo XXI, el «Americana» se había convertido en la tendencia dominante en el Rock ‘N’ Roll y no había entrevista en el que las nuevas bandas y artistas no señalasen como influencia en los primeros puestos a los de Minnesota. Justicia poética se diría pero tardía porque The Jayhawks, que habían marcado el camino en la primera mitad de los noventa, no existían ya tras el cierre de la banda en 2004, un año después del excelso Rainy Day Music, del que ya hablamos aquí en su momento con motivo de su quince aniversario. Louris, que por entonces pasaba largas temporadas en España, había grabado con Golden Smog el fantástico Another Fine Day (2006) y el EP Blood on the Slacks (2007), ambos producidos por Paco Loco, y que también fueron el cierre de ese supergrupo en el que estaban Dan Murphy (Soul Asylum), Marc Perlman (The Jayhawks), Chris Mars (The Replacements) o el propio Jeff Tweedy, entre otros. Por lo tanto, Louris tenía tiempo para dar salida a nuevas composiciones, aunque luego los acontecimientos se precipitarían de forma insospechada. Pero el comienzo del año 2008 nos traería un disco intimista, muy acústico, pero sin olvidar algunos instrumentos como el pedal steel, y con grandes composiciones.

Para la producción de Vagabonds, Louris se puso en manos de todo un Chris Robinson (The Black Crowes) y en el disco colaboró Susana Hoffs y aparecía como músico de estudio un todavía desconocido Jonathan Wilson, así como otro integrante de The Black Crowes, el teclista Adam McDougall que había entrado en la formación en 2007 y que en la actualidad continúa con Robinson en su banda Chris Robinson Brotherhood. Igual la decisión de contar con Robinson en la producción puede llamar la atención porque, a pesar de los puntos en común, también hay importantes diferencias con el sonido de Louris, pero no es menos cierto que es una producción muy ajustada. «True Blue» abre Vagabonds, un inicio precioso con ese punto del piano, una canción muy tipo Jayhawks con el pedal steel incluido. «Omaha Nights» es más rockera, esas guitarras son más poderosas, aunque no deja de lado un tono crepuscular. Y «To Die a Happy Man» es muy acústica e intimista, especialmente en su comienzo, destacando de nuevo la presencia del pedal steel. «She Only Calls Me on Sundays» recupera ese colorido crepuscular pero tiene una vertiente espiritual que se manifiesta en los coros especialmente, tirando más hacia el lado del Country. Por su parte, «Well Get It By» es una canción que podría haber incluido en cualquier disco de The Jayhawks, es uno de los mejores temas de todo el disco con unas melodías preciosas y en la que destacan las armonías vocales.

La segunda parte comienza con la más pausada y ambiental «Black Grass» pero que cuenta con un tono alegre y optimista, con un final también en la línea espiritual. «I Wanna Get High» desciende un poco el nivel del disco, sonidos más endurecidos, un toque incluso sombrío. Por su parte, «Vagabonds» es de 10, un tema precioso con esa armónica del comienzo, una melodía melancólica, los coros de Hoffs y la inclusión de Robinson como contrapunto, una gran canción. «D.C. Blues» por su parte es de nuevo crepuscular, con el pedal steel cobrando protagonismo, mientras que el final es para la delicada «Meandering», una canción emocionante y melódica, muy acústica, con el protagonismo de las guitarras acústicas.

Louris todavía daría más noticias en ese 2008, muchas de ellas inesperadas. Estuvo de gira y en junio lo pudimos ver en el Antzokia bilbaíno y, gran sorpresa, se produjo la reunión de la formación clásica de The Jayhawks, la del imbatible Tomorrow the Green Grass (1995), que nos llevó al Azkena vitoriano ese septiembre. Y, si por si no fuese suficiente, Louris y Mark Olson publicarían Ready for the Flood a finales del 2008, además de un EP con temas más acústicos de Vagabonds. De nuevo producido por Chris Robinson, el disco parecía abrir la esperanza de nuevo material de The Jayhawks que todavía tardaría en llegar unos años, concretamente sería en 2011 con el menor Mockingbird Time, abandonando de nuevo Olson a comienzos de 2012 la formación. Volviendo al disco de Olson y Louris, también se caracterizó por un tono más acústico y creo que sus canciones están por debajo de lo ofrecido por Louris en Vagabonds. Igual las expectativas eran elevadas pero no acabo de funcionar tanto como nos hubiese gustado. Gary Louris no se ha vuelto a prodigar en solitario, a cambio nos ha devuelto un retorno de The Jayhawks en muy buena forma.