«Queen of Denmark», el deslumbrante debut de John Grant

Si tuviera que hacer un top cinco de los debuts que más me han impactado en los veinte últimos años, sin duda que este formaría parte de él. Hace catorce años de la disolución definitiva de The Czars, la banda que había liderado John Grant durante más de una década y seis discos de estudio con un moderado reconocimiento, y se cumplen diez del primer y apabullante lanzamiento en solitario de este músico de Colorado.

Atormentado por complejas taras emocionales, sobre todo derivadas de sus opresivas infancia y juventud y sus adicciones posteriores, no sería hasta 2008 cuando este sensible grandullón se decidiera, animado y arropado por Paul Alexander y Eric Pulido, componentes de Midlake que le acompañarían en la producción, a grabar las canciones con las que culminaría su liberación sexual y espiritual y exorcizaría sus miedos e inseguridades. Explícito y delicado, irónico y desgarrador, de la conjunción de los sentimientos que derrocha en este disco resulta una belleza y una verdad poco habituales y una emoción que por momentos eriza el vello.

Arregladas con mimo extremado, sentado frente al piano y entonando con la fluidez de su voz sedosa, Grant interpreta un listado de canciones que no tiene desperdicio y transita por el folk, el pop de cámara o el soft rock con sutil y particular melancolía. Como en TC and Honeybear, que abre el disco con una melodía de folk-pop satinado con la que presenta la voz firme y suave que habrá de conquistarnos, para continuar con el piano, la guitarra y el primer juego de voces que ensalzan la belleza de Marz. Más piano de inicio y un estribillo sostenido en guitarras y violines componen Where Dreams Go to Die, otra pasada, antes de que Sigourney Weaver suba un grado de contundencia eléctrica e introduzca pequeños efectos electrónicos para acompañar el despliegue vocal y Chicken Bones aligere un poco el ritmo y vuelva a destacar por los perfectos coros del estribillo.

Con sencillez y profundidad, piano, bajo, trombón y coros delinean la festiva Silver Platter Club y en la preciosa It’s Easier discurre la voz en un tono bajo entre teclados y rasgueos de guitarra. Sencilla y emocional, Outer Space destaca por la interpretación vocal, antes de introducir sin complejos la electrónica en Jesus Hates Faggots, sin descuidar la melodía, y con menos incidencia en Caramel junto al piano y la dulzura vocal. Leopard & Lamb empieza con unos teclados soul para elevar el tono en el estribillo con magníficas voces y cuerdas antes de herirnos de emoción en el adiós con la excelsa Queen of Denmark.

De la estirpe de Elton John y a la altura de su coetáneo Rufus Wainwright, con este disco Grant nos legó una de esas obras que abruman y perduran por su belleza, redonda y difícilmente reeditable como ha quedado demostrado en sus siguientes discos, una obra cuya necesidad hace única e irrepetible. En los diez años que nos separan de su lanzamiento ha publicado otros tres trabajos en los que ha ido aumentando el componente sintético como «Pale Green Ghosts», «Grey Tickles, Black Pressure» o el más reciente «Love Is Magic», en los que abrazaba con mayor convicción la ironía y la estridencia una vez deshechas las ataduras emocionales con este grandioso debut en solitario.

John Grant, «Love Is Magic»

Culminación lógica de lo que ha sido una evolución paulatina desde su mayúsculo debut en 2010, este cuarto trabajo del ex-integrante de The Czars termina por ceder completamente a la electrónica y, excepto mínimos elementos orgánicos y su siempre estimulante presencia vocal, se resuelve con un amplio repertorio de sonidos sintéticos setenta-ochenteros como referente. Más sarcástico que nunca (como puede apreciarse especialmente en el fantástico contenido fotográfico que complementa el libreto) no rehúye la actualidad (a lo largo del disco hace referencia tanto a Trump como al ISIS o a Chelsea Manning) ni las variantes de una condición personal que ha tratado en todos sus discos con enorme y descarnada sinceridad.

Tanto en «Pale Green Ghosts» (2013) como en «Grey Tickles Black Pressure» (2015) ya era apreciable la deriva electrónica de su música pero sin duda ha sido este último trabajo el que la culmina. Producidas por el propio Grant junto a Ben Edwards (Benge) y el componente de Midlake (que también participó en su mencionado debut «Queen of Denmark») Paul Alexander, sus diez cortes integran un conjunto que alterna con naturalidad el humor y el drama sin renunciar en ningún momento al exceso. El arranque lo deja claro, percusión e histrionismo vocal pueden asustar de inicio con Metamorphosis pero ya en Love Is Magic se afirma la inconfundible presencia vocal del de Denver junto a los sintetizadoires y programaciones que protagonizarán el conjunto del disco. La parte central la componen Tempest, la bailable y entretenida Preppy Boy, el tecno de mayor intensidad de Smug Cunt y el synth-pop lúdico y animado de He´s Got His Mother´s Hips. Un extenso parlamento centra Diet Gum que abre el interesante trío de cierre compuesto por Is He Strange (bella y emocionante), la original The Common Snipe y la liviana despedida al piano de Touch and Go.

Canciones largas que no se hacen largas componen un disco que va cogiendo temperatura a medida que avanza. Desarrollado en base a una electrónica que toma como referencia los orígenes del género, no puede evitar el contagio de las emociones que transmite tanto con su voz en solitario como con los juegos que la acompañan. Con otro derroche de personalidad supera Grant una nueva prueba en su revirada trayectoria, que si bien puede no haber consolidado la dirección que señalaban sus inicios, igualmente sigue acumulando argumentos de calidad para la satisfacción de diferentes gustos.