«Out of Time» o cómo R.E.M. asaltaron el «mainstream»

Vale que nos queda poco para llegar a la cincuentena y que nuestra mirada nostálgica está presente en ciertos momentos, pero no cabe duda que 1991 fue un año tremendo para la música popular. Primero, obviamente, el Grunge consolidó lo «alternativo» y «underground» como mainstream gracias a la irrupción del Nevermind de Nirvana. También llegaría a lo grande el Ten de Pearl Jam y más. Por otro lado, el Rock que se había impuesto en la década de los ochenta tendría casi su punto final con los dos Use Your Illusion de Guns N’ Roses, megalomanía a raudales para un ascenso tan brutal como su caída posterior. Por otro lado, U2 demostraban su talento con el giro estilístico de Achtung Baby, el mejor disco de los irlandeses y una forma de captar los cambios de su tiempo sin perder sus esencias. Michael Jackson llegaba al final de su etapa más gloriosa con Dangerous que, obviamente, no puede competir con todo lo anterior, pero es un cierre digno. Y qué decir de un Diamonds and Pearls de Prince que entraría en otra carrera con cambio de nombre incluido. Pero, con todo esto, para mí hay un momento determinante que es muy importante y que tiene que ver con el asalto de lo «underground» al mainstream. Ese momento es «Losing My Religion», una canción y un vídeo que fueron claves en 1991 y que cimentarían la popularidad de R.E.M. hasta límites insospechados. Michael Stipe, Peter Buck, Mike Mills y Bill Berry no eran unos jovenzuelos que venían de dormir en sótanos de casas de bandas de amigos en las ciudades en las que daban conciertos. No, cuando muchos descubrimos «Losing My Religion» vimos a cuatro tipos que superaban la treintena y no por poco. Tampoco sabíamos que el disco que enmarcaba «Losing My Religion», Out of Time, era el séptimo de una banda que se había fogueado el circuito independiente y universitario en los ochenta, que había logrado éxitos que les lanzaron a fichar por Warner (Green saldría en 1988 y tendría ventas millonarias) y que Out of Time se enmarcaba en la evolución de la banda de Athens. Eso, como he dicho, no lo sabías. Puede que «Losing My Religion» quede ensombrecida, entre comillas porque es muy grande, por todo lo ocurrido en ese año pero marcó también un hito. Hace unas semanas pude ver en Netflix el proceso de composición de la canción en el programa Song Exploder de Hrishikesh Hirway en el que se diseccionan canciones a través de capítulos independientes. Es muy emocionante ver a los cuatro integrantes de la banda recordar cómo surgió «Losing My Religion». El caso es que la canción es dura y, como bien dice Javier Castro, transmite pesadumbre y angustia, así como el vídeo, capturando también en parte el espíritu de su época. Vamos a recordar, por tanto, Out of Time, uno de esos discos imprescindibles de una época. Producido de nuevo por Scott Litt, que estaba con R.E.M. desde Document (1987) y que les acompañaría hasta el recientemente reseñado New Adventures in Hi-Fi (1996), es un trabajo ecléctico que está lleno de singles.

«Radio Song» es precisamente una muestra de ese eclecticismo, con una mezcla del sonido más tradicional y barroco de R.E.M. pero con la incorporación del rapero KRS-One y con un bajo muy Funk. Muy pronto se lanzan con «Losing My Religion» de la que no hay mucho que añadir, una melodía perfecta para una canción brillante con esa mandolina de Buck que será su seña de identidad, todavía recuerdo cuando la sacó y sonaron sus acordes en el concierto que dieron en la Feria de Muestras de Zaragoza en mayo de 2005. «Low» es una canción más arriesgada, oscura y sincopada, Stipe susurra por momentos y solo el contrapunto de la guitarra de Buck rompe el ritmo. Mills carga con la voz en la brillante «Near Wild Heaven» que es una canción muy de los R.E.M. de los ochenta, nostalgia para un tema muy Pop. «Endgame» es la canción que menos me gusta del disco, melancólica y barroca de nuevo, es un tema muy ensimismado. La anomalía es «Shiny Happy People», canción de Pop luminoso y muy adictiva, con su paisana Kate Pierson de B-52’s a las voces. R.E.M. siempre han renegado de esta canción que se convirtió en un gran éxito y que es un acierto, con esas cuerdas del comienzo.

Más Rock es «Belong», un sonido más potente y de guitarras, con un Stipe que canta poco y que casi se puede decir que se centra en una letanía. «Half a World Away» es melancólica y oscura, más en la línea del tono general del disco, con las cuerdas también como protagonistas y con la aparición de nuevo de la mandolina de Buck. «Texarkana» es una de mis canciones favoritas del disco, una canción Rock con Mills como voz principal, con su bajo también destacando, y con la melancolía inherente al disco como seña de identidad. En «Country Feedback» encontramos otra canción enorme, ambiental y crepuscular, muy crepuscular, un sonido contenido con Pierson a los coros. Y el cierre es para «Me in Honey» que es más Rock y en la que Pierson vuelve a cantar a dúo con Stipe.

Como decíamos anteriormente, con «Losing My Religion» y Out of Time, R.E.M. se convirtieron en una de las tres o cinco bandas más grandes del momento, hecho que confirmarían con Automatic for the People (1992), su obra cumbre. Luego, ya hemos contado la historia de R.E.M. muchas veces en Los Restos del Concierto. Una de las bandas de nuestra vida, sin duda alguna.

 

«Lifes Rich Pageant» o cómo R.E.M. iban cimentando su sonido

Volver a Michael Stipe, Peter Buck, Mike Mills y Bill Berry es una obligación en Los Restos del Concierto. No en vano, es una de nuestras bandas favoritas y de la que más hemos escrito a lo largo de la casi una década que llevamos con este blog. R.E.M. no necesitan presentación y, en 2021, tocan varios aniversarios de sus discos. Ya hablamos de su último gran disco, el New Adventures in Hi-Fi de 1996, el último en el que participó un Berry que iba de salida. En los próximos días le tocará el turno a Out of Time (1991), el que les situó en lo más alto del mainstream con «Losing My Religion», ese 1991 tremendo. También tiene que haber tiempo para su último disco, Collapse into Now de 2011, incluso podría haberlo haberlo para Reveal (2001) que es el punto medio de su «trilogía fallida», y eso que aquí estaba «Imitation of Life». También apetece el recopilatorio de 2006 de And I Feel Fine… The Best of the I.R.S. Years 1982-1987, que publicaron en 2006. En fin, que hay muchos aniversarios de R.E.M. en este 2021. Le toca el turno en el artículo de hoy a Lifes Rich Pageant de 1986, cuarto disco de estudio de los de Athens (Georgia) que iban ya lanzados a disco por año desde el debut con Murmur en 1983, el año pasado nos centramos en Fables of the Reconstruction de 1985. Recordemos que son esos años en los que R.E.M. van creciendo sin parar en el circuito universitario y alternativo, sin parar y constantes. Ciertamente, su carrera no es que fuese ese underground de otras bandas de la época, estaban en un sello como I.R.S., hacían vídeos y salían en las emisoras. Faltaba el salto a las «grandes ligas» que llegaría con la firma con Warner y Green en 1988. Pero, R.E.M. iban a lo suyo y con el disco que nos ocupa conseguirían sus mejores éxitos hasta la fecha, logrando su primer «Disco de Oro». El sonido de la banda seguía su proceso de cimentación, muy reconocible ya con la incorporación de elementos más Folk y con la voz de Stipe como una de sus señas de identidad. Y, por supuesto, están esas canciones que iban sumándose a un cancionero que será imbatible apenas una década después.

«Begin the Begin» es un comienzo imbatible, una de las mejores canciones de la época de R.E.M., con un Stipe potente y la guitarra de Buck como activo principal. Una canción Rock que da paso a la más Power Pop «These Days» aunque no deja de tener su sonido poderoso de guitarras. En «Fall on Me» encontramos a los R.E.M. más melódicos con una canción más Pop y con mensaje medioambiental, destacando las segundas voces de Mills. En «Cuyahoga» aparece el tono más nostálgico y melancólico, una melodía maravillosa para una de las canciones más recordadas de esos años de los de Athens. El Power Pop y el Jangle Pop, del que hablamos hace unas semanas, alcanzan su máxima expresión en «Hyena», una canción que va creciendo. Y «Underneath the Bunker» es un interludio de toque latino y mayoritariamente instrumental.

«The Flowers of Guatemala» se embarca en un tono más atmosférico y tranquilo aunque la guitarra de Buck también va creciendo. «I Believe» comienza con el banjo para derivar al poco tiempo a un Power Pop más acelerado y muy adictivo. En «What If We Give It Away?» es una canción de Pop melancólico muy de R.E.M., una muestra de su sonido más característico. Se sale de la norma un poco «Just a Touch» que tiene un punto Punk recuerdo de sus orígenes, algo había, pero luego se embarca hacia el Power Pop de nuevo. «Swan Swan H» se adentra en el tono más oscuro, de nuevo la melancolía hace su aparición con un sonido más atmosférico. El cierre del disco es para la versión de «Superman», un tema de 1969 de la banda texana The Clique, en la que Mills lleva la voz cantante y que la llevan a territorios más Pop.

El disco incluye una serie de canciones que fueron incluidas en la reedición de 1993. Comienzan con apenas un minuto de lamento de Stipe, sin apenas instrumentación, en «Tired of Singing Trouble». «Rotary Train» es la cara b del single «Fall on Me» que es una canción instrumental un tanto extraña, de reminiscencias surferas. Aparece una potente versión del clásico de Aerosmith «Toys in the Attic», aceleradísima y casi de tono ramoniano y Punk con Berry machacando la batería. Hay espacio para una versión en vivo en estudio de «Just a Touch» que suena más cruda y también sorprende la revisitación del «Dream (All I Have to Do)» popularizado por los Everly Brothers y que había aparecido en un documental sobre la escena musical de Athens en los ochenta. En el mismo también se encuentra la versión acústica de «Swan Swan H».

Un grandísimo disco Lifes Rich Pageant de unos R.E.M. que proseguían su camino hacia el destino que les esperaba en Out of Time (1991). Mientras tanto, lo dicho, a disfrutar de uno de aquellos discos de los ochenta que la mayoría desconocíamos. Pero qué grandes son R.E.M.

«New Adventures in Hi-Fi» o la mirada crepuscular de R.E.M.

Era 1996 cuando R.E.M. publicaron el que sería su último disco como cuarteto. Bill Berry, el batería, había sufrido un aneurisma cerebral en 1995, en plena gira del Monster (1994). Berry superaría el momento crítico y se uniría a Michael Stipe, Mike Mills y Peter Buck pero hasta 1997. El caso es que R.E.M. llegaban a ese momento con una carrera consolidada como una de las principales bandas del mundo del Rock. Hemos escrito mucho sobre los de Athens en Los Restos del Concierto, de los que somos fervientes fans, pero no cabe duda que New Adentures in Hi-Fi (1996) les llegó en un momento un tanto complejo. Con el tiempo, este disco ha quedado como uno de los grandes de R.E.M. y su última gran obra, desde entonces entraron en el bache creativo del periodo Up (1998), Reveal (2001) y Around the Sun (2004), aunque siempre daban un fogonazo que te hacía albergar esperanzas (que luego no se cumplían), hasta el digno final de Accelerate (2008) y Collapse Into Now (2011). Pero, volvamos a 1996, R.E.M., que habían firmado un contrato récord con Warner en 1994, habían volado alto con Out of Time (1991) y Automatic for the People (1992), con canciones que se incorporaron al imaginario colectivo. Monsterdel que ya hemos hablado en Los Restos del Concierto, fue un disco oscuro y guitarrero que yo defiendo, pero no era lo que «se esperaba». El caso es que con el relativo pinchazo del Monster, la enfermedad de Berry, etc., R.E.M. volvieron al estudio para crear un disco atemporal y crepuscular donde aparecen varias facetas de la banda. Están los más clásicos de los ochenta, los de los medios tiempos intensos y melancólicos, y también hay un punto electrónico y más experimental. Pero, en definitiva, es un disco que sugiere ese tono crepuscular que hemos comentado, como de cierre de una etapa.

Bajo el muy sugerente título de «How the West Was and Where It Go Us», R.E.M. comienzan su décimo disco con un tono ambiental, atmosférico y un tanto minimalista, en el que aparecen apuntes electrónicos y que funciona de forma hipnótica. Con «The Wake-Up Bomb»se lanzan a un Rock enérgico, un cambio de tono con las guitarras como protagonistas y con un Stipe que canta con garra, una de las canciones escondidas del grupo. «New Test Leper» es una canción muy de la banda, con ese punto melancólico y pausado que se convirtió en una de las señas de identidad. Regresan a los sonidos más electrónicos con «Undertow» que luego deriva hacia el punto más oscuro que le daban en el disco anterior. Y en «E-Bow the Letter» se apuntan a una de sus potencialidades, esas canciones emocionantes y melancólicas, épicas e intensas, aquí con unas texturas increíbles y con la colaboración de una Patti Smith que regresaba a la primera línea de la música tras sus años dedicada a cuidar de sus hijos tras el fallecimiento de su marido, Fred «Sonic» Smith. «Leave» se lanza por encima de los siete minutos, casi todas las canciones anteriores estaban por encima de los cinco, y es un tema que cuenta con diferentes niveles, hay una parte de efectos electrónicos pero luego son claves las guitarras, colaborando en la canción Scott McCaughey en los teclados, como en otras canciones. «Departure» es un tema clásico de la banda, muy de los ochenta, y con una deriva hacia el Power Pop que se observa en la duración más reducida de la canción, además de ser otra de esas canciones que se quedan en un segundo plano dentro de otras que tuvieron más repercusión.

La segunda parte comienza con «Bittersweet Me», otro clásico de la banda, una maravilla de canción que crece con un tono melancólico al comienzo que luego deriva en un punto más rabioso. «Be Mine» tiene un tono diferente, contrastando la voz delicada de Stipe con la guitarra de Buck, aunque luego la canción se expande tras un comienzo más minimalista. «Binky the Doormat» retorna al modelo de canción de varias capas con una base rítmica más sincopada, aunque luego se apuntan a unas guitarras más expansivas con un sonido más Rock. «Zither» es un interludio instrumental que da paso a «So Fast, So Numb», muy guitarrera y con un Stipe que va más contenido. En «Low Desert» retornan a un punto más oscuro, son un protagonismo de nuevo de las guitarras y con unas texturas que funcionan. El cierre es para es otra de las canciones más conocidas del disco, una «Electrolite» que es un medio tiempo delicado y en el que imprimen la pausa.

En 1996, compré el CD de New Adventures in Hi-Fi sin dudar. En aquel tiempo, tenías como referencia el impactante «E-Bow the Letter» que nos remitía a Automatic for the People, del que el disco de 1996 podría ser el hermano menor. Aunque igual en aquel año no le prestamos tanto atención como merecía, sería con los años cuando nos imbuiríamos en este trabajo, el último gran disco de R.E.M., una de las grandes bandas de la historia de la música. Y esa portada, esa imagen en blanco y negro, muy crepuscular con ese horizonte desértico que se pierde y con el contraste del movimiento. Melancolía y fuerza, nostalgia y garra, intensidad y épica. Todo junto. ‘¡Qué buenos eran R.E.M.!