Hurray for the Riff Raff, «The Navigator»

Llegamos con un notable retraso, fue publicado en marzo de 2017, a este The Navigator de Hurray for the Riff Raff, pero el descubrimiento ha merecido mucho la pena, y se lo debemos a los amigos y amigas del Ruta 66 que los sacaron en portada en su número de abril. Vaya por delante que The Navigator es el sexto disco de la banda radicada en New Orleans pero con orígenes en el Bronx de New York. Encabezada por Alynda Segarra, de origen puertorriqueño, se caracterizan por un sonido vinculado al Folk, al «Americana», e incluso a palabras tan devaluadas como lo «alternativo» o lo «independiente», con una fuerte carga reivindicativa, especialmente en cuestiones de género, de sexualidad, etc. Pero, en este disco, Segarra gira la mirada de forma explícita hacia sus orígenes latinos y pone en valor esas influencias. Además, es un trabajo de corte también político, centrándose en las transformaciones de la sociedad norteamericana en la última década. Un disco fascinante que va entrando desde las primeras escuchas, con una Segarra poderosa.

El comienzo es una introducción, «Entrance», que es como un cántico espiritual, con coros y voces de fondo que suenan con gran intensidad. «Living in the City» es una canción soberbia, con fuerza y la garra muy rockera, y con tono Folk a través de las acústicas, nos recuerda por momentos a la mejor Neko Case. «Hungry Ghost» sigue por esa línea pero de forma más eléctrica siendo un tema más oscuro. En «Life to Save» deriva más hacia el «Americana» aunque es el piano el protagonista, incluso hay algún eco del Country. En «The Navigator» da uno de los virajes más destacados del disco, canción más intimista y emotiva, destacando las cuerdas y posteriormente hace un giro más hacia las raíces latinas, con un componente más identitario. El cierre de la primera mitad del disco llega con uno de los puntos más altos de esos ritmos más latinos, con ese curioso comienzo en español de venta en la calle, y con la intensidad de la forma de cantar de Segarra junto con la aportación de la percusión y de nuevo las cuerdas.

Tras una primera parte esplendorosa, en la segunda el nivel casi se mantiene tan alto, resultando un disco en su conjunto muy destacado. En «Halfway There» retoma los sonidos más intimistas del Folk, la acústica es protagonista, pero en «Rican Beach» retorna a las influencias latinas con presencia de sonidos procedentes de la Salsa, mezclándose con las guitarras, y constituyendo un tema muy reivindicativo. «Fourteen Floors» es una canción preciosa y delicada, con el piano como protagonista y la voz de Segarra dándole un tono más dramático. «Settle» igual es el tema que menos encaja, tiene un punto más barroco y complejo, las cuerdas son protagonistas de nuevo y te gana por la intensidad de Segarra. Y, para el cierre, nos dejan dos maravillas, los dos únicos temas que no compone Segarra exclusivamente. Primero, la reivindicativa «Pa’lante», toda una declaración de principios, con un inicio con el piano y la fuerza de su voz y, aunque el puente a mitad de la canción igual queda extraño, no es menos cierto que su intensidad es impresionante y te llega. Y el último tema es «Finale», una canción basada en el Son cubano, con unas percusiones fantásticas y cantada a dos voces, en inglés y español, cerrándose con unos timbales poderosos.

Muy buen disco este The Navigator de Hurray for the Riff Raff, el proyecto de Alynda Segarra que lo escuchamos estas semanas continuamente y que es muy adictivo. Y una Segarra que es un descubrimiento.

 

 

Fino Oyonarte, ‘Sueños y tormentas’

Después de una vida dedicada a la música en variadas facetas, ocupando en general un plano discreto en sus muy diferentes proyectos, Fino Oyonarte pensó tras sufrir un infarto hace tres años que tenía que «hacer algo propio» y como resultado de aquella necesidad llega a nuestras manos esta delicia que no debería sorprender dada la trayectoria de su autor, pero cuya cuidada transparencia no puede menos que hacerlo.

Inquieto y apasionado, durante las tres últimas décadas además de bajista de Los Enemigos (tras sus inicios en Glutamato Yeyé) ha desarrollado otros proyectos en bandas como Clovis o Los Eterno y ha destacado como productor de gente de la talla de Los Planetas, Lagartija Nick o Los Deltonos además de crear la recomendable editorial musical Libros del ruido. Acompañado en la producción por César Verdú, antiguo colaborador en Clovis y actual batería de León Benavente, y rodeado de otros excelentes músicos como Daniel Lorca de Nada Surf o el prestigioso violinista Phillip Peterson, cuya labor con las cuerdas merece una especial mención, el debut en solitario de Oyonarte trascurre alejado del rock y se adentra en terrenos más sutiles e intimistas, en la línea de autores cercanos como Rafel Berrío o más lejanos como Nick Drake o Elliott Smith, en cualquier caso su labor culmina en una particular y atractiva sencillez. Sus letras, igualmente sencillas a la vez que claras y dirigidas sin rodeos, destilan honestidad y contienen vivencias y reflexiones expresadas desde una generosa y directa intimidad.

Desde el destacable inicio con Afortunado ya se adivina el tono bajo del disco, en este caso con Fino apareciendo al piano y la guitarra y una preciosa presentación de la sección de cuerdas. Los ecos de bossa nova aceleran el tempo con moderación en Atrapado para paulatinamente y con suavidad irlos arropando hasta alumbrar el sonoro final. Más ligera e instrumentada, con un piano central y precioso acompañamiento de vientos y cuerdas, Estos años completa el fantástico trío inicial.

A continuación La deriva fluye sobre apenas una guitarra acústica, casi igual que la bella Casualidad, que cede algo de protagonismo al violín, el violonchelo y unos coros sutiles. Se descuelga el autor la guitarra en Huellas en el tiempo, nostálgica introspección al piano que cierra el segundo trío del disco, antes de que Por dónde empezar vaya introduciendo con timidez nuevos elementos folk para relajar un poco la intensidad emocional y completar, junto a la rigurosa belleza de Sueños y tormentas y la maravillosamente arreglada (a destacar trompeta y cuerdas) Cien pasos, un trío final lleno de sensibilidad.

Una enorme presentación la de este experimentado músico que deja un excelente regusto, un disco de alta intensidad emocional y medida intensidad sonora resultado de una necesidad propia que ha acabado redundando en nuestro propio provecho, un trabajo honesto y sabio y hecho con las pretensiones justas para multiplicar el sencillo placer de escucharlo.

Siempre nos queda tiempo para The Style Council

Paul Weller es un tipo que, de no existir, habría que invertarlo. Poseedor de una carrera excelsa en solitario, con sus altibajos eso sí, fundador de The Jam y The Style Council, es una figura clave en la historia de la música popular. Y hoy nos toca recordar su segundo gran proyecto, The Style Council, que sorprendió tras finiquitar a de The Jam. Y es que la década de The Jam, junto a Rick Buckler y Bruce Foxton, aunque comenzaron a grabar en 1977 y no dejarían de hacerlo hasta 1982, merece un artículo obviamente. The Jam explosionaban en plena efervescencia del Punk y de la New Wave pero desde el revivalismo Mod y con una clara conciencia política. The Jam volaron rápido y dejaron, entre otras muchas, canciones como «Town Called Malice», «In the City», «Going Underground», «That’s Entertainment» o «The Eton Rifles». Weller decidió acabar con The Jam, cuestión unilateral que Buckler y Foxton se tomaron muy mal. Pero Weller no tardaría mucho en formar nuevo grupo, en este caso dúo, con el teclista Mick Talbot, con el que compartiría hasta 1989 labores de composición y de voz cantante en unos The Style Council que también se abonarían al frenético ritmo de trabajo de Weller, cinco discos en seis años, aunque el último no llegó a ver la luz hasta 1998, como veremos posteriormente. Weller y Talbot iban ir asumiendo las constantes de la década, pero la formación se basaría en un giro estilístico con respecto a The Jam con fuerte presencia del Pop, el Soul y toques jazzísticos para acabar la década abrazando los nuevos sonidos más electrónicos como el Acid-House. Además, también es interesante ver la evolución estilística de Weller, esa ropa elegante pero con un toque «pijo» por momentos, sin olvidar los trajes de turno. Weller, un tipo siempre con clase. Pero, no cabe duda que hubo cambios que a algunos seguidores de The Jam se les iba a torcer el gesto.

Weller y Talbot se iban a repartir las labores de composición y de voz principal, aunque también se apoyarían voces femeninas, destacando la posterior pareja de Weller, Dee C. Lee, que se incorporó en 1984, componiendo lo que podría ser la formación de The Style Council junto al batería Steve White. Ya en su EP de debut en 2003, Introducing the Style Council, mostrarían algunos de los caminos por los que irían, con una fuerte presencia de los teclados y algunas producciones que nos chirrían. Tampoco tuvieron inconveniente en sacar un vídeo para el tema de «Long Hot Summer» que a los más puristas les pondría los pelos de punta. En 1984 publicarían su disco Café Bleu, muy deudor de un Pop elegante y sofisticado con temas como «My Ever Changing Moods», la delicadísima y deliciosa «The Whole Point of No Return» o «You’re the Best Thing, y que alcanzaría el puesto número 2 en la lista de ventas de Reino Unido.

Pero en 1984 dieron el gran pelotazo con una canción que está entre mis favoritas de siempre, el single «Shout to the Top», una canción irresistible que yo conocería por primera vez, o casi me atrevo a decir que identificaría, en la banda sonora de Billy Elliot (2000). «Shout to the Top» es una canción tremenda, ya desde el comienzo con esos violines, los vientos, el piano, la forma de cantar de Weller, te lleva a bailar y a saltar directamente. Es un tema donde el toque Soul está muy presente y eso marca a la canción. En 1985 llegaría el turno de Our Favourite Shop, que aporta temas como «Luck», «Homebreakers», «A Man of Great Promise», cobrando más protagonismo Lee y sumando una cima más a su carrera, la irresistible y muy Soul, con un Hammond fantástico y unos vientos brutales, «Walls Come Trumbling Down», un Weller entregado y cantando con una gran fuerza, tema que por cierto también estaba en Billy Elliot. The Style Council subieron al número 1, alcanzando su mayor éxito con este disco.

The Cost of Living (1997) los mantendría en la cima, número 2 de nuevo, pero la estrella de The Style Council iba a ir declinando, las críticas fueron peores y también iban surgiendo nuevos sonidos. Mientras White abandonaba el grupo, Weller se volvía más ambicioso con un trabajo más complejo, Confessions of A Pop Group, con mayor diversidad de influencias como se puede observar en «The Gardener of Eden (A Three Piece Suite)». El disco se quedó en un discreto puesto 15 para la trayectoria de The Style Council y las tensiones entre Weller y la discográfica Polydor crecieron. La cosa ya acabaría en palabras mayores con el nuevo disco, Modernism: A New Decade (1989), un disco que se abría a sonidos que estaban en boga en aquellos momentos, especialmente el House, y más concebido para los clubs y las pistas de baile. La discográfica se horrorizó y no publicó el disco, no saldría hasta 1998 y 2001, finiquitándose The Style Council.

A partir de ese momento, la carrera de Weller tendría un nuevo comienzo ya en solitario, debutando de esa manera en 1992 con disco homónimo. Es cierto que son años duros para un Weller que con el BritPop verá reconocida su figura, especialmente de la mano de Oasis, participando en el «Champagne Supernova» del (What’s the Story) Morning Glory (1995). Weller, The Modfatheriba a ser presentado como el padrino del BritPop y su carrera en solitario llega hasta nuestros días, con sus puntos más altos y otros, pocos, menos conseguidos. En cuanto a Talbot, su carrera ha quedado en un segundo plano, participando en discos y acompañando a Roger Daltrey, Pete Townshead, Wilko Johnson, Dexys Midnight Runners, etc. En definitiva, escuchar a The Style Council siempre es una gozada, una etapa en la carrera de Weller que no desmerece el conjunto de la misma, al contrario.