«Demon Days» o cómo Gorillaz no eran una broma o un capricho

Era el año 2001 y Damon Albarn sorprendía con un nuevo proyecto llamado Gorillaz, con el que ya estaba trabajando desde 1998. Gorillaz podrían parecer una broma o un divertimento, era un grupo virtual y de carácter multidisciplinar. Claramente enfocados al eclecticismo y a la mezcla del Hip Hop, los sonidos más de Club, el Rock y el Pop, y otros ritmos, estaba formado por Albarn y el artista Jamie Hewlett, un trabajo brutal desde el punto de vista del diseño, acompañados por otros músicos y por colaboradores que aportaban, en la mayor parte de los casos, parte de las voces. Como decíamos, su debut discográfico en 2001 con disco homónimo tuvo éxitos como «Clint Eastwood» o «Rock the House», colocándolos en el mapa, alcanzando ventas millonarias y logrando el reconocimiento de la crítica. Por entonces, Blur habían mostrado su evolución con Blur (1997) y 13 (1999), demostrando que los de Albarn eran más que el BritPop, mientras que Oasis comenzaban la autorrepetición. Pero Blur tendría la salida de la banda de Graham Coxon y Think Tank (2003) es uno de sus discos más incomprendidos, seguramente merece una relectura, pero también se veía la influencia de lo que el inquieto Albarn iba realizando por otros derroteros, allí producían Norman Cook y William Orbit. En 2002, Albarn también había encabezado el disco Mali Music, junto a músicos de ese país como Afel Bocoum y Toumani Diabaté, entre otros. En 2004, Blur se tomó un descanso y Albarn aprovechó para regresar con Gorillaz. Aquel proyecto había quedado en un segundo plano pero en 2005 llegaría Demon Days, que confirmó que aquello no era un divertimento sino que iba muy en serio. Para este trabajo, Albarn y Hewlett contarían con algunos músicos de la primera entrega, pero entraría Danger Mouse a la producción y a la composición de parte del disco, lo que explica la deriva hacia el Hip Hop. También habría colaboraciones como las De La Soul, Neneh Cherry, Ike Turner o el actor Dennis Hopper, entre otros. El resultado, un disco todavía más reconocido en crítica y ventas que su antecesor y que confirmó a Gorillaz. Lo recordamos en Los Restos del Concierto.

El inicio es la introducción con la atmosférica «Intro» que da paso a una «Last Living Souls» que cuenta con unas bases Hip Hop y de Trip Hop, aunque luego asciende hacia el Pop con el sonido de las cuerdas. Luego llega «Kids with Guns» que cuenta con las voces de Neneh Cherry, y en la que el sonido es del Hip Hop, cogiendo vuelo el tema a medida que avanza. En «O Green World» apuestan más por la electrónica, el sondo es más machacón, aunque también hay guitarras. Y «Dirty Harry» es una canción con un punto Funk muy atractivo que la coloca entre las mejores del disco, contando con la colaboración del rapero Bootie Brown de The Pharcyde.

A continuación llega «Feel Good Inc.», todo un hit con De La Soul, una canción atemporal que se te clava, un Hip Hop con mezcla de Rock y Funk. «El Mañana» se parece a la propuesta del Think Tank de Blur, Albarn protagoniza la canción con un tono apagado y con unas bases muy ambientales y atmosféricas, siendo una de las canciones más destacadas del disco. Explícita es «Every Planet We Reach Is Dead», una canción con un sonido más Pop, más contenido si se quiere, con la presencia del piano de Ike Turner. En «November Has Come» retornan al Hip Hop, de nuevo con las bases como protagonistas, aquí con la colaboración de MF Doom. «All Alone» es otra de esas canciones en las que tiran de eclecticismo y mezcla, con la presencia de Roots Manuva y de Martina Topley-Bird, hay Hip Hop pero más cosas.

El tercio final del disco es para la más machacona, tiene un punto de divertimento, «White Light», que luego se deriva hacia lo ambiental. En «Dare» alcanzan otra de las cumbres del disco, una canción que tiene Trip Hop, Disco, Funk, etc., con la presencia de Shaun Ryder de los Happy Mondays. «Fire Coming Out the Monkey’s Head» es otro ejemplo, igual menos logrado, de las mezclas que se dan en el disco, incluso en algún momento tira de lo barroco y melancólico. Sorprende «Don’t Get Lost in Heaven» que es una delicia Pop, muy minimalista y que bebe de The Beach Boys más de Brian Wilson, destacando esos coros que se enlazan, junto con las cuerdas, con la muy sobresaliente «Demon Days», electrónica sí pero también con un gran peso de lo orgánico.

Como decíamos, con este atmosférico y coherente disco, Gorillaz demostraron que eran muy serios. Desde entonces, y a pesar de que Albarn se ha diversificado con la vuelta de Blur, con The Good, the Bad and the Queen, carrera en solitario y trabajos en África, Gorillaz han publicado cinco discos más, el último el reciente Song Machine, Season One: Strange Timez. Además, de los discos de Gorillaz, tres son desde 2017. Colaborando con el proyecto han pasado Snoop Dogg, Bobby Womack, Mark E. Smith, Lou Reed, Gruff Rhys, Mick Jones, Paul Sinomon, Vince Staples, Grace Jones, Mavis Staples, Robert Smith, Beck, St. Vincent, Elton John, Peter Hook, Slaves, entre otros muchos. En fin, que no paran Gorillaz, habrá tiempo de su nuevo disco, mientras tanto, Demon Days, ¿su mejor disco?

El estirón de The Black Keys: diez años de «Brothers»

Cinco discos les serían necesarios al dúo formado en 2001 por los viejos amigos Dan Auerbach y Patrick Carney para alcanzar un éxito reseñable y hacerse un hueco más allá de los circuitos alternativos, aunque aún necesitarían de un año más para conquistar al público masivo con el icónico ‘El Camino’. Después de tres excelentes primeros discos, a pesar de la escasez de medios con que fueron grabados, en los que alternaban canciones propias con versiones de clásicos del blues, no sería hasta 2006 que firmarían con Nonesuch Records antes de publicar ‘Magic Potion’ y sofisticarían un poco su sonido, algo que sería mucho más apreciable con su siguiente trabajo ‘Attack & Release’ para el que contaron por primera vez con un productor externo (Danger Mouse) que impulsaría algo más su distanciamiento del blues-rock garajero que les había identificado  hasta entonces.

Comenzaron desde el sótano de Carney en su Akron natal, versionando a leyendas del blues como Howlin’ Wolf, Muddy Waters o Robert Johnson antes de alternar sus primeras composiciones en sus actuaciones y en sus primeras grabaciones, interpretándolos con descaro y crudeza; Carney a las baquetas y Auerbach a la guitarra y la voz pronto se mostraron capaces de extraer mucho más de lo previsible a los escasos medios de los que habían decidido servirse. Ni siquiera con el primer contrato con un gran sello antes de su cuarto disco, que les proporcionó mayores posibilidades, renunciaron a un concepto de guitarra y batería (idéntico al que acababa de alcanzar el éxito a The White Stripes) que supieron desarrollar hasta conformar un sonido y una energía inconfundibles.

En todo este tiempo se mantuvieron fieles a su fórmula, encargándose de la producción ellos mismos (Carney en mayor medida), hasta que en 2007 conocieron al productor Brian Burton (Danger Mouse), con el que pronto escribieron algunos temas y decidieron trabajar juntos en su siguiente disco (‘Attack & Release’) que, esta vez sí, supondría un avance fundamental en el discurrir posterior de su carrera.

Pero no sería hasta ‘Brothers’ que se generalizarían los reconocimientos en un disco cuya concepción no estaría exenta de problemas, especialmente por las discrepancias que originó el inesperado debut en solitario de Auerbach (‘Keep It Hid’, 2009). Precisamente en la realización de este disco Auerbach conoció a Mark Neill, que sería el productor principal de ‘Brothers’ junto al propio dúo y la aportación de Danger Mouse en el sencillo de lanzamiento Tighten Up. Para la grabación, y tras barajar otros estudios de solera, se decidieron por los Muscle Shoals Sound Studios en Alabama, que llevaban casi treinta años inutilizados. Y allí dio los primeros pasos el sexto disco que, esta vez sí, supondría el primer espaldarazo importante y consolidaría su carrera definitivamente.

El sencillo pero original packaging ideado por Michael Carney (hermano de Patrick), y que también sería galardonado con un Grammy (además de otras dos categorías de más enjundia), contenía un disco extenso que incidía en las premisas de su anterior trabajo: a los rasgos definitorios de la banda añadían bajo y teclados para un resultado algo más complejo y menos descarnado. Con Everlasting Light lo abrían a lo grande, un tema profundo y directo, lleno de ritmo y efectos vocales y la sutileza en el falsete de Auerbach, antes de regresar a la dureza de las guitarras en Next Girl. Ya hemos hablado antes de Tighten Up, el primer gran éxito de su carrera, silbado de inicio y poblado de guitarras agudas regidas por la batería, a la que seguirían el fraseo de la descarnada Howlin’ For You y el riff intenso y poderoso de la muy destacada She’s Long Gone. Luego ejercitarían los teclados en el soul eléctrico del instrumental Black Mud y en The Only One, más cálida y melódica al igual que una Too Afraid To Love You algo más grave.

Con agilidad y algo más de suavidad fluye Ten Cent Pistol antes de que Carney haga su mayor demostración en Sinister Kid. Como un funkie denso y contundente suena The Go Getter antes de regresar a los teclados soul y las emociones delicadas con I’m Not The One. Para terminar llega Unkown Brother, otro temazo que te mece con guitarras sencillas y oscilantes, la única versión del disco en el soul aguerrido de Never Gonna Give You Up, y el progreso denso y la intensidad creciente de These Days.

En plena ebullición creativa, editarían un año más tarde el disco que les auparía al olimpo de las emisoras y los festivales, cuando Lonely Boy empezó a sonar como presentación del fantástico ‘El camino’, y daría paso al período menos productivo y más dubitativo de su carrera (aunque ambos miembros no hayan dejado de participar en variados y exitosos proyectos) que tocó a su fin el año pasado con el más que apreciable ‘Let’s Rock’. Pero sin duda tienen que agradecer a este álbum que ahora cumple diez años el acceso a sus primeros reconocimientos y a un éxito mayoritario más que merecido después de una larga y árida travesía inicial.

Michael Kiwanuka, ‘Kiwanuka’

Y va por el tercer disco excelente el músico londinense de origen ugandés que vuelve a acertar en este último con una serie homogénea de canciones de una brillantez sin altibajos. La sazón clásica de su música, aderezada de nuevo con la aportación de Danger Mouse (esta vez acompañado en la producción por Inflo), sigue transmitiendo la sensación cercana que proporcionan los estilos primarios, rodados, y la calma de unas emociones reposadas.

No precisamente optimista, en general teñido de melancolía, siguen resonando en su música unos años dorados sin demasiados filtros, retazos de Jimmy Hendrix y de Otis Redding o Ray Charles, coros a lo Ennio Morricone y esporádicos arreglos de orquesta acompañando a una instrumentación tradicional con destacado papel de la sección rítmica.

Una intro con reminiscencias africanas encabeza la inicial You Ain’t the Problem, animosa y llena de ritmo y coros, a la que sigue el groove imponente de la bailable Rolling que se prolonga algo más pausada y alucinada en una I’ve Been Dazed que quiebran hacia el final los coros. En la calmada Piano Joint dominan el piano y la orquesta y se anima algo la cosa en Living in Denial con coros y gravedad rítmica sobre unas guitarras básicas antes de que Hero, adormecida de inicio, se avive con la irrupción sonora y contagiosa de guitarras y ritmos. Una calma densa precede al desarrollo sobre guitarras y coros de la extensa Hard to Say Good Bye antes de la enorme Final Days, de cálido y excepcional estribillo, para terminar con una melancólica y cruda Solid Ground que apenas utiliza teclados antes del colofón coral y Light, de temática amorosa y preciosa apertura que van embelleciendo cuerdas y coros.

No tenía fácil la continuación de la serie tras el laureado ‘Love & Hate’ (2016) y el brillante debut ‘Home Again’ (2012), pero ha acertado con la solución, sin duda, en lo que podríamos calificar como híbrido de sus dos anteriores discos, un paso tranquilo en el que aumenta una pizca el componente orgánico. Quizás es su trabajo más inspirado, aunque con sus precedentes sea osado afirmar algo así, en cualquier caso otra maravilloso ejercicio de soul y R&B, heredero directo del espíritu de los sesenta, que se disfruta de principio a fin.