La estrella errante de Terence Trent D’Arby

En 2002, cuando salió la recopilación que nos ocupa y que compré, Terence Trent D’Arby pertenecía al olvido. De hecho, ni siquiera se llamaba así sino Sananda Maitreya, un nombre de reminiscencias budistas. Seguía haciendo música, y continúa en la actualidad, pero su carrera y vida permanecen en un discreto segundo plano. Y eso que Terence Trent D’Arby lo tuvo todo para triunfar a finales de la década de los ochenta pero no, se rebeló y decidió dirigir su carrera hacia sus inquietudes que no pasaban por lo que marcaba la industria. Para una generación, Terence Trent D’Arby está asociado a Introducing the Hardine According to Terence Trent D’Arby de 1987. Un debut poderoso, lleno de singles y de ventas millonarias que casi podríane encajarlo en la categoría de «one hit wonder», pero no. Una figura atractiva, fino y estilizado, rastas y un sonido que bebía del Soul, el Funk y el Rock. Siguiendo la senda de Prince, de Sly Stone, etc., y adelantándose a Lenny Kravitz, Trent D’Arby puso parte de la banda sonora de ese final de los ochenta. Estaba en el momento y en el lugar adecuado y su música, elegante y con clase, destacaba entre otros coetáneos más sobreproducidos. Tras su primer disco, decidió no acomodarse ni amoldarse y en 1989 sorprendió con un sonido más oscuro y psicodélico en Neither Fish nor Flesh, que se alejaba de los hits radiables de su debut. Ojo, que hay canciones tremendas como veremos. Pero, ese momento definió su carrera. Tardó cuatro años en regresar y lo haría con Symphony or Damn, en 1993, un disco que contó con un hit menor como «Delicate» con Des’ree. Con cambio de look incluido, Vibrator llegaría en 1995. Punto final de su relación con el sello Columbia y una parada de seis años hasta su siguiente disco en 2001 ya también como Sanandra Maitreya. En 2002, como decíamos, Columbia aprovechó para esta sobresaliente recopilación que vamos a analizar en detalle, que imagino que pudo tener con la vuelta a la actualidad de Terence Trent D’Arb, aunque ya su estrella había ido girando hacia otra parte. Desde entonces, ya Sanandra Maitreya, sigue grabando música y vive en Italia con su familia. Sus canciones suenan en las emisoras nostálgicas pero no tanto como otros artistas y bandas de la época. Tampoco es frecuente su mención como referencia, puede que su trayectoria, elegida por él mismo recordemos, no dejase tanto poso. Pero, cuando más de tres décadas después te acercas de nuevo a sus canciones, observas que siguen sonando muy actuales. Además, su voz es espectacular, con ese timbre y esa capacidad de llevarla a registros altos en la línea del Soul.

La recopilación de 2002 tiene sus éxitos, ordenados cronológicamente, y un CD extra que luego comentaremos. Este proceso permite ver su evolución. Las cuatro primeras canciones son sus hits de 1987, que sonaron en todas las partes. «Wishing Well» con esa mezcla de Soul, Funk y Rock, muy atractiva. «If You Let Me Stay», fantástica, más escorada al Soul y al R&B y con esos vientos y esos coros que sirven de contrapunto a su voz, en un tema festivo. «Dance Little Sister» es una canción también impresionante, más cercana a Prince, en la que destacan los vientos. Y se cierran esas cuatro canciones de inicio con la balada «Sign Your Name», intensa y emocionante, con el atractivo de su voz. «Elevators & Hearts» es una cara B que es un R&B que crece hacia un sonido más expansivo.

Se lanza con una versión eléctrica e intensa del «Heartbreak Hotel» que popularizó Elvis Presley, demostrando su poderío. Pero ya con «The Birth of Maudie (The Incredible E.G. O’Reilly)» cambia el registro hacia un Pop más psicodélico y experimental, incluso más oscuro y eléctrico. No me quiero imaginar la cara de los de Columbia. Para su segundo disco, el single fue «This Side of Love» en el que muestra que va hacia una mayor complejidad aunque sigue habiendo Soul y Funk, con la sección rítmica y los vientos acompasado, para una gran canción. Pero «To Know Some Deeply Is To Know Someone Softly» es un Soul más clásico, totalmente delicioso, otra canción maravillosa en el que su voz destaca de nuevo. «Billy Don’t Fall» me parece un tema maravilloso, más psicodélica y en la que demuestra que no se iba a acomodar.

Hay versión del clásico de Bob Dylan «It’s Alright Ma (I’m Only Bleeding)», muy expansiva y Soul con los vientos y el Hammond. En su retorno de 1993, que parecía un regreso a su sonido de debut, aparece la muy rockera «Do You Love Me Like You Say?» en la que tienen más peso las guitarras eléctricas. Y la balada tremenda de «Delicate», ya comentada, que hizo con Des’ree y que sonó bastante en aquel verano de 1993. De ese mismo disco es «She Kissed Me», de nuevo canción Rock en la que adopta un sonido más duro y guitarrero. En «Let Her Down Easy» llega una balada Soul intensa y convencional, minimalista, con el piano y él, y que es también una maravilla.

Vamos llegando al tramo final del disco. «Right Thing, Wrong Day» es una canción de 1994 que estaba en la película Superdetective en Hollywood III, totalmente olvidada pero que tiene un Soul Funk marca de la casa que es impresionante. El ya mencionado Vibrator de 1995 es el fin de esa etapa de su carrera, su portada, pelo corto y teñido de rubio platino y alas de ángel, es significativa. Y hay buenas canciones, pero no era su momento. «Holding On To You» es muy Prince, de nuevo con los vientos creciendo, y «Vibrator» es un tema ecléctico y más Rock, con las guitarras de nuevo en primer plano e incluso con un tono más oscuro. Se cierra el disco con «A Change Is Gonna Come», versión del clásico de Sam Cooke que hace con Booker T & The MG’s, una interpretación muy lograda con su voz poniendo los pelos de punta.

Hay un CD extra, como decíamos, que se inicia precisamente con otra versión de un tema de Cooke, «Wonderful World», muy desnuda y con esa intensidad que hemos comentado. Luego llegan varias canciones en directo en las que demuestra su fuerza. Versiones de The Rolling Stones con «Under My Thumb» y «Jumping Jack Flash». Dos canciones como «Greasy Chicken» y «Rain» también en directo que refuerzan esa potencia. Y luego llega el turno de diferentes mezclas de algunos de sus hits. El final es para otras dos canciones como «Perfumed Pavillion» que se escora hacia el lado más expansivo, aquí la sombra de Prince es más alargada así como la guitarra en modo muy Hendrix, y una más delicada «Survivor», que es intensa y emocionante, en formato acústico.

Terence Trent D’Arby fue valiente y pudo elegir su camino. Seguro que podría haber reproducido su disco de debut varias veces, pero optó por otras vías. Un disco recopilatorio que es una gozada y que en su día también pasó un tanto desapercibido. De Terence Trent D’Arby se acuerda poca gente, pero menudas canciones y menuda voz.

«Shaft» de Isaac Hayes o los cincuenta años de un hito de la Blaxploitation

Ah, la Blaxploitation, todo un género en sí mismo que se identifica con un periodo muy concreto, la década de los setenta, en un contexto de reivindicación y lucha por los derechos civiles de la población afroamericana en Estados Unidos, así como por la influencia del «Black Power». Este género tenía como objetivo romper con estereotipos y personajes de negros en la industria cinematográfica, apareciendo como personajes positivos, héroes, etc. Un género que iba dirigido a unas audiencias que iban a ganar autoestima y autoreconocimiento a través también de la industria cultural, y casi ninguna tan importante como la cinematográfica. La estética de la Blaxploitation también será muy identificable, es imposible no ver esos carteles tan explícitos. También es un cine muy urbano, muy localizable en barrios que eran auténticos guetos en las grandes ciudades de Estados Unidos, con problemáticas vinculadas a las drogas, la delincuencia, etc., que contribuían a aumentar los estereotipos y prejuicios sobre este colectivo. De esta forma, las películas de la Blaxploitation iban más allá, y consiguieron trascender del público objetivo. Seguramente, no muchas de ellas hayan pasado el filtro del tiempo, pero su influencia está ahí. Y, por encima de ello, sus bandas sonoras que iban a marcar un canon, hasta el punto de desarrollar un género también, una música que superaba el Soul de los sesenta, que incorporaba sonidos más Funk y también más jazzísticos y progresivos. Allí aparecen el protagonista de este artículo, Isaac Hayes, pero también Curtis Mayfield, Bobby Womack, o artistas como James Brown y Marvin Gaye que hicieron su incursión en ese género.

Pero, sin duda alguna es Isaac Hayes el que ha quedado identificado como el canónico de la música de la Blaxploitation por la banda sonora de Shatf que ha cumplido cinco décadas. La película, dirigida por Gordon Parks y protagonizada por Richard Roundtree, se centra en la búsqueda de John Shatf, el detective protagonista, que se lanza por Harlem y otros barrios controlados por la mafia italiana para localizar a una mujer que puede testificar contra el hijo de un empresario blanco, el cual había matado a un hombre negro. Hayes, vinculado al mítico sello Stax, colaboró incluso con Otis Redding entre otros muchos, realizó una banda sonora que es mítica. Son quince canciones que acompañan las imágenes de la película, únicamente tres son cantadas, y todo el mundo recordará el «Theme from Shaft», ese comienzo tan intenso y tan maravilloso con el bajo Funk, el sonido «wah-wah» de la guitarra, las cuerdas, la flauta y los vientos crecientes, mientras que Hayes canta, frasea casi, con su enorme voz grave y con esos coros femeninos que suponen el contrapunto perfecto. El resto de la banda sonora es una delicia que combina sonidos Funk, Soul, Jazz y ritmos progresivos que demuestran el virtuosismo de unos músicos que crean un sonido ambiental imbatible. También está ese punto orquestal imprescindible. Destacan «Be Yourself», sin duda alguna una de las canciones con más Soul; la intensa y emocional «Soulsville» en la que Hayes vuelve a cantar; los vientos, especialmente el saxofón, y la flauta de «No Name Bar», otra canción que demuestra las estructuras del sonido de la Blaxploitation; o los casi veinte minutos de «Do Your Thing», en la que ya mezclan todas las influencias de forma expansiva con inclusión de percusiones latinas.

Por la canción que encabeza la banda sonora, Isaac Hayes ganó el Óscar a la mejor canción en 1972, constituyendo el hito de ser el primer afroamericano que lo conseguía en una categoría no interpretativa, todo un indicador. La carrera de Hayes también se vincularía a este género y luego tendría un momento de gloria haciendo de Chef en la irreverente serie de South Park. Hayes fallecería en 2008 y su legado estará asociado a este sonido y banda sonora. Con los años, la Blaxploitation tendría a uno de sus defensores más destacados en Quentin Tarantino, cuyo homenaje en la siempre maravillosa (¿la mejor película de Tarantino?) Jackie Brown (1997) es explícito, recuperando a Pam Grier, actriz de los setenta de dicho género. Incluso, en 2000 John Singleton realizó una adaptación y actualización de Shatf con Samuel L. Jackson como protagonista. Pero, ahí queda el sonido penetrante de un Isaac Hayes desatado.

«Songs in the Key of Life» o la grandeza de Stevie Wonder

Para 1976, Stevie Wonder hacía tiempo que había dejado de ser el «Little Stevie Wonder» que emergió en la Motown. El paso a los setenta comenzó a pillar a las grandes figuras de la disquera de Detroit en otro escenario, la cual ya se había ido a Los Ángeles en 1967. El Soul amable y accesible para la clase media iba quedando en un segundo plano. El Funk emergía con fuerza y la música Disco iba a comenzar a hacer su aparición. No hay que olvidar la Blaxploitation y discos enormes como los de Isaac Hayes y Curtis Mayfield. Los grandes nombres de la Motown se lanzaban a clásicos imperecederos como What’s Going On (1971), Diana Ross salía de The Supremes para iniciar su también portentosa carrera en solitario con disco homónimo en 1970. Como decíamos, era otro momento, la luminosidad de los sesenta se había difuminado con Vietnam, el fin de la esperanza del movimiento hippie, las revueltas por los Derechos Civiles, etc. Y muchos artistas también se mostraron concienciados, explorando tanto sus raíces como buscando nuevos sonidos. Es el caso de un Stevie Wonder que, a pesar de su juventud, había nacido en 1950, y ya atesoraba una carrera inmensa, comenzaba la década de los setenta casándose con Syretta Wright, cantante y compositora de la Motown cuyo matrimonio solo duraría dos años. Es la década de los setenta la que confirma una carrera espléndida con discos clásicos como Talking Book (1972) que ahonda en otros sonidos con el uso de los sintetizadores, allí están «Superstition» y «You Are the Sunshine of My Life». En 1973 llega Innervisions que es otra cima de su carrera, con «Higher Ground» y «Living for the City». Fulfillingness’ First Finale (1974) antecede al disco que nos ocupa, Songs in the Key of Life, que publicará en 1976 y que seguramente es la obra más grande de Wonder, dentro de una discografía impresionante. Songs in the Key of Life es un disco doble en el que Wonder consigue un sonido elegante de toques Pop y Soul, pero hay más, como esas percusiones latinas o el acercamiento a la música Disco. Producido por el propio Stevie Wonder, en el disco participan George Benson y Herbie Hancock, entre otros muchos músicos. Diecisiete canciones y cuatro más del EP A Something’s Extra, veinte canciones para un disco histórico.

Comienza con «Love’s in Need of Love Today», una canción que supera los siete minutos y en el que establece ya ese sonido Pop Soul, pausado y preciosista. En «Have a Talk With God» se lanza a un tono más psicodélico, el sonido del órgano es clave, y el Funk también, aunque aquí todavía sigue con un tono tranquilo. «Village Ghetto Land» tiene un sonido más orquestal ganando protagonismo su voz que se combina con el ritmo de las cuerdas. Es como si con estas canciones fuese preparando al oyente para lo que viene que se atisba con «Contusion», más ecléctica y donde tira de Funk, unas guitarras a lo Santana y un también de cierto punto Jazz, incluso se observa un cierto tono progresivo. Pero llega «Sir Duke» que es un hit inmenso, esos vientos y ese tono tan animado para una canción que es historia de la música. «I Wish» sigue por todo lo alto con ese teclado y ese sonido Soul y Funk, otro clásico con los vientos por todo lo alto. Continúa con «Knocks Me Off My Feet», una balada interesante con una melodía atrayente, un Pop que va en ascenso. «Pastime Paradise» es otra de las cimas del disco, una canción en la que la producción está muy bien conseguida, en la que Stevie Wonder frasea y que también sonará a generaciones posteriores porque Coolio la sampleó en su «Gansta’s Paradise». «Summer Soft» es un Wonder más Pop y de nuevo con los teclados como protagonista. Y el cierre del primer disco es para «Ordinary Pain», una canción que se divide en dos partes, una primera como balada Soul muy atmosférica, y una segunda con un punto Funk potente y un órgano en primer plano y voces femeninas.

Uno de los cánones de Wonder da comienzo al segundo disco, la celebración de su hija Aisha Morris, con «Isn’t She Lovely» en la que la armónica se lleva buena parte del protagonismo. Una canción que puede haber sufrido una sobre exposición pero que es una maravilla. «Joy Inside My Tears» es una balada Pop intensa de más de seis minutos y «Black Man» es una de nuestras favoritas. Más de ocho minutos de Funk y Disco con una letra con mensaje, una canción que es otro clásico. Vuelve a la intensidad con «Ngiculela – Es una historia – I Am Singing» en la que canta también en español. Puede que «If It’s Magic» sea la menos lograda de todo el disco, otra balada pero aquí con la instrumentación en un segundo plano. Muy conocida es también «As», otra de las grandes que se va por encima de los siete minutos y que es un Soul con el piano de nuevo desatado. El cierre del disco es para «Another Star», más de ocho minutos para un toque Latino y Disco, inmensa.

El EP que se incorporaba, A Something’s Extra, se compone de cuatro canciones que también brillan. Primero, «Saturn», otra balada en la línea de las que aparecían en el disco. Luego llegaba la más Pop «Ebony Eyes» con un saxofón muy protagonista. El Funk y el Disco reaparecen en «All Day Sucker» y «Easy Goin’ Evening (My Mama’s Call)» es un instrumental con todas señas de identidad de Wonder, armónica incluida, aunque un peldaño por debajo de las tres canciones anteriores.

No hay palabras para definir esta grandísima obra, una cima de la música popular que es imprescindible. Wonder alcanzó su cima con un disco doble en el que muestra todo su poderío. A partir de este momento, no alcanzaría semejante altura pero Stevie Wonder ya era un artista mayúsculo, y lo seguiría siendo. Todo un referente.