Bigott, sonrisas como canciones

Es inevitable empezar sonriendo cuando uno escucha por primera vez las canciones de Borja Laudo, basta con leer algunos de sus títulos para intuir lo que te espera si decides seguir prestándole atención. Después, cuando lo escuchas más veces, es muy probable que te admiren sus composiciones tanto como te sorprendan sus interpretaciones. Porque si de talento se trata, el zaragozano anda tan sobrado como de sentido del humor.

Ya en 2009 había dado que hablar, al menos entre diferentes medios que lo eligieron como mejor disco nacional, con su tercer álbum «Fin», pero en particular no le presté atención hasta un año después cuando con el siguiente me acertó de pleno, especialmente con dos canciones a las que tengo especial aprecio y que incluyo entre lo mejor del último pop español. Cumple diez años «This Is The Beginning Of A Beautiful Friendship» y desde entonces hago honor a un título tan profético siguiendo fielmente la deliciosa y pródiga carrera de Bigott.

Este disco lo volvió a grabar en el estudio de Paco Loco en El Puerto de Santa María para lograr un sonido natural y relajado y la atmósfera lúdica que primaba en sus inicios. Al final resultó apenas media hora de música compuesta por once deliciosas tonadas pop, fugaces y precisas, que cuesta no admirar por más que el cantante, con su inglés de acento recio y su humor de variados tintes, hace por no tomar demasiado en serio. De entre esas canciones la que me sacudió como un fogonazo de vitalidad fue Cool Single Wedding, con sus dos soleados minutos que satisfarían al mismo Brian Wilson, que culminan pletóricos de ritmo y emoción. Antes había abierto Dead Mum Walking, negra y más rítmica a medida que avanza. Sparkle Motion transcurre alegre al trantran que marca la guitarra, casi como la primaria Pachanga, en la que se bastan palmas y cuerdas. En Horse Is Back priman el piano y los coros, aunque casi no da tiempo a disfrutarla.

La segunda parte la abre la otra joya, la divertida ternura y la maravillosa sencillez de I’m A Little Retard, para espesar el sonido con guitarra y tambor a continuación en No Drunk Today. Empiezan con calma los teclados de Honolulu, que acaban en festín, a la que sigue The Jingle Swing, ágil entre palmas, guitarra y más teclados. Para acabar suenan la bonita y desnuda My My Love y la grave y tropical Tommy, Can You Hear Me.

Este desfile de personajes e historias curiosos y divertidos, de melodías arregladas con gusto y variedad, es el mejor de cuantos abarco de Bigott. Porque el zaragozano compone y graba a un ritmo intenso (once largos desde 2006) y a vesces es complicado seguirle la pista. Lo que es imposible es permanecer indiferente ante su particular propuesta, también ante su excéntrica puesta en escena (que hemos disfrutado en Logroño en la primera edición del MUWI o en otras ocasiones en el Biribay, que recuerde), que sorprende por su calidad y de la que, con atención y sin prejuicios, puedes extraer alguna perla de las que no te abandonan en mucho tiempo.

La habitación roja, ‘Memoria’

Poco antes del lanzamiento de ‘Memoria’ el pasado 16 de marzo escuché por casualidad en la radio Nuevos románticos y, he de reconocer, despertó en mí algunas dudas sobre lo que me iba a encontrar en el disco. Tras más de veinte años de carrera el sonido de La habitación roja ha pasado por diferentes fases; siempre reconocible en las melodías y la voz de Jorge Martí ha evolucionado del rock al romanticismo, de la crudeza a la elaboración, a la vez que en sus trabajadas letras se iba disipando el compromiso tras un mayor contenido confesional. Ya en sus dos últimos trabajos (‘La moneda en el aire’ y en mayor medida en ‘Sagrado corazón’) habían cedido espacio a la electrónica para compartir protagonismo con las irrenunciables guitarras, a las que en esta nueva entrega han añadido una mayor presencia de teclados y otros arreglos grabados en el Paco Loco Studio en El Puerto de Santa María. En definitiva un cambio de cara paulatino que conllevaba riesgos, en el que han sabido conservar la esencia, y que les ha proporcionado sus mayores cotas de popularidad en una evolución natural tras la que todo parece más reposado e introspectivo a costa de la rabia e inmediatez que coparon muchas de sus canciones del pasado.

Precisamente Nuevos románticos abre el listado con todos esos ingredientes para acercarse a un sonido disco continuador de su anterior trabajo. A continuación Líneas en el cielo recupera espacio para el romanticismo y la belleza de las cuerdas en una gran canción que da paso a otra ración de protagonismo tecnológico y bailable en Madrid. Con La última noche del año regresan a una cierta oscuridad post-punk que precede a los pasajes más tristes y desolados traslucidos en la densa Berlín y en la más rítmica Estrella herida de muerte. Suena fantástico el tecno emocionante de Algo de verdad, especialmente en su estribillo, antes del rock electrónico de Nada cambia. El piano marca el inicio de Desde aquí, intensa y con brillantes pasajes de sintetizador, y las guitarras y la batería se alzan en No fueron tiempos para enmarcar, eléctrica y contundente. El cierre lo ponen las guitarras más templadas de En días como hoy, con cierto sabor latino y más colorido que rompe ¿Quién eres tú?, despojada y confesional además de llena de emoción.

Si bien mis dudas iniciales podían tener su fundamento ya que este ‘Memoria’ no alcanza el nivelazo de los mejores trabajos de los valencianos, y pese a haber perdido algo de fuelle por el camino hasta aquí, es igualmente cierto que conserva la impronta de calidad con que han acostumbrado a rubricar sus discos y, sin innovaciones reseñables y con varias canciones a destacar (en una lista que probablemente hubiera salido reforzada con algún tema menos), prolongan su extensa carrera con una entrega a la altura de su trayectoria más reciente y a la medida de sus seguidores.