«21» de Adele o el último grandísimo superventas

Hubo un tiempo en el que algunas bandas y artistas contaban sus ventas por decenas de millones de discos en el mundo. No eran unos pocos, ni mucho menos. Hablamos de Michael Jackson a Fleetwood Mac, de Nirvana y R.E.M. Por supuesto, de U2. Etc. Claro que, eso era en otras épocas, cuando la gente compraba CDs, vinilos y casetes. Nada que ver con lo que ocurre ahora. A medida que avanzaban las décadas, descendían los discos que superaban ya no los veinte millones de discos sino incluso los diez. Cuando la segunda década del siglo XXI llegó, el modelo musical había cambiado para siempre, y eso que todavía quedaba por avanzar el streaming. Las secciones de discos iban adelgazando en las grandes cadenas, las tiendas de discos cerraban (las que sobrevivían) y tocaba pedir la mayor parte de tus compras por Internet. ¿Podría alguien lograr decenas de millones de discos vendidos en la segunda década del siglo XXI como en el siglo XX y la anterior? Sí, Adele lo consiguió y de forma insospechada. Fue con su segundo disco, 21, que publicó en 2011. Todo un superventas que arrasó en aquellos años. Adele, que surgió en la estela de las voces femeninas británicas de años atrás, con Amy Winehouse y Lily Allen como ejemplos destacados, contó con un gran debut con 19 en 2008. Había varias características que destacaban en Adele. Primero, por supuesto, una voz impresionante, con unas canciones que hundían sus raíces en el Soul y el R&B. También su físico, que rompía con ciertos estereotipos. Y el hecho de publicar con una discográfica independiente como XL, aunque con el apoyo de C0lumbia. Vendió millones de discos pero el pelotazo lo pegó con los más de treinta millones de copias de 21, todo un discazo. Aquí apostó fuerte con una potencia desbordante para un trabajo confesional en el que se implicó en la producción todo un Rick Rubin. El disco suena a clásico una década después por la calidad de las canciones y por la voz de una Adele que se mueve de forma imponente del Soul al Pop más orquestal con una producción sublime.

Ya arrasa con «Rolling in the Deep» que es una brutalidad, una canción de R&B que se sale y que fue versionada por la propia Aretha Franklin. «Rumour Has It» es otra bomba que se cuela en el Pop más clásico de los sesenta pero sin dejar la senda del R&B, con su voz impresionante y con un tono Blues en algunos momentos de la canción, donde también destaca la percusión. «Turning Tables» es una balada emocionante e intesa, con el piano como protagonista y las cuerdas que le dan el contrapunto. Y «Don’t You Remember» sigue en la balada pero todavía más emocional y de tono clasicista, creciendo con un punto dramático. En «Set Fire to the Rain» apuesta por el Pop más moderno pero sin dejar ese marchamo clásico que le queda tan bien, y con las cuerdas de nuevo destacando. En «He Won’t Go» aparece otra de las cimas del disco, va cambiando de tempo, creciendo con unos cambios maravilloso. Una canción más compleja en la que las cuerdas vuelven a ser imprescindibles.

Con esta primera parte del disco, la segunda comienza un escalón y medio por debajo con «Take It All», un Soul notable y ortodoxo que se centra en coros Góspel. El Soul sigue siendo protagonista para la más lograda «I’ll Be Waiting», aquí los vientos son los que intentan hacer sombra a la voz de Adele, y de nuevo destaca la intensidad. No ceja en esa dirección con «One and Only» que presenta la producción del Rubin más clásico, y en la que aparecen de nuevo esos coros gospelianos. Se lanza a una versión maravillosa de «Lovesong» de The Cure, un intento del que podría no haber salido airosa, pero la desnuda y le da un toque introspectivo aunque va creciendo a pesar de que la instrumentación queda en un segundo plano. Muy brillante. Y el cierre es para otra barbaridad, una balada cmo es «Someone Like You», con el piano y su voz como elementos centrales, y el tono orquestal que no ceja.

Adele se convirtió en una artista de éxito global con este disco, casi como decir el último gran clásico, conquistando a la crítica y al público. Su siguiente disco llegaría cuatro años después, 25 ya es de 2015, arrasando también con más de veinte millones de discos, un punto por debajo en la valoración crítica, y entrando en la producción y composición nombres como Max Martin o Greg Kurstin, especialistas en fabricar hits. Adele lleva más de un lustro sin disco nuevo y, como siempre, parece tomarse las cosas con calma y a su ritmo. No le hace falta más. Una artista imprescindible de la música popular contemporánea.

 

The Strokes, «The New Abnormal»

Siempre he tenido sentimientos muy encontrados con respecto a The Strokes. De hecho, este The New Abnormal es el primer disco que me compró de la banda. No voy a negar su impacto con su debut en 2001, el seminal Is This It, un disco que recuperaba las guitarras y que les puso como la gran esperanza del Rock. No pudo ser, aunque el segundo disco fue notable, Room on Fire (2003). Pero, desde entonces, Julian Casablancas, Albert Hammond Jr., Nick Valensi, Nikolai Fraiture y Fabrizio Moretti no han alcanzado las expectativas creadas. Por un lado, discos irregulares que han sido cuestionados por la crítica, pero han mantenido una base de fans numerosa. Por otro lado, una trayectoria marcada por los conflictos internos y las derivas de sus integrantes. The Strokes andaban desaparecidos pero el año pasado los pudimos ver un poco en el BBK Live y se mostraron consistentes. Y llega en 2020 su sexto disco, The New Abnormal. Este trabajo ha sido acogido de nuevo con una cierta ambigüedad, con críticas positivas y otras más regulares, aunque sí que ha concitado una valoración mejor que los discos anteriores de la banda, siendo saludado como el mejor desde 2003. Y The Strokes han hecho un buen disco, pero irregular, en algunos casos parece que no atinan con el tono y en otras apuestan por el «piloto automático», pero hay algunas canciones que se te quedan. Y para su vuelta han elegido para la producción a todo un Rick Rubin, una apuesta segura.

Comienzan recurriendo a la New Wave con «The Adults are Talking», una canción que se inicia de forma un tanto apagada pero que va creciendo a medida que van metiendo las guitarras de forma sutil, y Casablancas canta en falsete, como lo hará en parte del disco. «Selfless» sigue en la misma línea melódica y de tono ochentero con esas baterías, y sonido más ambiental siendo un tema menor. Sin embargo, «Brooklyn Bridge to Chorus» es una grandísima canción, un toque de nuevo de la década de los ochenta y un sonido Pop discotequero que se te clava. «Bad Decisions», que cuenta con elementos del «Dancing with Myself» de Billy Idol, es más rockera y recuerda a los orígenes de la banda. También está a buena altura «Eternal Summer», de nuevo sonido de los ochenta, recogen a The Psychedelic Furs, Pop de sintetizadores que se va por encima de los seis minutos, que añade elementos Funk y con Casablancas cantando en falsete.

«At the Door» es una canción diferente, ambiental y atmosférica, fue el primer single pero es un tema flojo que no acaba de encaja y menos como primer single. «Why Are Sundays So Deppresing» gana con las guitarras, sonido más Pop siendo una canción más efectiva. El cierre va decayendo, «Not the Same Anymore» es más melódica aunque tiene un punto épico con las guitarras, un punto decadente que luego va creciendo. Finalmente, «Ode to the Mets» es de nuevo atmosférica y ambiental, una canción en la que parece que se gustan, un sonido Pop que va creciendo con los teclados.

The New Abnormal es un buen disco, no un trabajo notable, unas raíces muy ochenteras pero también con el sonido que podría identificar a The Strokes. Un disco descompensado, eso sí, con algunas canciones que parecen quedarse a medias, pero con otras que convencen.

The Black Crowes y su apuesta por «By Your Side»

Finales de la década de los noventa del siglo XX, uno de los momentos más intrascendentes de la música popular y que va a dar lugar al cambio de paradigma en el siglo XXI. Si el comienzo de los noventa nos trajo el Grunge, el auge de lo alternativo, y todo lo que conlleva, la evolución de la década pasaría por el Brit Pop, el Punk comercial y una tímida aparición de los sonidos de raíces norteamericanas. Al final de la década, el Rock & Roll ya estaba de retirada. De la generación de los noventa, sólo Pearl Jam se mantenía en primera línea, y con toda su pelea por la honestidad y la autenticidad en la que se dejaron varios pelos en la gatera. Que el Nu Metal liderase las listas con gente como Limp Bizkit, Linkin Park o Sum 41 daba un poco la idea de las tendencias. En fin, que estaba complicado. Pero a comienzos de 1999 también regresarían unos veteranos de la escena, ajenos a todas las modas y tendencias: The Black Crowes. La banda de los hermanos Robinson, Chris y Rich, llegaba con un quinto disco bajo el brazo y era muy diferente a los dos anteriores. Repasemos, The Black Crowes emergieron a comienzos de los noventa con dos discos brutales, Shake Your Money Maker (1990) y, especialmente, The Southern Harmony and Musical Companion (1992). No nos detendremos en ellos, para mí el segundo es uno de mis discos favoritos de la Historia. The Black Crowes irrumpieron en la «nación alternativa» recuperando el Rock Sureño con reminiscencias Blues y Soul. Los de Georgia tenían encima una tarea complicada, un tercer disco que colmase las expectativas, y Amorica (1994) no lo consiguió. Tendremos tiempo de detenernos en otro momento en esta obra, pero en 1996 llegó Three Snakes and One Charm, todavía más compleja y con menos hits potenciales, derivándose hacia sonidos más psicodélicos pero con preeminencia de ecos del Blues. Por eso, en 1999 sorprendieron con un disco como By Your Side, que contaba con novedades desde la luminosa portada, la producción de todo un Rick Rubin (curiosamente, habían pasado de la discográfica de Rubin, American, a Columbia), y la apuesta por sonidos más directos. ¿Una vuelta a los orígenes?, en mi opinión sí. ¿El resultado?, un disco que no está entre los favoritos de muchos fans, un disco que es como un descanso para seguir otros caminos, pero un disco que a mí me gusta mucho. Puede que la producción no sea la acertada pero hay grandes canciones que se disfrutan.

The Black Crowes habían cambiado su formación. Steve Gorman seguía a la batería y Eddie Harsch a los teclados, fichado desde The Southern Harmony. Sven Pipien había sustituido a Johnny Colt al bajo y Audley Freed a Marc Ford, aunque este regresaría en un breve periodo de 2005 a 2006. Sin embargo, Freed no participaría en el disco aunque sí que aparecía en algunos vídeos y en los directos, obviamente. Por lo tanto, The Black Crowes volvían a apostar por acercarse más a The Rolling Stones que a Led Zeppelin, por ejemplo, aunque regresarían años más tarde a los segundos de la mano de Jimmy Page recreando el cancionero de Led Zeppelin un año después en Live at the Greek. Pero hay que regresar a este By Your Side en el que, como decíamos, encontramos a unos Black Crowes más dinámicos y acelerados en comparación con sus dos trabajos anteriores.

El comienzo es apabullante, con un «Go Faster» en el que Chris Robinson se desgañita, tira de armónica y las guitarras se imponen. Si te habías quedado sin aliento, «Kickin’ My Heart Around» te pide todavía más, potencia y contundencia, las guitarras crecen y era difícil y el coro femenino le da un toque Soul. Y «By Your Side» completa un gran comienzo, la sección rítmica de Gorman y Pipien y el Hammond de Harsch hacen el resto. «HorseHead» quiere tener un punto más experimental, casi nos lleva al Amorica, es más oscura y se acerca al Blues, con una especial presencia de los coros. «Only a Fool» es una canción que asciende, con esa cadencia de Gorman a la batería, el solo de guitarra de Rich Robinson y de nuevo los coros junto con una sección de viento para apostar de nuevo por los ecos del Soul surelo. «Heavy» rebaja el tono para ser un tema más Blues en el que las guitarras se imponen.

La segunda parte comienza con la expansiva «Welcome to the Godtimes», una canción que será de las que vayan ganando con las escuchas, con Chris Robinson cantando con un gran sentimiento, con los vientos a todo trapo y con un coro que tira hacia el Góspel. Con «Go Tell the Congregation» aceleran de nuevo, poderosísima canción que no te deja indiferente. «Diamond Ring» por su parte es un medio tiempo que va hacia el Blues, esa guitarra doliente, aunque también incorporan coros Soul que tanto destacan en su música. «Then She Said My Name» no es una canción tan conseguida, va dando varios giros, aunque no acaba de llegar al nivel de otras canciones del disco. Y el cierre es para la expansiva «Virtue and Vice», que cuenta con unas guitarras todavía más pesadas.

By Your Side es un disco que siempre he disfrutado, me encantan sus canciones pero da la impresión que fue una última apuesta de The Black Crowes por llegar a un público más mayoritario. Luego, además del trabajo en directo con Page ya comentado, su trayectoria se convertiría en más irregular y difusa. Cambios de formación, rupturas, regresos y un final definitivo hasta la fecha en 2015 (recordemos que estuvieron en Azkena en 2009 y 2013), para un periodo en el que sólo publicaron tres discos de estudio. El siguiente, Lions (2001), fue peor recibido por la crítica aunque contaba con «Soul Singing», aunque ya lo sacaron con la discográfica independiente V2. Discos en directo, de rarezas, recuperaciones de otros materiales como The Lost Crowes (2006), fueron alimentando su mito junto con sus directos. Una lástima que The Black Crowes no hayan seguido, siempre nos quedará su extensa discografía.