The Weeknd, «After Hours»

Aunque le ha costado llegar a Los Restos del Concierto, el cuarto disco de The Weeknd de título After Hours, teníamos curiosidad por alguien que había conquistado al público y parte de la crítica. Vale, también cuenta «Blinding Lights», un hit tremendo de Pop ochentero con sintetizadores que te atrapa, pero, ay, nunca también un single fue tan premonitorio. Porque, ciertamente, este single ciega a un disco que se mueve en unos territorios muy posmodernos en el sentido del picoteo, pero agarrándose a la década de los ochenta ya señalada, con sus sintetizadores y un Pop atmosférico que, en algunos momentos, se vuelve plomizo de intrascendente. Ojo, no quiere decirse que no haya más canciones interesantes, pero la sensación que te queda tras repetidas escuchas es «no hay para tanto». Puede que sea mi visión pero también se vio refrendada con la muy sosa actuación de Abel Makkonen Tesfaye en el descanso de la Super Bowl de este año. De acuerdo, uno no puede pedir a todo el mundo que sean el Prince de 2007 pero… pero The Weeknd se me atragantó. Pero bueno, toca analizar un disco en el que The Weeknd apuesta por esos sonidos ambientales y de sintetizadores, una amalgama que alcanza sus mejores resultados cuando se va hacia temas más Pop y bailables y que te deja fundido en una parte central muy frío.

Comienza bien, «Alone Again» parece prometer algo con ese Pop atmosférico y ambienta, aunque luego también te llama la atención un poco su languidez. Tampoco te desmonta, ni te emociona, la más acelerada «Too Late» con unas bases de Pop electrónico más machaconas. En «Hardest to Love» ya hay alguna irregularidad más con unas influencias muy de los ochenta pero con la patina de modernidad. A partir de aquí, entramos en un valle con «Scared to Live» que es una canción de Pop con un tono Soul pero que es insustancial. En la misma situación se queda «Snowchild» que ahonda en el tono atmosférico pero que te deja frío. Los casi seis minutos de «Escape from L.A.» te dejan todavía más indiferente, de nuevo aburrido. En «Heartless» recupera algo el pulso, es un R&B más resuelto.

La segunda mitad se inicia con «Faith» que incide en los sintetizadores pero se pone en modo piloto automático. Menos mal que llega «Blinding Lights» que es la joya de la corona. Una barbaridad Pop en la que se marca una canción muy conseguida y que te agarra. Sonido muy ochentero que se consolida en la también sobresaliente «In Your Eyes», con más sintetizadores y saxofón incluido. Y el tramo más destacado del disco se cierra con «Save Your Tears», otra canción Pop que está muy bien. El interludio de «Repeat After Me» es ambiental y muy poco relevante. El final del disco te deja con «After Hours», que quiere jugar a un sonido más electrónico y como de club, pero que se queda a medias, y especialmente «Until I Bleed Out» que es el punto más bajo del disco, con los principales vicios y limitaciones de temas anteriores.

The Weeknd puede hacer canciones muy atractivas, lo ha demostrado con algunas de este disco y anteriores, pero también es cierto que su apuesta por un tono muy ambiental y atmosférico se queda a medias. Esos momentos intrascendentes y lánguidos se levantan con temas como «Blinding Lights». Esperemos que vaya por ese camino.

«Lemonade» o la autoafirmación de Beyoncé

El disco que nos ocupa en nuestra sección de aniversarios es el más reciente que hemos hecho, cinco años únicamente. Sí, ya existían Los Restos del Concierto pero no fuimos capaces de ver la grandeza de este Lemonade. No vamos a desglosar las virtudes de una de las grandísimas estrellas de la música popular del último cuarto de siglo y, sin duda alguna, la figura más relevante del R&B. Beyoncé lleva dos décadas en solitario generando discos y grandes singles que le han situado en lo más alto. Su potente puesta en escena ha sido otro de los aspectos claves en su triunfo. En la segunda mitad de los noventa, Destiny’s Child se erigían como otro grupo de R&B femenino en la estela de TLC, En Vogue y compañía. Pero, pronto se vio que Beyoncé iba a volar alto y lo hizo con aquel «Crazy in Love» del Dangerously in Love (2003). Además, su matrimonio con Jay-Z les convirtió en una de las parejas fundamentales de la música. Sin embargo, con Lemonade dio un paso más adelante en lo que es un disco absolutamente imprescindible. Beyoncé venía de la maternidad y de una infidelidad de Jazy-Z que le supuso un importante trauma. Junto a ello, su nuevo disco también iba a reflexionar sobre su condición de mujer y su negritud. Es decir, nos encontramos ante un disco absolutamente reivindicativo que, dentro de todo el entramado de Beyoncé, fue también un trabajo audiovisual de gran potencia que viene con el CD y que fue emitido por HBO. El disco es una barbaridad, como decíamos, mezcla de Soul, R&B, Rock y Hip Hop. Estamos ante una artista que desnuda su alma pero que también cuenta con sus contradicciones, como veremos. Por otra parte, el disco cuenta con colaboradores y productores de calado como Jack White, Kendrick Lamar, The Weeknd, James Blake, Diplo, entre otros muchos. En cuanto a las contradicciones, estas vienen cuando ves el imponente docuconcierto del Coachella en Netflix. Aquella película, que suponía la vuelta de Beyoncé tras un gran esfuerzo tras haber tenido gemelos, mostraba a la perfección la imponencia de una artista mayúscula pero también la muestra de una auténtica hija del capitalismo neoliberal. Es decir, la autoafirmación del yo, ese modelo tan norteamericano de que la fuerza está en ti, y todo lo que rodea a su matrimonio formado con Jay-Z, como se vio en el disco conjunto de The Carters, Everything Is Love (2018). Obviamente, ves el concierto de Coachella y te quedas abrumadísimo, con todos los músicos que lleva y la potencia y fuerza que transmite. Allí se sale, en medio de toda la opulencia y el boato. Pero, por otra parte, no puedes dejar de lado la Beyoncé más reivindicativa como la que se muestra en Lemonade. Vamos con este disco de 2016, la cima creativa de Beyoncé hasta la fecha.

Con «Pray You Catch Me» inicia el disco a lo grande, un R&B muy ambiental e intimista en el que colabora en la composición Blake, una Beyoncé que canta con intensidad y fuerza. Para «Hold Up» apuesta por un tono Reggae, sampler incluido de «Can’t Get Used to Losing You» compuesta por Doc Pomus, así como presencia de otras canciones, y que cuenta con la participación en la composición de la canción de Beyoncé con Ezra Koenig (Vampire Weekend) y Josh Tillman (Father John Misty), entre otros. Una canción muy conseguida que da paso a la imponente «Don’t Hurt Yourself» para la que cuenta con Jack White, componiendo y a la guitarra, para un potente y furioso tema con sampler de «When the Levee Breaks» de Led Zeppelin, casi nada. Una de las cimas del disco a la que sigue la más moderna y electrónica «Sorry», aquí aparece la Beyoncé más vanguardista, y que encaja también a la perfección. Como lo hace sin duda «6 Inch» para la que cuenta con The Weeknd, que comienza con un punto más oscuro pero luego avanza hacia un sonido más dramático en el que Beyoncé se impone sin concesiones, especialmente en ese final que pone la carne de gallina. Y, como no, samplers para canciones de Burt Bacharach y Hal David y de Animal Collective. Para «Daddy Lessons» hay un cambio de registro, sonido más acústico con un tono de Pop que no deja de tener un deje más tradicional, y con ella brillando de nuevo, sin olvidar esa sección de viento con toque New Orleans del inicio de la canción.

La segunda parte se inicia con un R&B más Pop que lleva incluso a un punto naif como es «Love Drought» en la que destaca la producción. En «Sandcastles» se lanza a una balada Soul más canónica, el piano como protagonista y Beyoncé imponiendo su tremenda voz. «Forward» es como un interludio en el que participa James Blake, una anécdota que da paso a la barbaridad más grande del disco: «Freedom». Aquí ya te descubres del todo para la fuerza y la reivindicación de una canción de tono comunitario y gospeliano, con un Kendrick Lamar desatado, y una instrumentación épica que subraya la fuerza de la canción. En «Freedom» hay samplers de temas de Kaleidoscope y de canciones y discursos recopilados por Alan Lomax y John Lomax, auténticos e históricos buceadores de la historia de la música tradicional norteamericana. Si querías un himno, aquí lo tienes. «All Night» es una combinación de R&B y Reggae con sampler de canción de OutKast, el mítico dúo de Hip Hop. El cierre es para otra de las canciones más impactantes del disco, «Formation», una canción de sonidos más urbanos, incluso Trap, con ese rapeo de Beyoncé y unas bases muy logradas.

Aunque llegué tarde a este disco, creo que es una de las grandes obras de la segunda década del siglo XXI. Beyoncé consigue en toda la amalgama que concentra una unidad y homogeneidad superlativa. Y, lo más importante, transmitir una autenticidad que consigue darle una legitimidad mayor. Sí, obviamente Beyoncé tiene interiorizado el funcionamiento del capitalismo neoliberal, pero es apabullante si nos centramos en una obra de estas dimensiones. Lemonade no solo te atrapa sino que te lleva.

 

 

 

De «Moondance» a «His Band and the Street Choir», el 1970 de Van Morrison

Hace cincuenta años, Van Morrison iba lanzadísimo. Solo un par de años antes, en 1968, había publicado el disco seminal de su sonido, Astral Weeks. Era su segundo trabajo tras haber debutado en solitario un año antes con Blowin’ Your Mind!, de imposible portada psicodélica y con un sello, Bang, con una historia un tanto truculenta detrás. Van Morrison, que venía de Them, volaba solo con ese sonido mezcla de Rhythm & Blues, Soul y Folk que representaba un excelso Astral Weeks, onírico y ambiental. El siguiente paso iba a ser doble, aunque ha quedado fijado en Moondance, otra de las cimas de su carrera. Sin embargo, en 1970 publicó otro disco, a finales de año, titulado His Band and the Street Choir, un trabajo también excelente que quedó ensombrecido por su predecesor. Más orgánico y vital, más luminoso, tiene un punto más grupal que el sobrio Moondance, que insistimos también es una obra maestra, e incluso en las fotos del libreto interior Van Morrison se ríe. Vamos con estos dos discos de 1970, dos clásicos que muestran el talento de uno de los más grandes artistas de la música.

Moondance comienza con una gran «And It Stoned Me» que es un R&B clásico donde los vientos son protagonistas y su tono de voz es mucho más grave. Luego llega «Moondance» que es una canción más sofisticada, se acerca al Jazz, y los vientos siguen siendo determinantes, incluyendo una flauta que le da un toque diferencial. Preciosista es «Crazy Love», otra canción sobresaliente de R&B y qué decir de una poderosa «Caravan» con unos coros fundamentales, otra de las grandes canciones de Van Morrison, de las que no pueden faltar. «Into the Mystic» es otro de los temas más conocidos del disco, un medio tiempo intenso y con el piano como referente, sin olvidar nunca su voz. En «Come Running» se suelta y adopta un tono más festivo mientras que en «These Dreams of You» va del R&B al Blues, con fraseos incluidos. «Brand New Day» es una de mis canciones favoritas de todo el disco, un medio tiempo con esos vientos y esos coros tan del Góspel. «Everyone» se sale de la norma del disco, deriva hacia el Folk más psicodélico, muy campestre y ambiental. Y el cierre es para un nuevo R&B fantástico como es «Glad Tidings», con los vientos y coros destacadísimos.

Pero His Band and the Street Choir no se queda atrás, ni muchísimo menos. Un disco impresionante, más orgánico, más vital, con más vientos y coros. Un Van Morrison más lanzado si cabe. Comienza con la impresionante «Domino», espectacular con un tono Soul que viene de los ya mencionados vientos y coros. Los vientos también son protagonistas en el medio tiempo intenso que es «Crazy Love». En «Give Me a Kiss» vuelve a acelerar pero para acercarse a los orígenes del Rock & Roll en los cincuenta, sin dejar el matiz del R&B. «I’ve Been Working» es una locura, una canción que bebe del incipiente Funk con esos vientos de nuevo destacados. Y «Call Me Up in Dreamland» es un Soul muy espiritual sustentado en esos coros tan atrayentes. Que luego sea capaz de continuar con una canción tan impactante como «I’ll Be Your Lover, Too» dice mucho de su talento, una canción minimalista y sentida, impresionante, no es de las más conocidas de Van Morrison pero, para mí, de las mejores. «Blue Money» retorna al Rock & Roll de los cincuenta, sigue con el tono festivo, que rompe con el Blues acústico que es «Virgo Clowns». «Gipsy Queen» se mantiene en la tónica del disco, ese R&B con toques de Soul y aquí Van Morrison se lanza con el falsete. La armónica se hace presente en «Sweet Jannie», una canción de R&B clasicista. El cierre es para «If I Ever Needed Someone», otra barbaridad que sigue la línea del disco con unos coros de nuevo excelsos, y para el medio tiempo «Street Choir», para mí una de las mejores canciones del disco, un medio tiempo ascendente a través de la fortaleza de los vientos.

Pues sí, después de este ejercicio de análisis e introspección, y que me perdonen los puristas, casi que me quedo con His Band and the Street Choir, que me parece una barbaridad. Sí, Moondance es también brutal, un peldaño por debajo de Astral Weeks, pero la combinación de estos discos de 1970 nos da una instantánea de un Van Morrison que nunca deja indiferente. Un clásico. Un grande.