Sleater-Kinney, «The Center Won’t Hold»

La mayoría de los grupos y artistas tienen momentos en sus carreras en las que dan algún tipo de volantazo artístico, o realizan algún tipo de ejercicio de estilo. El grupo de Rock que se apunta a canciones electrónicas, el de Pop que se deriva hacia el Country, etc. Algunos de ellos salen bien, otros no. En algunas ocasiones, no es muy entendido por los fans más convencidos, en otras se convierten en hitos de sus carreras. Sleater-Kinney, el trío de Olympia (Seattle), herederas del movimientos riot grrrl, han regresado tras cuatro años de parón. En 2015, habían vuelto tras una ruptura de casi una década con el muy recomendable No Cities to Love. Corin Tucker, Carrie Brownstein y Janet Weiss volvían con un disco acelerado y urgente, guitarras punzantes y furia. En 2019, Sleater-Kinney anunciaban un retorno discográfico con la producción de St. Vicent. Poco antes de lanzarse el disco, la batería Janet Weiss dejaba la banda ante la nueva dirección artística de la formación. Y es que, en The Center Won’t Hold ya se pueden ir olvidando de las guitarras Punk y de fiereza de Sleater-Kinney para dar paso a sonidos más Pop y electrónicos. Ojo, eso no quiere decir que la idea fuese mala, al contrario, pero les ha salido un disco irregular, sobreproducido, donde brillan canciones que recuerdan a Blondie y Madonna pero en las que otras no acaban de funcionar. De esta forma, se entiende mejor que Weiss haya dejado la banda y que Brownstein y Tucker se hayan convertido en un dúo.

El comienzo está bien pero tampoco es excepcional, «The Center Won’t Hold» tiene un sonido industrial y electrónico en una primera parte, pero en la segunda aparecen las guitarras más aceleradas y Punk, que no lo harán muchas más veces. En cuanto a «Hurry On Home», tiene algo apoyada en un sonido Post Punk y una batería efectista, luego deriva hacia el Pop y se cae por la producción al incorporar ciertos efectos de sonido. Con «Reach Out» consiguen una de las mejores canciones del disco, aquí encontramos un tema de Pop bailable con un estribillo muy pegajoso. Pero con «Can I Go On» el disco comienza a flojear, de nuevo apuestan por el Pop pero la sobreproducción le resta. En peor situación queda «Restless», un medio tiempo que es uno de los momentos más bajos del disco. Y en esa línea sigue «Ruins», en la que regresan a un sonido electrónico con trazos industriales, oscuridad y sobreproducción de nuevo para una canción muy larga.

Con estos mimbres, la segunda parte mejora un poco el precedente del final de la primera. «Love» es una canción de Pop electrónico de manual, pero tampoco deja huella. Y en «Bad Dance» parece que van a ir más lejos pero, de nuevo, St. Vicent a los mandos hace de las suyas. A estas alturas, sorprenden con una muy interesante «The Future Is Here», canción oscura y angustiosa que es un Pop contenido y que es de las mejores canciones de todo el disco. Pero el final se diluye con la más luminosa, esos coros y estribillos funcionan bien, «The Dog/The Body», para acabar con una insustancial «Broken», más emocional y melódica basada en el piano y la voz, pero que no engancha.

Había ganas de Sleater-Kinney pero nos ha dejado este The Center won’t Hold un tanto fríos. No sabemos si será la nueva dirección de la formación, ahora ya dúo, o ha sido una parada en el camino. Una lástima, y eso que canciones como «Reach Out» entran muy bien.

León Benavente, «Vamos a volvernos locos»

Tras una fulgurante carrera que apenas cuenta con dos fantásticas referencias largas (su impactante debut homónimo de 2013, que confirmaron con un incendiario directo en el Actual 2014, y su refrendo con ‘2’ tres años después) llega el esperado tercer disco de la banda que componen Abraham Boba, Eduardo Baos, Luis Rodríguez y César Verdú y que supone su apuesta definitiva por el proyecto, lo que les ha llevado a renunciar a acompañar los directos de Nacho Vegas tras más de veinte años, y centrarse en una importante gira que acaban de inaugurar. Nuevas composiciones que incorporan esporádicas variaciones (brillantes las aportaciones vocales femeninas) para consolidar las firmes señas que les caracterizan desde su primer disco: contundencia, oscuridad y ritmo para arropar las fantásticas letras de Boba sobre temas preferentemente sociales y generacionales entre otros de carácter más humano y personal. Unas letras tan directas como sugerentes, tan críticas como abiertas, que vestidas con una electrónica revisionista y madura y engranadas en una interpretación sólida y clara, completan un disco a la altura de las expectativas levantadas.

Despista la tranquilidad de la primera parte de Cuatro monos, rota con la potencia de la segunda. No hay miedo, la más tecno y bailable del conjunto, precede a la ligera y rítmica Como la piedra que flota que, interpretada junto a María Arnal, también gana intensidad con la aparición de las guitarras en el estribillo, y a La canción del daño, lograda concesión a la épica pop. Otra muestra de tecno-pop, en colaboración vocal con Miren Iza (Tulsa), es la delicada y ligera Mano de santo que, junto a la cálida electrónica de Tu vida en directo, que desprende una tierna amargura, conforman la parte más melódica.

Las restantes cuatro canciones, caracterizadas por el fraseo/rapeo de Boba, son la ambiciosa Amo junto a Eva Amaral, que incluye brillantes riffs de teclados y guitarras, el trallazo de la potentísima Ayer salí, la rabia rockera expresada con ruido y urgencia de Disparando a los caballos y el incisivo ritmo vocal y percusivo de Volando alto.

Se apropian por tanto de una posición de privilegio entre las bandas del reciente pop-rock español con su apuesta por un sonido en deuda con décadas pasadas que han sabido adaptar con sobrada personalidad. La ligera novedad de la introducción de melodías más claras y matices más poperos hacen del disco el más variado de la banda hasta la fecha, que seguro enriquecerá los potentísimos directos a los que acostumbran y que sería estupendo poder disfrutar próximamente por estas tierras.

Keane, el arte de estar en el momento y lugar adecuado con «Hopes and Fears»

Puede que sorprenda que abordemos aquí a una banda como Keane, convertidos en símbolo de ese Pop azucarado e inofensivo del que Coldplay serían sus máximos exponentes. Pero se cumplen quince años de su debut con Hopes and Fears y no voy a negar que me gustaron mucho cuando salieron, llamaron la atención en un momento en el que había un batiburrillo de estilos y tendencias del que no saldríamos. Si sirve de algo, o no, también en 2004 Maroon 5 alcanzaron su éxito con su primer disco, Songs About Jane que había sido publicado en 2002 pero que había pasado desapercibido. O debutaron The Killers con Hot Fuss que, aunque los ponía en la senda de bandas como Franz Ferdinand y compañía, pronto se saldrían de ella. Mientras que Maroon 5 y The Killers han conseguido ser unas bandas mainstream, Keane se quedaron en parte por el camino, y eso que presentaban credenciales muy atractivas con unas melodías Pop que ya las hubiesen querido los Coldplay más inspirados, los de su obra maestra A Rush of Blood to the Head (2002) y que en 2005 publicarían el flojo y aburrido X & Y. Keane les adelantarían con Hope and Fears, un disco en el que los protagonistas son la voz de tenor de Tom Chaplin, con capacidad para llevarla muy alto, y el piano de Tim Rice-Oxley, en una banda que llamaba la atención porque carecían de guitarras. Junto a ellos, el terceto lo conformaba Richard Hughes a la batería. Como titulábamos este artículo, estaban en el lugar y en el momento adecuado y su single de salida fue un pepinazo de la talla de «Somewhere Only We Knows». La crítica más especializada no les tuvo muy en consideración, los de Pitchfork les dieron un 2,8 sobre 10, un suspenso en toda regla. Pero, desde el Reino Unido, los medios musicales veían a Keane como unos nuevos Coldplay o Travis. También ocurre que en breve llegarían Franz Ferdinand y compañía y la cosa cambiaría. Pero vamos a centrarnos en este debut que tiene grandes canciones, yo hace mucho que no lo escuchaba y me tiene enganchado

La primera parte del disco es un no parar de canciones basadas en melodías Pop y en la combinación de la voz de Chaplin y el piano de Rice-Oxley. «Somewhere Only We Knows» es una carta de presentación infalible, que crece a medida que avanza y que ya quisieran haberla firmado Coldplay. «This Is the Last Time» no le va a la zaga, es otro hit y la melodía es tremenda, transmitiendo un mayor grado de melancolía. Y en «Bend and Break» se tiran hacia el dramatismo con un piano omnipresente, acelerando un poco el tempo. En «We Might As Well Be Strangers» apuestan por las cuerdas y, es más pausada y dramática todavía y van jugando con la intensidad. «Everybody’s Changing» es otra de las apuestas fuertes del disco, igual es más «fácil», el piano se te clava y la melodía es todavía más empalagosa pero vuelve a convencer. En «Your Eyes Open» se contienen y su tonalidad es más oscura, dentro de los márgenes de Keane, pero se convierte en una de esas canciones que no recordabas.

La segunda parte no puede mantener ese nivel, aunque «She Has No Time» es notable, es más minimalista, Chaplin canta en falsete y sube la intensidad. En «Can’t Stop Now» destaca un estribillo muy logrado y «Sunshine» ya comienza a convencer menos, tiene un tono apesadumbrado. El punto más bajo del disco es el intento de hacer algo más moderno, los toques electrónicos están presentes, con «Untitled I», que no deja poso. El final es para «Bedshaped», una vuelta al Pop más épico para acabar bien arriba, aunque no dejan de lado los efectos electrónicos del tema anterior, más sutiles.

Keane vendieron más de cinco millones de copias y lograron ser número 1 en Reino Unido. A pesar de la ya comentada visión de cierta crítica, Keane eran una de las bandas emergentes del momento. Pero no lograron mantener las expectativas, ya bajaron su impacto con Under the Iron Sun (2006), aunque mantuvo el número 1 en Reino Unido, así como singles como «It’s Any Wonder», que implicaba un cierto cambio en su sonido, o «Atlantic» lograron también éxitos, aunque este segundo ya caía. Con sus dos siguientes trabajos, el descenso prosigue y Keane pierden el crédito ganado con su debut. No es menos cierto que, este estilo de música iba perdiendo relevancia, incluso Coldplay habían dado un volantazo a su carrera, pero podrían haber aguantado mejor. Luego llegan problemas de salud de Chaplin que le obligan a entrar en rehabilitación. La banda para de 2014 a 2018 para regresar en 2019 con Cause and Effect, a la par que una gira de presentación. La verdad es que no tenía intención de hacer este disco pero, un día, me picó la curiosidad y ya no he dejado de escucharlo. Una historia que se repite en otros artistas y bandas, un debut fulgurante pero, luego, una trayectoria irregular. Eso sí, con la primera parte de este disco lograron escalar alto.