«Dog Man Star» o cómo Suede demostraron que iban en serio

Cuando todavía el BritPop ni estaba y casi ni se le esperaba, en aquel lejano ya 1992, una banda irrumpía en el panorama británico: Suede. Su debut con un disco de título homónimo desempolvaba el sonido más Glam de un David Bowie renacido en la figura de Brett Anderson. Hace unos meses, Anderson publicó sus recomendables memorias hasta el momento en el que Suede comienzan a asomar hacia el estrellato, fue en Mañanas negras como el carbón (Contra) y que aquí ya reseñamos. Suede también publicaron un discazo en 2018, The Blue Houry los veremos en el BBK Live en el próximo mes de julio. Pero nos toca regresar al pasado y, de nuevo, a un 1994 excelso, cuando Suede tardaron un año y medio en demostrar que su debut no había sido una casualidad sino que había madera de una banda clásica. Pero, a su vez, era el final de la primera etapa de Suede, que también comentamos en Los Restos del Concierto, ya que en 1995 Bernard Butler, la otra mitad compositiva de Suede junto a Anderson, dejaría la formación por diferencias con el propio Anderson. En 1994, el BritPop ya estaba emergiendo, Blur y Pulp eran una realidad, Oasis irrumpirían y los Elastica de Justine Frischmann (ex novia e ex integrante de Suede) ya rodaban. Por su parte, Anderson y Butler, junto a la base rítmica formada por Mat Osman a bajo y por Simon Gilbert a la batería, apostarían por una línea continuista, con ese sonido Glam y con esas reminiscencias vinculadas al Art Rock, y es que las pretensiones artísticas de Anderson venían de lejos. igualmente, Ed Buller repetiría en la producción. Y les salió un disco tremendo, otro clásico firmado conjuntamente con Anderson y Butler, otra pareja de banda británica como tantas otras y con las mismas tensiones (¿verdad Morrissey – Johnny Marr?), que dejaría unos cuantos singles de gran calado.

Para comenzar, una teatral «Introducing the Band» con un sonido asfixiante que daría paso a la descomunal «We Are the Pigs», donde las guitarras se imponen con fuerza y contundencia. Un single soberbio a la que le seguía «Heroine», una canción épica y nostálgica y con un Butler imponente a las guitarras. Y la épica continuaba con «The Wild Ones», otra de las canciones que se convertirían en clásicas en Suede, con la forma de cantar de Anderson en falsete y ese estribillo. La parte más experimental aparece con una «Daddy’s Speeding», con sección de cuerdas incluida. La huella de Bowie está más presente en una «The Power» que comienza en acústico y que también cuenta con sección de cuerdas.

La segunda parte incide en esa línea con otro de nuestros momentos favoritos de todo el disco, «New Generation», con las guitarras volviendo a ganar protagonismo y con la voz de Anderson adoptando sus tonalidades características. En «This Hollywood Life» apuesta por unas guitarras más rockeras, incluso más «sucias», que contrastan con la voz aguda de Anderson. «The 2 of Us» es una canción más intimista aunque también con el sonido épico característico, y aportando el punto más teatral con ese piano protagonista. Por su parte, «Black or Blue» sigue por el lado más teatral y afectado, es una canción casi sin instrumentación más allá de unas cuerdas de fondo, y con Anderson recurriendo de nuevo al falsete. Para el final dejan una canción como «The Asphalt World», más de nueve canciones para otra de nuestras canciones favoritas del disco, destacando la guitarra de Butler. El final es para la parte más teatral de Anderson con «Still Life», que vuelve por sus fueros y con unas cuerdas que van creciendo.

En fin, Dog Man Star es otro de los grandes discos de la primera mitad de los noventa del siglo XX. Anderson y Butler conformaban una pareja compositiva impresionante y duraron como Suede únicamente esos dos discos. Luego, Anderson supo remontar a Suede con Richard Oakes en sustitución de Butler e incorporando a Neil Codling, publicando otro disco soberbio, Coming Up (1996), aunque esa es otra historia. Suede siempre fueron por su lado, mientras que el BritPop conquistaba el mundo de la música popular los dos siguientes años e, incluso sin Butler, nunca nos han dejado indiferentes. Dog Man Star, otro gran disco de 1994, y van…

 

Glen Hansard, «This Wild Willing»

No ha tardado mucho en grabar un nuevo disco el inquieto artista irlandés que, apenas un año después de su disco más americano ‘Between Two Shores’ (con el que completaba una fantástica trilogía junto a ‘Rhythm and Repose’ y ‘Didn’t He Ramble’), sorprende con esta agitadora reaparición plena de nuevos y exigentes sonidos, de origen étnico en ocasiones, clásico o contemporáneo en otras.

De la mano de un viejo conocido, el productor David Odlum que fuera miembro fundador junto al propio Hansard de The Frames allá por 1990, el resultado es un trabajo que aporta y exige calma, algo irregular y por momentos lineal, que en todo caso contiene una fantástica primera parte que abre I’ll Be You, Be Me, inicialmente denso y primario en su base rítmica (extraída del Cool Cat de Queen) para ir ganando intensidad a base de orquestación y coros. A continuación otros dos temazos como la preciosa Don’t Settle, ligera al piano y de ascendente carga emocional sostenida sobre todo en los vientos finales, y la delicada Fool’s Game, suavemente cantada en compañía de un piano discreto que quiebra al final un estruendo emocional hasta perderse en el íntimo cierre. Los elementos exóticos aparecen en Race to the Bottom, susurrada en compañía de la guitarra española de Javier Mas (veterano guitarrista zaragozano que acompañara a Leonard Cohen en sus últimas giras), y el toque oriental de The Closing Door, profunda al piano y las cuerdas. La mitad inicial la completa con brillantez Brother’s Keeper, a la que guitarra y piano aportan calidez, y en cuyos coros colabora Marketa Irglova (su excompañera en The Swell Season).

También con rasgos étnicos, Mary puede resultar monocorde en su suave crecimiento, aunque contiene bella instrumentación, y el piano de Threading Water introduce, sin excesos, algo de variedad. La voz musitada protagoniza Weight of the World, apenas en compañía del piano, y Who’s Gonna Be your Baby Now, cálida a las cuerdas. Aporta emoción la banda recuperada para el final con la exótica Good Life of Song, también tradicional como Leave a Light, de íntimo sabor irlandés para acabar.

Muestra Glen Hansard con este trabajo una nueva cara que, menos amable y rítmica y con pasajes de apreciable calma y de una emoción mayormente contenida, puede sorprender por su aparente monotonía (especialmente en su segunda parte), pero que cuenta igualmente con algunos cortes de gran belleza que podrían haber ganado relevancia de estar incluidos en un menor minutaje. De mérito en cualquier caso este arriesgado ejercicio de renovación cuyos aciertos funcionan lo suficiente como para recuperarlo y volver a saborearlo con calma.

Wilco comienzan a cambiar de rumbo con «Summerteeth»

Cuando quedan menos de dos meses para que Wilco actúen en el Azkena (22 de junio), la banda de Jeff Tweedy sigue acumulando efemérides en su excelsa discografía y ahora le toca el turno al vigésimo aniversario del sobresaliente Summerteeth (1999). Vale, de acuerdo, la obra maestra de Wilco siempre será considerado el clásico Yankee Hotel Foxtrot (2001), todo un hito por lo que supuso en su cambio de sonido y por su calidad, pero no creo que me equivoque mucho en considerar a su tercer disco, Summerteeth, como la otra gran obra maestra de Wilco. Es un disco que supone un cambio de rumbo, un disco que va dejando en un segundo plano los sonidos más de raíces que eran predominantes en A.M. (1995) y en el sobresaliente Being There (1996), aunque aquí también había cambios, para dejar paso a sonidos más del Power Pop y del Pop (ecos de The Beatles y de referencias californianas), más psicodélicos y también comenzaban a apreciarse ciertos gustos por la experimentación. En aquellos momentos, Wilco eran un cuarteto con Tweedy a la cabeza y Jay Bennett como segunda cabeza visible, junto a John Stirratt (único integrante de Wilco junto a Tweedy desde 1994) y el batería Ken Coomer que también había estado en Uncle Tupelo. Por aquellos años, Wilco también estaban inmersos en los discos Mermaid Avenue junto a Billy Bragg, en los que pusieron música a las letras encontradas de Woody Guthrie, lo que les dio un importante reconocimiento de la crítica. Pero volvamos a Summerteeth, disco que sería compuesto mayoritariamente por Tweedy y Bennet, una relación que no acabaría precisamente bien, y que firmarían uno de los grandes discos de la banda de Chicago.

El comienzo es tan apabullante que no te deja respiro, iniciándose el disco con «Can’t Stand It», una canción que gira hacia el Power Pop y con una fuerte presencia de los teclados; siguiendo con la no menos destacada «She’s a Jar», un medio tiempo excelso, con Tweedy frasesando prácticamente al comienzo y con cuerdas y armónicas incluidas; y siguiendo con «A Shot in the Arm» que a mí me recuerda a The Beatles, de nuevo apoyándose en el piano y en las cuerdas. No dejan esa senda con «We’re Just Friends», muy orquestal, y se adentran en los efectos y algunos elementos más ruidistas, aunque no muy estridentes, en la también destacada «I’m Always in Love». Suben la apuesta, y ya estaba alta, con la brutal «Nothing’severgonnastandinginmyway (again), una de mis canciones favoritas de Wilco, en la que hacen una canción perfecta de Pop con un estribillo que se te clava. En «Pieholden Suite» rebajan el ritmo, regresan a la orquestación junto al piano como protagonista siendo una canción más compleja en la que realizan varias mezclas de estilos y acaban con unos vientos finales. «How to Fight Loneliness» es una canción preciosa, con un un gran tempo y que se ve elevada por la forma de cantar de Tweedy. Y «Via Chicago» es otra de nuestras favoritas, sutil y elegante, nostálgica y melancólica, de lo mejor que ha escrito Tweedy nunca.

«ELT» insiste en la senda del Power Pop pero con tintes más roqueros y en «My Darling» siguen jugando con los sonidos más Pop, con el piano como protagonista de nuevo y con una mayor presencia de los coros. «When You Wake Up Feeling Old» es otra de nuestras canciones favoritas del disco y de la trayectoria de Wilco, aquí se acercan más a sonidos californianos de finales de los sesenta y la sombra de Brian Wilson y sus Beach Boys está presente. «Summer Teeth» no deja el tono del disco pero es una canción que crece en complejidad y que va anticipando matices que se harán más presentes en unos pocos años en el sonido de Wilco. «In a Future Age» es una canción más intimista, con una instrumentación menor y que va in crescendo. El disco tenía tres canciones escondidas, bueno, «23 Seconds of Silence» es lo que dice el título. Por un lado, «Candyfloss» es de nuevo una canción Pop y cierran con una remezcla un tanto acelerada de «A Shot in the Arm».

Tras este disco, las tensiones en la banda se intensificaron y también hubo choque creativo entre Tweedy y Bennett, cuya deteriorada relación se reflejaba en el documental sobre la banda I’m Trying to Break Your Heart: A Film About Wilco (2002). La situación del Yankee Hotel Foxtrot, con Reprise negándose a publicarlo, tampoco contribuyó a que la situación de la banda fuese la más ideal, Coomer la dejaría en 2001 y Bennett sería expulsado en 2002, aunque los dos aparecen acreditados en el Yankee Hotel Foxtrot, Bennett incluso como integrante todavía de Wilco, aunque todas las canciones ya las firmaría Tweedy en solitario. Bennett fallecería en 2009 aunque su legado permanece en la primera etapa de Wilco. A partir de 2002, con el Yankee Hotel Foxtrot, la banda entraría en otra dimensión, e iría asentando su formación definitiva hasta la actualidad. Mientras tanto, Summerteeth es un disco tremendo, un clásico que no ha perdido ninguna vigencia, en el que Wilco fueron dejando de lado los sonidos más de raíces. Además, nunca sonaron Wilco tan luminosos. Y es que Wilco hay unos cuantos y nunca defraudan.