Run the Jewels, «RTJ4»

Run the Jewels (RTJ) es el dúo compuesto por Jaime Meline, El-P (El Producto) , y Killer Mike, alias de Michale Santiago Render. Artistas, productores y activistas, protagonizan una carrera que abarca cuatro discos desde 2013 y que ha sido aclamada por la crítica desde su debut con Run the Jewels ese mismo año. Sus siguientes entregas, denominadas de forma sucesiva, continuaron con ese reconocimiento. Son discos en los que hay colaboraciones de artistas diversos que van desde Big Boi (Outkast) a Zach de la Rocha (Rage Against the Machine), pasando por Kamasi Washington, así como otros raperos y representantes del Hip Hop. Tras su disco de 2016, el tercero, han pasado cuatro años hasta la salida de RTJ4 en este convulso 2020. Y el disco de El-P y Killer Mike no ha sido ajeno a los acontecimientos, especialmente por todo lo vinculado a las movilizaciones y protestas por la brutalidad policial derivadas de hechos como la muerte de George Floyd. Este escenario motivó el adelanto de la publicación de un disco que se instaló como una banda sonora del momento. Con la colaboración de gente tan dispar como Josh Homme (Queens of the Stone Age), Mavis Staples, de la Rocha o Pharrell Williams, nos encontramos ante un disco poderoso, potente y estructurado en torno a ritmos y bases que no te dejan indiferente.

Cañero es el comienzo con «Yankee and the Brave», rapeando con fuerza y con unas bases muy rotundas. «Ooh La La» es una canción brutal, con Greg Nice y DJ Premier, con un tono más melódico y con un punto más pausado, seguramente la mejor canción del disco. En «Out of Sight» que cuenta con 2 Chainz, hacen un Hip Hop muy ortodoxo con un juego de voces fantástico. Siguen en esa línea con «Holy Calamafuck», que enlaza con la anterior, y que recuerda al comienzo con un sonido más endurecido. «Goonies vs. ET» no ceja el ritmo con una base muy enérgica. En «Walking in the Snow», la voz femenina corre a cargo de Gansta Boo, para un tema con bases menos duras que las anteriores.

Las segunda parte del disco comienza con una «Just» en la que colaboran Pharrell Williams y Zach de la Rocha, canción que puede escorarse hacia el Trap con esas bases más duras y urbanas, si cabe. «Never Look Back» es, posiblemente, la canción menos inspirada del disco dentro de un gran nivel del mismo. Pero llega «The Ground Bellow» que es impactante. Y lo mismo se puede decir de la más compleja si cabe «Pulling the Pin», donde colaboran al unísono Josh Homme y Mavis Staples. El cierre es para la extensa «A Few Words for the Firing Squad (Radiation)», una canción de casi siete minutos que es más ecléctica y experimental, hay incluso deriva jazzísticas con ese saxofón que sirve para contrapunto en un tema más expansivo.

Fantástico este RTJ4, un disco que muestra la fuerza y la excelencia de la escena del Hip Hop más comprometida. Canciones para tiempos convulsos, que decíamos, y que sirven para levantarse.

Beck, ‘Hyperspace’

Insiste en invitarnos a bailar el genio de California y en sacar a relucir su interminable paleta de ritmos y melodías para contagiarnos una corriente menos agresiva que en el fantástico ‘Colors’ de hace dos años pero también muy efectiva. Si para aquel se asociaba con Greg Kurstin en las labores de composición y producción en este se apoya principalmente en Pharrell Williams, con quien coescribe y produce gran parte del disco.

A base de referencias sonoras clásicas y contemporáneas, remozadas con ingeniosas programaciones rítmicas y una gama enorme de sonidos sintéticos, ejercita su demostrada inventiva para remodelar el hip hop y el R&B y ampliar así su espectro de audiencia, incluso rejuvenecerla con aproximaciones a prácticas más actuales de la música negra. Para ello se ha apoyado en gente como Paul Epworth para crear el hip hop amable y melódico de Star, Cole M.G.N. para escribir el grave medio tiempo Die Waiting que interpreta junto a Sky Ferreira a los coros o en el mismo Greg Kurstin para el cálido R&B de See Through.

El resto es obra del propio Beck en solitario, como la tranquila psicodelia entre teclados y guitarras de Stratosphere (con la aportación apenas perceptible de Chris Martin), o bien en colaboración con otro geniecillo como Pharrell Williams: desde el baile lento de Uneventful Days pasando por el potente acelerón de Saw Lightning, el hip hop denso de Chemical, la sintética evocadora Hyperspace (en compañía de Terrell Hines) y Dark Places o el bello cierre baladístico de Everlasting Nothing, con unos intensos coros finales como perfecto colofón.

Algo más comedidos la personalidad y el empuje del californiano que en sus últimos trabajos, o puede que más diluidas sus señas entre tanta aportación ajena, en este combina aciertos plenos con canciones menos inspiradas o diferentes, pero sigue sin cejar en su irreprimible curiosidad ni en el particular discurrir por las décadas de carrera que empieza a acumular, y continúa siendo un disfrute escucharle aunque en esta ocasión cause un impacto menor que en sus últimas entregas.

Daft Punk, Pharrell Williams y Nile Rodgers siguen en los setenta con «Lose Yourself to Dance»

El año pasado, en nuestra sección veraniega de «Tengo un Hit», ya hablamos de la colaboración entre Daft Punk, Pharrell Williams y Nile Rodgers con «Get Lucky». Yo nunca había seguido con mucho detenimiento la obra de Daft Punk, la verdad, más allá de las canciones más masivas, cómo dejar de lado «Get Lucky», o esa imagen tan característica de Thomas Bangalter y Guy-Manuel de Homen-Christo con sus cascos. Pero estaba un día en una cafetería y estaba el vídeo de «Lose Yourself to Dance» y esa canción me pareció brutal. Luego, con los años, ya adquiriría el Random Access Memories (2013), un trabajo lleno de colaboraciones, comenzando por Nile Rodgers y siguiendo por Pharrell Williams, Julian Casablancas (The Strokes), Giorgio Moroder o Panda Bear, entre otros. Si el hit había sido «Get Lucky», «Lose Yourself to Dance» tenía todavía algo más. Y ese algo más puede ser interpretado como la nostalgia de la música disco con esos toques funkys a lo Chic, «marca de la casa» del gran Nile Rodgers. La canción invita al baile, obviamente, pero tiene un punto melancólico que se deja sentir incluso en el brillante estribillo, que se aleja de la exuberancia de «Get Lucky».

Estaba claro que Daft Punk, Rodgers y Williams tenían una joya entre manos. Además de estos dos temas, Rodgers también intervenía en la composición del tema que abre el disco, un «Give Back Life to Music» que te pone las pilas. Rodgers había triunfado con su propuesta elegante, incorporando las guitarras a la música disco, junto al fallecido Bernard Edwars, en los setenta con Chic, con canciones como «Le Freak», tema tremendo que marca una época, «Everybody Dance», «I Want Your Lover», etc. La estrella de Chic se fue apagando en los ochenta, aunque volverían en los noventa, aunque en 1996 fallecería Edwards. Rodgers desarrollaría una carrera en solitario, no muy extensa, pero mucho más amplia fue la de productor, incluso cuando estaba en Chic, trabajando con Sister Sledge, Diana Ross, Debbie Harry, David Bowie, Madonna, INXS, Duran Duran, Mick Jagger, Peter Gabriel, The B’52, David Lee Roth, etc., aunque ya en los noventa va declinando su trabajo, aceptando más canciones que discos, incluso se cuela Marta Sánchez (uffff). Por cierto, en septiembre Nile Rodgers & Chic regresarán con nuevo disco.

El caso es que Rodgers aportaba un toque especial que se deja sentir en un «Lose Yourself to Dance» que casi podría ser calificada de plagio de sí mismo, encajando en los discos de Chic de los setenta. Daft Punk, Williams y Rodgers lo clavan, la interpretación vocal de Williams es fantástica cantando en falsete la mayor parte del tema. La sección rítmica queda en un segundo plano, pero es fundamental, mientras que la guitarra de Rodgers se impone. La letra es una celebración de la música disco, la repetición del «Lose Yourself to Dance» es una constante, pero insisto en que el tema tiene una alegría melancólica. Una canción fantástica que tuvo dos vídeos, uno maravilloso, y nostálgico, compuesto por imágenes del programa de televisión Soul Train. Ya lo sabéis, «Lose Yourself to Dance».